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-¡Gané!- exclama Vicky cogiendo la última pareja de cartas entre nosotras del suelo.
La miro sonriendo y colocándolas de nuevo mientras ella me imita riendo. Pero el sonido de la puerta nos distrae y me preocupo al ver a mi padre alterado.
-¿Habéis visto a mamá?- pregunta nervioso.
Miro a Vicky y luego a él, contestando más calmada que puedo.
-Debe de estar es la habitación, la he acompaño antes de...
-¿La has dejado sola?- me interrumpe con la respiración entrecortada.
-Sí- respondo arrastrando la palabra, frunciendo un poco el ceño.
Sus ojos se abren asustados y sale corriendo sin pronunciar nada más.
-¡Papá!- grito levantándome y siguiendo sus pasos, escuchando como Vicky lo hace unos metros por detrás.
-Emma, espera, no puedo ir tan rápido- la escucho sollozar y me acerco a ella para cogerla en brazos.
Mi padre sale a los jardines, como si supiera exactamente dónde debe ir.
-¿Ashley?- pregunta despacio caminando del mismo modo hacia mi madre, quién se encuentra sentada frente al estanque con las rodillas apretadas contra su pecho. Éste se acuclilla a su lado y entrelaza la mano con la suya en un pequeño apretón-. Mi amor, tranquila, estoy aquí- susurra acariciando su espalda y atrayéndola hacia él con suavidad.
-Quería hacerlo- solloza apretándose más a su cuerpo, como si fuera un escudo con el que pudiese evadir cualquiera de los males.
Dejo a Vicky en el suelo y mi padre se gira hacia nosotras al escuchar los pies de la pequeña sobre la hierba seca, aunque su mirada solamente se centra en mí.
-Llévate a tu hermana de aquí- ordena sin expresión en su voz.
-¿Mamá está bien?- pregunta la pequeña entre sollozos.
-Emma, no deberíais estar aquí- casi gruñe con los ojos reluciendo de rabia-. Marchaos las dos. Ya.
Agarro a Vicky de la mano y tiro de ella para llevarla de nuevo a su habitación.
-Emma- habla bajito antes de que salga al pasillo-. ¿Qué le pasa a mamá? ¿Es por el bebé?
La miro apenada y me acerco sentándome a su lado en la cama.
-No lo sé, cariño- susurro atrayéndola hacia mi pecho-. A lo mejor solo ha sido otra pesadilla, papá nos dijo que es un problema que ha tenido desde pequeña.
Victoria asiente con fuerza y se tumba casi quedándose dormida al instante, así que me levanto se nuevo para arroparla bien y volver a mi habitación.

La puerta se abre y me encojo más entre las sábanas. Alguien se sienta a mi lado y, temerosa de que sea mi padre, me alejo hacia casi el borde del colchón.
-Si no vas a querer mi compañía, debería irme- escucho a Valerie fingiendo tristeza.
-Espera- exclamo agarrando su brazo con fuerza antes de que pueda moverse y ella suelta una carcajada mientras se tumba junto a mí.
-Cuéntame qué te preocupa- susurra rozando nuestros labios.
Atrapo los suyos dejándonos llevar pero Valerie me detiene cuando me coloco sobre ella.
-Desearía que dejaras de hacer eso cada vez que quieres evadir un tema.
Me separo despacio y me tumbo de nuevo entrelazando nuestras manos.
-Mis padres- contesto suspirando-. Mi madre no se encuentra bien y creo que mi padre me culpa de ello- me siento apoyando la cabeza en mis rodillas sin perder el contacto visual-. Y yo también.
-¿Por qué crees que lo hace?- pregunta en un susurro acariciando el dorso de mi mano.
Me encojo de hombros al tiempo que la puerta vuelve a abrirse y, ésta vez, sí se trata de mi padre.
-Tengo que hablar a solas con Emma- dice solo centrándose en Valerie.
Ésta asiente y se levanta apretando un poco el agarre antes de separarse, aunque me resisto a que lo haga atrayéndola de nuevo hacia mí.
-No me iré del pasillo- habla bajito acariciando mi espalda con suavidad.
Siento una lágrima resbalar por mi mejilla y la abrazo con fuerza dejándola marchar.
Mi padre respira hondo cuando pasa por su lado y espera a que estemos solos para acercarse a la ventana, mirando al exterior con las manos cruzadas tras de sí.
El silencio se torna incómodo por momentos y, al ver que ninguno va a empezar la conversación, me levanto para salir de allí.
-No he dicho que puedas irte- gruñe enfadado antes de que pueda llegar a la puerta.
Resoplo volviendo a la cama, aunque ésta vez me siento en el borde quedando a metros de él.
Le observo tomar aire con calma y girarse hacia mí segundos después, haciendo que apriete las manos contra la sábana.
-¿Sabes cuánto daño estás haciendo a tu madre con tu obsesión de...- suelta una carcajada y se sienta desviando la mirada a sus pies-. Ni si quiera sé cómo llamarlo.
-¿Querer saber de miembros de mi familia que creía inexistentes?- contesto con sequedad a lo que alza la cabeza para mirarme.
-Déjalo.
Frunzo el ceño y me levanto para acercame apenas unos pasos.
Cierro los ojos, respiro hondo y encierro el collar en mi mano con fuerza, permitiendo que las lágrimas vuelvan a salir.
—Mi niña— susurra de pronto a centímetros de mí.
—Ha conseguido contarme su historia— sollozo dejándome caer en sus brazos.
