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Los quejidos de mi madre me despiertan en la madrugada, por lo que me levanto y corro a su habitación para ver lo que ocurre.
-¿Mami?- pregunto abriendo la puerta todavía en la oscuridad.
Tan solo se encuentra ella en la estancia, con los ojos cerrados y las manos apretando su vientre con dolor.
Una enorme mancha más oscura se extiende por el bajo de su camisón y por las sábanas. Y yo me asusto tanto que empiezo a llorar.
-Emma, ¿qué haces aquí?- pregunta mi padre preocupado y alejándome de la cama.
Pero yo no puedo apartar la vista de ella.
-Ya he mandado buscar al médico- escucho al rey a mi espalda.
Mi padre asiente e intento acercame de nuevo, pero me retiene del brazo y me saca de la habitación.
-Irás a dormir con los reyes.
-¿Mamá está bien?
Respira hondo y se agacha para quedar a mi altura.
-No, mi niña. Por eso quiero que me obedezcas y vayas con ellos- explica acariciando mi mejilla con suavidad y borrando los rastros de lágrimas-. ¿Lo harás por nosotros?
Asiento abrazándome con fuerza a él hasta que el rey me separa despacio, cogiéndome en brazos y apoyando mi cabeza contra su hombro para que no vea a mi padre entrar de nuevo a la habitación.
-¿Por qué no puedo estar con ellos?- pregunto cuando me sienta sobre la cama-. Yo también quiero ayudar a mamá.
Ambos se miran preocupados pero fingen una sonrisa al centrarse en mí.
-Ahora solo necesita a tu padre- susurra la reina abrazándome.
-Vamos a dormir, ¿de acuerdo?
La mujer asiente y los dos se tumban dejándome en medio.
Pero no consigo volver a conciliar el sueño y, cuando sé que están dormidos, me levanto con sigilo para ir con mis padres.
La puerta está cerrada, pero puedo escuchar las voces de su interior.
-No puedo hacer más. Dormiré aquí y vendré a comprobar su estado a primera hora.
-No deje que se muera- oigo a mi padre sollozar y siento mi corazón encogerse-. Perdería todo si la pierdo a ella.
La puerta comienza a abrirse y me aprieto contra la pared en un intento por que no me descubran.
Y observo desde ahí a mis padres: mi madre dormida, todavía soltando pequeños quejidos, y mi padre arrodillado a su lado, cogiendo sus manos y dejando besos sobre ellas.
-No te vayas, por favor- solloza acercándose a su rostro y acariciándolo con suavidad.
Apoyo la cabeza en la madera sin apartar la vista de ellos y poco a poco voy deslizándome hasta el suelo y quedándome dormida.
Me encuentro en mi cama cuando despierto y salgo de nuevo corriendo al recordar lo sucedido hace unas horas.
-¿No vas a decir nada?- escucho a mi padre al otro lado de la puerta, pero ésta vez su tono es firme, el mismo que usa con Valerie y conmigo al regañarños por nuestras travesuras-. Al menos podrías lamentarte por lo ocurrido.
-¿Qué?- mi madre responde de igual manera y la escucho moverse sobre el colchón- ¿Insinúas que ésto ha sido culpa mía?
-No, Ashley, solo digo que...
-Sí lo estás haciendo- le corta de inmediato-. Me estás culpando de algo en lo que tú también has participado.
Le escucho soltar una carcajada.
-Perdóname por querer cumplir con todas tus peticiones.
-Lárgate de aquí, Eric- gruñe mi madre y vuelvo a esconderme en mi habitación.
Su puerta se abre de golpe y es cerrada con un estruendoso portazo, pero los pasos caminan de nuevo hacia ella tras unos segundos.
Y no sé muy bien lo que ocurre después, tan solo les escucho gritar haciendo que tape mis orejas con fuerza y me acurruque en un rincón queriendo que dejen de odiarse.

Las lágrimas se deslizan por mis mejillas cuando despierto, pero todos están dormidos y nadie puede socorrerme, así que me levanto y me acerco al cristal que nos separa del cochero para golpearlo suavemente.
-Necesito salir a dar un paseo- intento gritar lo menos posible para que me escuche-. Para, por favor.
El carruaje se detiene y salgo despacio al exterior, adentrándome en la espesura.
Camino todavía escuchando los gritos de mis padres en mi cabeza, el odio que se tuvieron en ese momento y en los días posteriores.
" (...) pensábamos que no recordabas nada de ello (...)" "Tampoco sabía que lo hacía".
Pero lo he hecho. He recordado, aún en forma de sueño, lo que causó tanto dolor en mi familia.
-Emma- mi padre habla bajito, temeroso, y se agacha despacio junto a mí para envolverme en sus brazos.
Pero no le quiero a él. Ahora mismo solo quiero a mi madre, así que me separo temblando y la suplico con la mirada que sea ella quien me consuele. Asiente despacio ocupando el lugar de mi padre.
-Nunca te dije cuánto sentía que hubieses perdido al bebé- sollozo aferrándome a su pecho.
Mi padre se sienta a nuestro lado acariciando mi espalda con suavidad.
-Eras demasiado pequeña para hacerlo en su momento y también cuando te lo contamos después.
-Quizás si lo hubieseis hecho podría haber llorado con vosotros.
Observo sus ojos brillar en la oscuridad y cómo los cierra dejando que las lágrimas escapen por ellos.
-No podríamos- solloza con la voz entrecortada apretando la mano a mi espalda-. Nunca dejaríamos que sufrieras por algo que no te pertenece.
Me separo despacio para mirar a mi madre, que mantiene la vista al frente como si estuviese ajena a lo que ocurre a su alrededor.
-Cuándo vas a dejar de ser egoísta- pregunto frunciendo el ceño y apártandome del todo.
Ella pestañea consiguiendo reaccionar y mirarme de la misma manera.
-Emma- mi padre llama mi atención acercándose, pero doy un paso al lado manteniendo las distancias.
-No- murmuro apretando los puños a los costados mientras las lágrimas comienzan a surcar mis mejillas-. Si no os hubieseis marchado nada de ésto estaría ocurriendo- sollozo cerrando los ojos-. Nada sería real y yo no...
No puedo seguir, las palabras se quedan atascadas en mi garganta dejando que sean los sollozos los que emerjan de ella.
Les miro a ambos una última vez y avanzo deprisa de nuevo hacia el carruaje.


Royal Secret (Reales III)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora