La Coleccionista #5

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Espero que les guste~

Nota: Soy mala para escribir pelea, así que tengan paciencia xfis :3

Todos se tensaron, atentos a lo que sea que pudiera suceder a continuación. La niña levantó su mano, apuntando hacia ellos, sus ojos brillando intensamente. La puerta de salida se cerró de golpe, sobresaltándolos, ella no iba a permitir que ellos se fueran, no sin pagar las consecuencias.

-Mis muñecos...- llamó con voz firme. -...es hora de que defiendan a su dueña- y para sorpresa de los presentes, los muñecos de aspecto humano cayeron de repente de sus estantes, retorciéndose, su tamaño aumentando lentamente hasta lo que de seguro eran sus tamaños originales, levantándose y mirándolos con expresión fría, los ojos coloridos brillando de color azul.

-Son sólo niños...- no debía ser muy difícil luchar. Uno de ellos fue rápido en moverse, adelantándose, alzando su pequeño puño e intentado golpear a Mei, quien levantó su espada para defenderse, teniendo que retroceder un paso por la sorprendente fuerza del menor.

-¡Son fuertes!- se dieron cuenta de que  estaban en problemas.

-Van a pagar...- gruñó, molesta, retrocediendo para entrar por la puerta por la que apareció. -¡Van a pagar por invadir mi casa!- y corrió por el pasillo, alejándose con MK entre sus brazos aún. Los demás tropezaron, apenas esquivando los golpes de los niños, quienes ni siquiera parecían necesitar un descanso antes de volver a lanzar otro golpe más. Sandy logró agarrar a dos de los menores, esforzándose para mantenerlos quietos pero sin lastimarlos.

-¡Vayan ustedes dos, nos haremos cargo aquí!- ordenó Pigsy, sujetando con dificultad a uno de los tantos niños. Mei estaba huyendo, sin querer lastimarlos, esquivando lo mejor posible.

-¡Bien!- los monos corrieron por el pasillo, dándose cuenta que la cabaña en serio era más grande de lo que aparentaba. El pasillo parecía casi eterno, ambos corriendo tras la niña que solo podían escuchar tararear a lo lejos y entonces, parecieron llegar a su fin, entrando a un cuarto de gran tamaño que se veía diferente a la habitación anterior, abandonado y triste, con un fuerte olor a polvo y mugre en el aire. Frente a ello, parado rígidamente, estaba MK en su tamaño original pero con los ojos brillando de color azul, con expresión fría y sin moverse, con bastón en mano. El par hizo una mueca, esa cosa iba a ser un problema.

-Vallase...- hablo la niña, parada tras el chico, mirándolos con el ceño fruncido. Los quería fuera, lejos de sus cosas y de su casa, quería que se vallan. -Es mi casa, son mis cosas y no deberían estar aquí, deben irse-

-No sin mi alumno- gruño Wukong con el ceño fruncido, mirándola a los ojos, desafiándola.

-No sin esos niños- agrego Macaque, molesto con la actitud ajena. Se suponía que era el espíritu de una adulta pero parecía más una niña mimada, una que no entendía lo que estaba haciendo.

-Él es mío...- hizo una mueca, molesta. -Son míos ahora...me los lleve y son míos...y no pueden llevárselos- gruño, sus ojos empezando a brillar nuevamente. -¡No van a llevarse a nadie de aquí!- había gritas azules y brillantes en su rostro, empezando por alrededor de sus ojos y empezando a extenderse lentamente. Ese pequeño cuerpo humano no iba soportar ese poder por mucho tiempo. -¡No los voy a dejar!- hizo un gesto con las manos, brusco y luciendo desesperada, MK se moviéndose rápidamente hacia ellos, girando su bastón. Los monos entrenaban con ese chico, sabían como se movía, pero esta vez era diferente, el menor se movía de una manera extraña, como si fuera un muñeco movido por cuerdas, y su falta de expresión hacia más difícil enfrentarlo.

-¿Alguna idea?- gruño el dios, bloqueando con sus brazos el ataque del menor, haciendo una ligera mueca ante el golpe de su bastón. Diablos, eso dolía. MK hizo girar su bastón, golpeando con fuerza al mono más cercano.

-Encárgate del chico...- Macaque se agacho para esquivar y pateo al menor en el pecho, empujándolo hacia su contraparte. -...yo iré por ella- gruño, sus ojos fijos en la piedra azul que colgaba alrededor del cuello de la niña. Wukong gruño pero no se quejo, siendo golpeado en el rostro por lo que había sido su bastón en el pasado por su descuido momentáneo. El mono de las sombras se rio ante aquello y se movió rápidamente, directo a la niña.

-¡No!- ella retrocedió, en guardia, con las manos en alto y los ojos brillantes, las grietas en su rostro extendiéndose un poco más. -¡Aléjate de mi, intruso!- alzo las manos, creando múltiples sellos azules en el suelo, el mono esquivando con agilidad y luego, lanzándose sobre ella, logrando agarrarla por la ropa desde atrás, levantándola sin mucha dificultad. -¡Suéltame!- se retorció, intentando soltarse, desesperada. 

-Nop- su mano libre se acerco, rodeando el collar ajeno con sus dedos.

-No es justo...- sollozo, lagrimas saliendo de sus ojos, las grietas extendiéndose aun más. -...no es justo...me los lleve, son míos...son tan malos como ellos, como los que me arrebataron todo lo que tenía...- agarro la muñeca ajena, viendo con miedo y tristeza la mano rodeando su collar. Eso no era bueno, no era nada bueno. -...no es justo...no es justo...- repitió, sus dedos clavándose en el brazo del mono, desesperada y temerosa.

-Malas noticias, niña...- Macaque sonrío, burlón y molesto. -...no todo es justo en este mundo- apretó el collar que sujetaba con su mano y lo rompió, soltando a la menor, quien cayo de rodillas en el suelo. La boca de la niña se abrió en un jadeo de sorpresa, sus ojos fijos en los pedazos de lo que antes era su collar, acunándolos entre sus manos. El color de la piedra se desvaneció, quedando opaca y gris.

-Es hora...de pagar mi deuda...- sollozo y se abrazo a si misma, abriendo su boca para dejar escapar un chillido ensordecedor y doloroso, quienes habían sido transformados en muñecos quedándose quietos de repente, quienes habían ido a salvar a su amigo teniendo que taparse los oídos por el fuerte y horrible sonido. Algo blanco y algo transparente salió de su espalda, desvaneciéndose, llevándose con eso el sonido, y todo quedo en silencio. El cuerpo de la niña cayo al suelo con un suspiro, el azul de su cabello desvaneciéndose y muy pronto, todo lo demás también cambio lentamente, la cabaña a la que habían entrado desvaneciéndose y dejando al grupo en medio del bosque, quienes habían sido controlados cayendo al piso con un suspiro, inconscientes pero libres.

-¡MK!- todos corrieron hacia su amigo, Wukong arrodillándose a su lado, pasando su brazo por detrás de los hombros ajenos para levantarlo ligeramente. El chico se quejo entre dientes pero no se despertó, aunque a ninguno lo molesto eso, aliviados de ver a su amigo sano y salvo con ellos.

-¿Qué hacemos ahora?- pregunto Sandy, viendo con preocupación y tristeza al pequeño grupo de niños inconscientes. Terminaron por llevarse a los niños a la policía, donde los oficiales llamarían a los padres de cada uno de ellos para enviarlos con sus familias. Eso era lo mejor que podían hacer.

... ... ... ...

MK miro con una sonrisa la reunión de los niños con sus familias, lleno de lagrimas de alivio y abrazos. Estaba aliviado, contento, de que todos ellos pudieran haber vuelto cada quien con su familia. Bajo la vista al escuchar su teléfono sonar, riendo ligeramente ante la cantidad de mensajes que entraron de repente. Se levanto para irse antes de que pensaran lo peor y fueran a buscarlo. Él también había vuelto con su familia.

~Monkie Kid~ 1️⃣Donde viven las historias. Descúbrelo ahora