—Lo sé— sonríe dejando un pequeño beso en mi cabeza—. Es lo primero que ha dicho cuando Vicky y tú os habéis marchado.
"No sé qué ocurrió para que mi padre me odiase". "Pero la niña tenía mucho miedo de que ese día llegara (...) por mucho que sus padres insistieran en que no abdicarian hasta que fuera así".
"Decepcioné a mi padre".
"Era la heredera y sus padres no dejaban de recordarle a menudo lo que eso significaba".
Todas esas palabras cobran sentido de pronto y me separo bruscamente para buscar a mi madre.
—Sé lo que ocurrió— exclamo abriendo de golpe la puerta de su habitación.
Mi madre me mira extrañada y se incorpora señalando el otro lado de la cama para que me siente.
—Ya sé por qué decepcionaste a tu padre— hablo sonriendo poniéndome de rodillas y agarrando sus manos.
—No veo en ello lo divertido— murmura mi padre desde la puerta y le miro de reojo.
—En que lo he descubierto yo sola.
Ambos se miran y éste se acerca para colocarse junto a mi madre.
—No sé si quiero saberlo— susurra ella apoyándose en su pecho— ¿En qué podría ayudarme saber la razón por la que mi padre dejo de quererme?
—Cuéntalo— dice mi padre asintiendo e ignorando el golpe que mi madre le da.
Sonrío de nuevo y me centro en sus ojos grises.
—Fue por lo que me contaste de la historia, por lo de que la niña nunca estaría preparada para gobernar por mucho que pudiesen esperar sus padres. Seguro que, al igual que ellos no dejaban de recordate tu futuro, tú lo hacías con tu inseguridad o, más bien, tu negativa a aceptarlo.
—Dijiste que estabas de acuerdo con ese pensamiento— habla en un hilo de voz, encogiéndose contra mi padre.
Me encojo de hombros y me siento para continuar.
—Y tú dijiste que pensabas como yo cuando dije que se equivocaban, pero es lo que creían mejor para tí. Y tal vez tú padre se cansó de que no pudieses...
—Es suficiente— me corta mi padre con una mirada asesina.
—... verlo— le ignoro y sigo relatando—. Se cansó de que no dejases de quejarte por algo que sabías que no podrías cambiar.
Permanezco en silencio esperando ambas redacciones y los sollozos no tardan en ser lo único que recibo.
—Sal de aquí, Emma— gruñe mi padre apretando más a mi madre contra él.
Y mi idea perfecta, en la que les desvelaba lo que había ocurrido y se alegraban porque lo hubiera hecho, estalla en miles de cristales que se clavan en mi interior.
—Quería ayudar— contesto temblorosa en un hilo de voz.
—Márchate— habla de nuevo poniendo toda la atención en mi madre.
Vuelvo a ignorar su petición y me acerco despacio para acurrucarme junto a ella. Las lágrimas no tardan en mojar la tela de su vestido al igual que las suyas humedecen mi cabeza.
—No era difícil de suponer— habla bajito apretando sus dedos en mi espalda—. Pero no quería pensar en que se había vuelto real. En que mi padre me odiaba de la misma forma que mi abuelo lo hacía con mi madre.
Escuchamos a mi padre respirar con fuerza y me incorporo para mirarle.
—Lo siento— dice levantándose y puedo notar cómo de nervioso se encuentra—. Debo volver al trabajo.
Sale de la habitación apresurado cerrando la puerta de golpe y vuelvo a recostarme sobre mi madre.
—¿Y si quiero hacerlo?— susurro y ella me separa para mirarme confusa. Cierro los ojos y respiro hondo—. ¿Y si quiero hacer lo que te daba miedo cuando estabas allí?
Pero niega con la cabeza, asustada, y aprieto los labios nerviosa por lo que pueda ocurrir.
—Deberían ser tus abuelos quienes lo decidieran— respira hondo apoyando una mano en mi mejilla—,ya que son quienes aún gobiernan ahora. Pero no podrías hacer nada porque tu padre y yo somos los siguientes...— sus dedos se aprietan en mi piel y evito soltar un quejido mientras observo cómo intenta no derrumbarse ante mí.
—Quizás podríamos hablarlo y que pasase directamente a mí— hablo separándome y cruzándome de piernas—. Jared dijo que la línea de sucesión se rompió cuando os marchasteis, así que supongo que no sería difícil convencer a tus padres de que yo sea la siguiente heredera a su Trono.
—Yo intenté cambiarlo— dice imitando mi postura—. Intenté que cedieran mi lugar a mi hermano, pero no funcionó. Por qué debería ser diferente contigo.
Muerdo mi labio inferior desviando la mirada pero no encuentro una respuesta, así que solo me encojo de hombros y me tumbo de nuevo con la vista hacia el techo.
—Pensé que al ver lo que habías sido capaz de hacer, tus padres por fin entenderían...
Suelta una carcajada que hace callar de golpe y me apoyo sobre un codo para mirarla.
—Nunca lo entendieron por mucho que se lo explicara en su momento, Emma. Así que sigo sin saber por qué, ahora, sería diferente.
Su expresión me asusta y me encojo un poco pero, cuando voy a contestar, mi voz se rompe en sollozos.
—Solo quiero estar con ella, mamá— contesto dejándome caer en su pecho—. Y si la única forma que tenemos para conseguirlo es que yo sea Princesa, lo intentaré. Por mucho que los abuelos me rechacen no dejaré de luchar por algo que me pertenece por derecho.
Sus brazos me envuelven con suavidad y deja un largo beso en mi cabeza.






Royal Secret (Reales III)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora