Paso corriendo por la puerta de la biblioteca y me detengo junto a ésta al escuchar la voz de mi madre desde el interior.
-Creo que ya les has hecho sufrir bastante- oigo a un hombre hablar caminando por la estancia-. Si volviesen a verte, mamá quedaría más destrozada de lo que ya se encuentra por tu culpa.
-¿Significa que no me han echado de menos?- pregunta con un ligero temblor en su voz.
-Lo hicieron, Ashley. Al principio. Luego dejaron de pensarte, de mencionarte en cada conversación. Y yo me sentí feliz por ser al fin el centro de atención de nuestros padres.
Su rostro se refleja en un espejo y puedo, a lo lejos, observarle: un cabello extremadamente rubio, como el de Valerie, y unos ojos de un azul más claro que los míos.
-Deberías enseñarle a tu hija a no espiar las conversaciones ajenas- dice girándose para mirar a mi madre, que está de espaldas a mí.
Retrocedo de forma inconsciente y choco con la pared, dándome cuenta de que, en algún momento, he entrado a la habitación.
Observo de nuevo al hombre y sé, por su vestimenta, que pertenece a un puesto de la realeza.
"Ashley está lista para pintar el retrato junto a tu prometido".
Es él. Es su prometido. El hombre al que odio desde que conocí la noticia.
"Y yo me sentí feliz por ser al fin el centro de atención de nuestros padres".
Es mi tío. El hermano de mi madre, aquel que no sabía que tenía por siempre ocultar su pasado hacia mí.
-Tú no deberías estar aquí- escucho su voz en un sollozo ahogado.
Y la miro, pero no digo nada. Ni siquiera me enfado por haberme enterado de su secreto de ésta forma.
Aprieto los puños con fuerza a mis costados y salgo al pasillo cerrando la puerta con brusquedad.
-¡Papi, la he encontrado!- exclama Victoria corriendo hacia mí con mi padre siguiéndola a varios metros de distancia.
Un nudo se forma en mi garganta y siento que me cuesta respirar a medida que se va acercando, y vuelvo a retroceder como hace unos segundos.
"¿Que voy a ignorar el echo de que parece que no empezasteis a vivir hasta que yo lo hice?"
Porque él, obviamente, también lo sabía.
-No- hablo en un hilo de voz cuando intenta tomar mi mano, apartándola despacio y alejándome hasta llegar a mi habitación.
Y la imagen del vestido junto a la tiara sobre mi cabeza vuelve. La fantasía de estar en un lugar distinto a éste aunque también era un castillo; de que, en esa visión, yo era la Princesa. Algo que siempre he deseado con fuerza y podría haber sido real.-Lo siento- susurra mi madre acostándose junto a mí bajo las sábanas.
Me giro hacia ella y niego con la cabeza.
-No hace falta. Pero quiero saber algo.
Ella asiente despacio dándome permiso para preguntar.
-¿Fue culpa tuya que os tuvieseis que marchar?
Cierra los ojos por unos segundos y respira con lentitud.
-Sí.
-¿Y qué hiciste para tener que llegar a ese extremo?
Sus manos, envueltas entre sí mismas, comienzan a temblar ligeramente y sé que está recordando.
-Decepcioné a mi padre- contesta en un hilo de voz apretando sus manos contra su pecho.
Acaricio su mejilla con suavidad y me acerco para besar su frente, cerrando los ojos y apoyándome en ella.
-Debía de ser muy especial.
Mi madre sonríe y me abraza acariciando mi cabello.
-Más incluso que la de vosotras con papá.
Un leve ruido metálico sobre madera a mi lado de la cama nos hace separarnos y salir de nuestro escondite, encontrándonos con mi padre.
Éste sonríe al ver a mi madre y rodea la cama para acercarse a ella.
-Me preguntaba dónde estabas- dice sentándose y besándola con suavidad.
Les observo perderse en el otro, reír y quererse como siempre lo hacen; aunque, ésta vez, hay algo distinto, como si sus labios preguntasen por una respuesta que aún no debe llegar.
-¿No os cansaís nunca?- sonrío fijándome en la bandeja sobre mi mesita de noche. Desvío la vista de nuevo hacia ellos mientras se separan despacio- Hay dos platos.
-Lo sé- contesta mi padre y nos mira a las dos por un segundo-. Tú no has comido desde el desayuno- explica mirándome-. Y tú- apoya la mano en el vientre de mi madre y lo acaricia con suavidad- apenas has cenado y necesitas alimentarte bien.
-Por el bebé- susurra aferrando la mano sobre la suya.
Mi padre niega y roza la nariz con la de ella.
-Por tí.
Sus labios vuelven a juntarse en un beso más corto pero igual de apasionado y yo me centro de nuevo en la comida, cogiendo el plato con menos cantidad y colocándolo sobre mis piernas estiradas.
"Quieres que sea más fácil, que podamos tener la oportunidad de mostrar nuestro amor al mundo tal y como lo hacen nuestros padres".
(...) "¿Eres feliz sabiendo que te casarás con alguien a quien no amas y teniendo siempre cerca a quién sí lo haces?"
Sigo queriendo contar la verdad, gritar al mundo lo mucho que nos queremos y que nadie pueda impedirnos hacerlo. Pero los planes de Valerie son diferentes y empiezo a sentirme frustrada por ello.
Devuelvo despacio la bandeja donde estaba y me levanto de la misma forma hasta salir de la habitación, empezando a correr por los pasillos hasta la de Valerie.
Ésta me mira extrañada cuando cierro la puerta y me acerco para tumbarme junto a ella, aunque dándole la espalda e, igual que mi madre, apretando mis manos envueltas entre sí contra mi pecho con fuerza.
-No digas nada- sollozo sin quererlo al escucharla incorporarse para mirarme.
Su mano se desliza con suavidad por mi mejilla, apartando las lágrimas que la recorren, y se tumba de nuevo apoyando la cabeza en mi hombro y agarrando mis manos.
-¿Ni siquiera que lo siento?- susurra rozando el dorso de éstas.
Niego cerrando los ojos volviendo a sollozar y me aprieto contra ella luchando con los impulsos de besarla.
-No puedes pedir perdón por algo que no crees de verdad- me giro despacio y nuestros rostros quedan a escasos centímetros- ¿Tan horrible sería arruinar tu imagen de princesa perfecta?
-¿Qué?
-Sabes a qué me refiero, Valerie- hablo despacio marcando cada palabra.
Ella se incorpora y abraza sus rodillas sin dejar de mirarme.
-No es...- cierra los ojos y respira profundo apretando más su agarre-. No es eso lo que quiero evitar.
Suelto una carcajada levantándome también e imito su postura.
-¿Qué es, entonces? Dices que me quieres, pero si lo hicieras de verdad, de la misma forma que yo lo hago, no me esconderías.
Su mano se desliza despacio hasta la mía y dejo que la apoye en ella.
-Mis padres no lo aceptarían.
Ruedo los ojos y me tumbo de nuevo gruñendo.
-Solo intentaste cancelar el matrimonio- recuerdo volviendo a mirarla-. Tal vez si contaras la verdadera razón para hacerlo, podrían entenderlo y dejarte ser feliz.
-¿Por qué piensas que sabes cómo funciona? Además recuerda que no debo casarme con él por el enlace entre los reinos si no por tener que...
Tapa su boca con la mano controlando las ganas de volver a vomitar y se levanta para abrir más la ventana, apoyándose en ella y tomando una gran bocanada de aire.
-Supongo que no quería recordarlo- susurro acercándome y abrazándola por la espalda.
-Yo tampoco- sus manos aprietan las mías y me aferro más a ella para calmar sus nervios-. Solo de pensar que un hombre podría tocarme de la misma forma que tú... Siento que me ahogo al hacerlo.
-No dejes que ocurra, entonces.
-¡¿Es que no lo entiendes?!- solloza enfurecida apartándose de mí-. No es lo que yo quiera, Emma, es lo que mi reino necesita- nos sostenemos la mirada y sus ojos enrojecidos me hacen sentir un nudo en la garganta-. Tú misma lo dijiste hace varios días, pero parece que has cambiado de opinión.
Continúo en silencio sin contestar, sabiendo que no puedo contarle lo que se supone que no debería saber: que su prometido es mi tío y que, en el momento en que se casen, pasaremos a ser familia. Y, sobretodo, que nuestra relación a partir de entonces cambiaría por completo; porque ya no podría pensar en ella como la chica de la que llevo dos años enamorada.
Recuerdo ese sentimiento, las mariposas en el estómago al verla sonreír mientras jugábamos en los jardines, cómo me estremecí cuando su mano agarró la mía sin dejar de correr. Cómo supe, desde ese día, que lo quería todo con ella, solo con ella.
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Royal Secret (Reales III)
Romance*Historia sin corregir* Emma ha crecido rodeada de joyas, vestidos preciosos y tiaras. Pero ninguna de esas cosas le corresponde a ella o a su familia. Viviendo bajo un protocolo que no le incumbe pero que intenta seguir lo mejor posible, a sus 15 a...