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-Emma, tu hermana y tú vendréis conmigo tras del desayuno- anuncia mi abuela apenas hemos empezado a comer-. Debemos empezar los preparativos para vuestra presentación en sociedad del viernes.
Asiento con la vista fija en mi plato aunque puedo observar de reojo la clara emoción de Victoria.
-¿Podemos ir primero a por los vestidos?- pregunta inquieta en su silla.
Mi abuela ríe y sonríe en respuesta.
-No será necesario para Emma- escucho a mi padre y le miro con odio-. Ya tiene un vestido elegante para la ocasión que Valerie mandó hacer para ella.
Aprieto el cubierto con fuerza tanto en mi mano como en el plato pero me contengo de decir algo inapropiado, así que espero en silencio a que podamos levantarnos y camino con rapidez para salir a los jardines, esperando perderme en ellos por horas y que nadie se acuerde de mí hasta que decida regresar.
La voz de Valerie me acompaña mientras avanzo, también su risa y los gestos que hacían que mi amor por ella aumentara cada día más. Y sé que podría escribirle, que podría pedirles a mis padres regresar tras la fiesta solo para volver a tenerla a mi lado. Pero también sé que que sería contradictorio querer huir de una situación que yo misma he provocado.
Me detengo al llegar a las puertas cerradas de la verja metálica y agarro los barrotes con la cabeza apoyada en ellos y los ojos cerrados. Si los guardias que se encuentran al otro lado me ven, no comentan nada al respecto, y no sé si agradecerlo u odiarlo. No sé si quiero guardarme este dolor para mí o ir corriendo con mis padres en busca de su consuelo.
Salvo que él no querrá hacerlo, no querrá tener que cargar también con el sufrimiento de otra de las personas que más quiere en su vida.
-Cariño- la voz suave de mi abuela me hace alzar la cabeza y girarme despacio para mirarla.
Ella sonríe levemente y se acerca del todo envolviéndome en sus brazos. Y yo solo sollozo y me aferro a su pecho igual que hice con mi padre la noche anterior.
-¿No tenías que ir con Vicky a hacer su vestido?- pregunto entre lágrimas tras unos minutos.
La siento sonreír y deja un lento beso en mi cabeza.
-Tu madre se ha ofrecido a acompañarla.
"Para que pudiera venir a consolarte en lugar de hacerlo ella". Son las palabras que quiero que diga para poder odiarla un poco más, sin estar segura de por qué lo hago pero sabiendo que se lo merece. Igual que yo merezco que lo haga conmigo.
Los dos, mi padre y mi madre, deberían odiarme por arruinar su felicidad. Por arruinar la vida que habían construido juntos y que ella no quería abandonar.
Me separo de mi abuela sin mirarla y su mano roza mi mejilla secando las lágrimas que siguen cayendo.
Y entonces le veo, a mi padre, observándonos en la distancia dudando entre acercarse o dejarnos estar juntas un poquito más. Al final, respira hondo y avanza sin seguridad hasta encontrarse a nuestro lado.
-Majestad- carraspea mirando a mi abuela-. Disculpe, pero me gustaría hablar a solas con mi hija.
Ella sonríe y apoya una mano en su mejilla.
-Eric, ¿cuándo vas a empezar a tutearnos? Sabes que puedes hacerlo ahora que somos familia- me mira por unos segundos y yo agacho la cabeza-. Ya podías hacerlo incluso antes de...
-Todavía siento que no les conozco lo suficiente para ello- la interrumpe apartando su mano con suavidad.
Mi abuela suspira sonriendo y pasa la vista del uno al otro antes de dejarnos a solas.
El silencio vuelve a hacerse a presente y por una vez quiero que siga siendo así. Que solo se limite a observarme, a estudiarme, y se marche después sin que hayamos intercambiando palabra.
"¿Sabes cuánto daño estás haciendo a tu madre?"
Asiento ante el recuerdo de su pregunta y él solo me mira sin entender a qué me refiero. Aunque tampoco quiero que lo haga.
-Vamos- habla bajito con suavidad haciendo un gesto con la cabeza, sonriendo-. Seguro que Vicky estará encantada de enseñarnos qué vestido ha elegido para la fiesta.
Sonrío al imaginarme a la pequeña corriendo por la habitación con la tela entre sus manos mientras grita de felicidad por ser lo más precioso que ha visto nunca.
Y así ocurre cuando llegamos: mi hermana está dando saltitos, lanzando la tela al aire y cogiéndola de nuevo, como si fuese un juguete nuevo que le han regalado y del que no se quiere separar. Pero se detiene al vernos y corre, como siempre, a abrazarme con fuerza. Aunque no la correspondo, si no que me quedo paralizada viendo a mi padre abrazar a mi madre y a ella esconder el rostro en su pecho, visiblemente nerviosa por lo que esta actividad significa. Y yo vuelvo a sentirme culpable por ser quien lo ha provocado.
-Papi, ¿seguro que Emma no puede tener un vestido nuevo también?- pregunta Vicky casi sin separarse de mí.
Él me mira y yo evito que lo haga desviando la vista hacia las telas de la esquina contraria.
-No sería justo que ella tenga dos vestidos preciosos y tú solo uno, ¿no crees?
-Y quién dice que pueda tener solo uno- contesta separándose del todo-. Ahora que vamos a ser Princesas podemos tener todos los vestidos que queramos, igual que Valerie tenía montones aunque solo usaba unos pocos.
Observo a mi padre agacharse frente a la pequeña y apoyar una mano en su hombro.
-No hables de ella como si no la volviésemos a ver, cariño. Sabes que lo haremos cuando Emma termine su formación como heredera.
Cierro los ojos y aprieto los puños con fuerza notando las lágrimas descender despacio.
Y vuelvo a mirar a mi madre, que se ha encogido esperando de nuevo la protección de mi padre a su alrededor.
Y él solo me mira pidiendo en silencio que apoye su argumento. Que diga que, cuando todo esto termine en unos meses, cuando su hijo ya haya nacido y podamos volver a viajar, regresaremos con Valerie por unos días antes de hacerlo de nuevo aquí, junto a ella, para que comience a familiarizarse con el reino y entenderlo. Igual que han hecho ellos por mí a pesar de que mi madre siempre temió este futuro.
Mis ojos se encuentran con los suyos y soy consciente de que no puedo hacerlo, así que salgo de la sala con rapidez dispuesta a cambiar, al menos, parte de la situación.






Royal Secret (Reales III)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora