𝓐𝓵𝓮𝔁𝓲𝓽𝓲𝓶𝓲𝓪 [ʜᴇʀᴍɪᴏɴᴇ ɢʀᴀɴɢᴇʀ]

[06]

— Papá, esto es...– comenzaba con una sonrisa hasta que está observo que no estaba su padre, borro su sonrisa y le dio un asentimiento. — Profesor Dumbledore, buenas noches.

— Amaris. – le sonrió el anciano director y está se la devolvió muy leve.

— ¿Sabe dónde está mi padre? – pregunto dejando su mochila en el sillón.

— Estaba por preguntarte eso. – dijo caminando por el despacho de Severus Snape. — ¿Como has estado Amaris?

— Claro. –murmuró — Mejor que nunca. – le respondió acomodando su corbata de Slytherin.

— Severus me dijo que no te agrada la idea del torneo de los tres magos, ¿Que te parece una tontería, no?

— Sí, eso pienso. – admitió sentándose en la silla de su padre. — ¿Por qué?

— ¿Por qué?– repitió la pregunta con distinto sentido y Amaris alzó una ceja. — ¿Por qué no te agrada el torneo?

— Porque mi instinto dice que uno terminará muerto, además solo ganas por hacer cosas estúpidas y sin sentido.

— ¿Entonces no te agradaría participar ni un poco? – le pregunto confundido y sorprendido. — Eres diferente, todos quieren participar en el torneo, pero tú no...

— No señor. – respondió. — No me agradaría participar en algo que no vale la pena, no quiero morir tan joven, menos morir de manera tan idiota.

— Claro. – dijo sonriendo divertido por las caras que hacía la chica.

— ¿A qué se debe la pregunta? Si lo puedo saber por supuesto.

— Simple curiosidad. – Amaris frunció el entrecejo y asintió no tan convencida. — He visto...cierta conexión con el señor Malfoy...– le dijo divertido y una sonrisa insinuante.

— ¿Que? Oh no, Draco es más como familia, lo conozco desde que tengo memoria eso sería ciertamente incómodo y Draco no es mi tipo, deje de estar inventando cosas por su cabeza, profesor.

— Claro, claro. – sonrió y Amaris asintió tranquilamente, se levantó de la silla tomando la mochila. —¿Ya te vas? Creí que podrías llegar al gran comedor con nosotros, después de que viniera tu padre por supuesto.

— Ahh si, mhmm..– lo pensó y negó con una sonrisa jugando con las mangas de su túnica. — Creo que no quiero tener otra plática con mi padre sobre lo mal que manejo mis tiempo, gracias. – le dijo con una muy pequeña sonrisa y el hombre sonrió ampliamente al ver a aquella chica, la cuál salió caminando tranquilamente hacia el gran comedor mientras tarareaba una canción.

Olvidó por completo que traía la mochila, pero sería demasiado tiempo, y aunque al principio siempre le dijera a su padre que le molestaba lo que le ordenaba, lo terminaba haciendo.