Atados #2

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Espero que les guste~

Nota: ¿Cómo creen que reaccionarían los demás ante esto?

Cuando Macaque empezó a recuperar la conciencia, lo primero que hizo fue murmurar todas las palabrotas que conocía, sintiendo un fuerte dolor en todo su cuerpo y recordando la pela con los los celestiales que lo dejaron mal herido. Se movió, notando que estaba libre, recostado sobre algo suave y blando. Apoyo sus manos y empezó a levantarse lentamente.

-Voy a matarlos a todos...- gruño con molestia, haciendo una mueca. Todo su cuerpo dolía. -...malditos hijos de la...- y se de tuvo en seco, dándose cuenta de unos detalles: el primero era que estaba en una habitación algo desordenada teniendo en cuenta la ropa tirada en el suelo y con un fuerte olor a fideos, recostado sobre la cama y ligeramente tapado con una sabana roja, un muñeco de un mono sentado junto a un reloj despertador sobre la mesa al lado de la cama. Y lo segundo fue que ya no estaba herido, solo adolorido, mirando con algo de sorpresa donde le habían hecho un gran corto y donde ahora solo había nada. Mueve ligeramente las orejas, demasiado cansado todavía para ocultar las extra, escuchando una voz familiar que parece venir de abajo, pasos subiendo rápidamente. La puerta se abrió de repente y alguien entro, cerrando la puerta.

-Ufff, eso fue horrible- suspiro y entonces, Macaque puede ver a MK, luciendo cansado mientras se acerca a donde esta él, sin notar que esta despierto. El chico levanta la vista y se detiene en seco cuando sus ojos se encuentran con el mono despierto, sentado y mirándolo fijamente.

-Hey~- saludo, divertido ante el asombro ajeno.

-¡Macaque!- reacciona ante la voz, acercándose unos pasos pero retrocediendo rápidamente, sin querer agobiar al recién despierto. -¡Ho por todos los cielos, lo siento muchísimo!- chillo de repente, moviendo las manos en gestos frenéticos y con cara de pánico, el mono solo mirándolo con curiosidad y confusión. -No sabía para que me llamaban, te lo juro, pero tampoco entendía nada de lo que decían al principio porque hablaban raro y todo era muy aburriiiiidoooooo pero de repente, ¡Tu estaba allí! Te mantenían atado y colgado, inconsciente, como si fueras algún tipo de premio o que se yo lo que cruzaba la mente de esos locos. Me dieron dos opciones, no sabía que elegir, pero no creí que te merecieras morir en manos de esos raros, así que elegí vida y me dijeron "Ahora esta bajo su mando"...- imito una voz seria y haciendo una mueca, el mono parpadeando lentamente ante aquello. Ese niño tenía unos buenos pulmones para hablar tan rápido y sin respirar. -...pensé que era un chiste pero aparecieron la corona, el anillo y el pergamino con reglas, así que resulta no era realmente un chiste...- Macaque se canso un poco de la divagación, entendiendo solo algunas cosas de aquello. Se levanto y se acerco al menor, quien estaba demasiado distraído, agarrando las muñecas ajenas y logrando que este lo mirara con los ojos bien abiertos, aguantando la respiración. El mono podía escuchar el corazón del mortal, latiendo rápidamente por el nerviosismo y el miedo.

-Respira, MK. Respira profundo- exagero una respiración profunda, el castaño obedeciendo y copiando su acción, dejando escapar un tembloroso suspiro.

-Lo siento...- murmuro, ligeramente avergonzado pero más nervioso por la reacción ajena a toda la situación. El de pelaje oscuro simplemente tarareo, sin soltar la muñeca del menor y mirando el anillo dorado que rodeaba uno de los dedos ajeno, alzando su mano libre y rozando la corona que rodeaba su cabeza. Camino hacia la cama y se sentó, obligando al chico a hacer lo mismo a su lado al no haberlo soltado.

-Déjame ver si entiendo todo o por lo menos la mayoría...- tenía un dolor de cabeza en aumento. -...te dieron a elegir entre vida o muerte, elegiste vida y por ello te hicieron hacerte cargo de mi...- el humano asintió rápidamente. -...¿Qué decía el pergamino exactamente?-

-El pergamino lo describió todo esta cosa de corona y anillo a juego como...una correa- hizo una gesto, luciendo incomodo. -Debes obedecer ordenes en su mayoría, también puedo llamarte en cualquier lado y la corona de obligara a aparecer en donde estoy- hizo un puchero. -No quiero darte ordenes- murmuro con tristeza, lo que menos quería era obligar a alguien a hacer algo, eso era horrible.

-Me lo imagine- soltó al chico y se paso las manos por la cabeza, revolviendo su ya despeinado pelaje. Suspiro con cansancio, sin saber como sentirse respecto a todo ese desastre pero sin estar enojado con MK, había decidido lo que creyó mejor en una horrible y estresante situación.

-Podemos...ver el lado positivo, ¿no?- mostro una sonrisa nerviosa. Estaba sorprendido de que el mono no se haya tomado peor la noticia pero estaba algo aliviado de no recibir gritos o reclamos de ningún tipo.

-¿Cual lado positivo?- enarco una ceja, mirándolo.

-No soy Monkie King- lo dijo en tono de broma, sintiendo que si el par de monos estuvieran en esa situación, se estarían arrancando el pelaje entre ellos. Se lo imagino y no pudo evitar reír, Macaque al parecer pensando lo mismo y dejando escapar un bufido.

-Gracias a esos bastardos que eso no sucedió- soltó una pequeña risa. El niño tenía razón, las cosas podrían ser peor, podría haber muerto o terminado bajo el mando de alguien que le ordenaría a hacer quien sabe que cosas. MK, amable y con el corazón de oro, era la mejor opción para la situación al decir verdad.

~Monkie Kid~ 1️⃣Donde viven las historias. Descúbrelo ahora