Pequeña Sombra

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Espero que les guste~

Nota: No olviden que acepto peticiones, mi gente ^_^

MK no podía apartar la vista del pequeño mono de pelaje oscuro que tenía enfrente, divertido de verlo murmurando entre dientes con obvia molestia y sorprendido de saber exactamente quien era. Era Macaque, sin ninguna duda, era difícil no reconocer el pelaje negro y las seis orejas visibles, que ahora que veía bien se movían constantemente.

-¡Deja de mirarme, tonto mortal!- gruñó el mono, apuntándolo con uno de sus pequeños dedos.

-N-No puedo...- se mordió la lengua para no reír. -...¡Eres adorable!- sonrió enormemente. Le parecía adorable, así pequeño y enojado, con la remera que MK le dio apresuradamente al darse cuenta que su ropa original le quedaba inmensa. La remera le quedaba grande pero eso era mejor que nada.

-¡No soy adorable!- pisoteo el suelo, molesto, mirándolo con ojos brillantes. -¡Soy peligroso, soy poderoso! ¡Soy el mono de las sombras!- bufo al notar que la sonrisa del humano solo se agrandaba. Eso no era lo que quería. -¡Debes temerme!- chillo, sus orejas moviéndose y solo haciendo que se vea más tierno.

-Esta bien, esta bien- rio ligeramente, divertido ante el enfado ajeno. Rebusco en su mochila, porque lo secuestraron justos cuando estaba comprando algunas cosas, y sacó un pequeño pote. Lo destapó, mostrando su interior relleno con algo rojo y que parecía algo brillante. Gelatina, había logrado que el pequeño mono se quedara a su lado por la gelatina y ese era el último pote que tenía. Recuerda que su maestro le había contado el amor de Macaque por la gelatina en su momento y agradeció haber comprado algunos potes antes de que lo secuestraron. No estaba planeado eso para su día pero al menos, todo salió bien. -Aquí, come- se lo extendió al mono, quien dejó de  murmurar al ver el pote.

-Frutilla~- tarareo al olerlo, sonriendo con emoción. Lo tomó con sus pequeñas manos y se sentó, empezando a comer con los dedos, su cola moviéndose con gusto. MK suspiro y se rasco la nuca, sin saber qué hacer. Debería irse, volver a la ciudad para demostrar a sus amigos que estaba bien y seguir con su vida pero no podía dejar a Macaque en su pequeño estado, no quería dejarlo así. -Dame más- exigió cuando se lo termino, relamiéndose los labios y los dedos para sacar el resto de gelatina que tenía.

-Ya no tengo...- el pequeño hizo un puchero y el humano se mordió la lengua para no arrullar, era tan tierno. -...pero puedes venir conmigo...- ofreció, ya tomando una decisión. Se lo iba a llevar y lo iba a cuidar hasta que volviera a la normalidad, ya luego verían que hacer. -...y podemos comprar más. Incluso podemos hacer la gelatina que quieras- ofreció rápidamente.

-¿Se puede hacer?- lo miro con ojos brillando con esperanza antes sus palabras. Parpadeo, pareciendo recordar con quien estaba hablando y retrocedió ligeramente, cruzándose de brazos y mirando con sospecha al mortal. -¿Por qué quieres que vaya contigo, humano?- preguntó, desconfiado.

-Soy MK...- recordó con una sonrisa nerviosa. El pequeño mono se negaba a llamarlo por su nombre por el momento, esperaba poder cambiar eso en algún momento. -...porque quiero cuidarte- contestó sin dudar, sonriendo ligeramente. Su respuesta pareció sorprender al mono por la forma en la que sus ojos se abrieron y su cola se detuvo.

-"No confíes en los humanos", eso es lo que todos los demonios dicen...- movió lentamente la cola, pensativo, mirando al chico que tenía enfrente. Estaba sentado en el suelo, con una postura relajada y obviamente desprotegido, mirándolo a los ojos con una suave sonrisa en su rostro y sin rastro de miedo o asco. Era diferente a todo los rumores que había escuchado de los otros demonios. -...pero puedo escuchar tu corazón y su ritmo no ha cambiado. Eres sincero sobre querer cuidarme...- porque esa es la verdad, podía escuchar el corazón del humano, constante y tranquilo, sin cambiar en ningún momento. -...eres raro-

-Escuche eso mucho- rio alegremente, tomando eso como un cumplido. -Quiero cuidarte porque...- porque sentía que Macaque no era tan malo como parecía, porque sentía que él solo era alguien que había cometido un error en el pasado del que nunca pudo echarse atrás, porque sentía que él había estado mucho tiempo solo y necesitaba compañía. Todo eso era lo que sentía pero no podía decirle eso al pequeño mono. -...no quiero dejarte solo y quiero asegurarme de que este bien- sonrío, eso era lo más cercano a la verdad de sus intenciones.

-En serio eres raro- murmuro Macaque, mirándolo fijamente. Se lo pensó, no tenía ni idea de a donde ir desde aquí o que hacer, ir con el humano era su mejor opción. Además, tampoco quería estar solo por el momento. -Bien...- suspiro, viendo sin entender como la sonrisa del humano se agrandaba con alegría. -...pero quiero mucha gelatina-

-¡Te conseguiré todas las que pueda~!- asintió sin dudar, cerrando su mochila con apuro y poniéndosela en la espalda, arrodillándose en el suelo y abriendo los brazos con emoción, moviendo las manos con anticipación y queriendo abrazarlo. Macaque lo miro sin entender pero se acerco a paso lento, sintiendo como los brazos ajenos lo abrazaban rápidamente y con suavidad, alzándolo. Las orejas del mono se movieron ligeramente, escuchando atentamente como el corazón del humano se aceleraba un poco y notando como sus ojos brillaban con felicidad. El humano en serio que era raro, viéndose feliz solo porque se estaba dejando abrazar. MK se levanto, sosteniendo al pequeño mono de pelaje oscuro con un brazos, usando su mano libre para llevarla a su oreja y hacer aparecer su bastón, haciéndolo grande y girándolo en su mano, sonriendo ante el pequeño sonido de asombro que salió del mono. -¿Listo?- sonrío. Macaque se aferro a la ropa ajena y asintió rápidamente, la sonrisa del chico solo haciéndose más grande. Apoyo uno de los extremos del bastón en el suelo, haciendo que se alargue de golpe y logrando que los elevara, MK riendo con diversión y Macaque soltando un pequeño chillido de sorpresa. Era hora de irse a casa.

~Monkie Kid~ 1️⃣Donde viven las historias. Descúbrelo ahora