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— Nunca aprenden...que lástima. – escuchó aquella voz de serpiente, Amaris reaccionó caminando entre los seguidores de Lord Voldemort, mirando por fin el castillo, pues no lo había hecho desde que había salido del castillo con su padre, con solo mirarle supo de inmediato que esté ya se encontraba protegido.

La chica examinaba el castillo mientras sacaba otro frasco con un líquido transparente, en realidad desconocía que era el contenido, más sin embargo tenía esperanza que era otra poción para los nervios.

— Pero...mi señor. – hablo uno de los mortifagos y Voldemort junto los demás, le miraron fijamente para el hombre ponerse nervioso más sin embargo dando unos pasos hacia el mago tenebroso. — ¿Y si esperamos un poco?

Voldemort le miró y el otro comprendió de inmediato que su idea había sido una ridiculez y este regreso a su lugar.

— Comiencen. – ordenó cómo si se divirtiera.

Amaris, al igual que todos, levanto su varita atacando la protección que tenía el castillo en el que minutos atrás había estado. Poco a poco comenzaban a vencer su protección.

La niña estaba sentada leyendo entretenida un libro viejo, estaba tan entretenida que no se percataba de las personas que le miraban. La pequeña rubia estaba muy emocionada pasando la página.

— ¿No te parece que es un libro que deberá leer en al menos diez años? – pregunto muy sorprendida la mujer observando a la niña desde muy lejos.

— A mi parecer, Minerva. No hay edad para la lectura, debo admitir que me parece asombroso los temas que elige y...lo más increíble es la manera en que los entiende. – hablo el director del colegio admirando a la pequeña Snape. — Es una maravilla que comiences a enseñarle de todo, Severus, pero no olvides que es solo una niña y merece divertirse.

— Yo no le he obligado a hacer esas lecturas. Ella toma sola el interés, es algo que le gusta y le beneficia, no planeo prohibirle algo que le ayuda, prefiero que mi hija se divierta de manera culta a qué  haga ruido y sea una ignorante. – expreso viendo a su hija. El hombre acomodo su túnica y sus lentes.

Albus Dumbledore miraba fascinado a la pequeña rubia, la niña tenía conocimiento que no era nada normal a su edad, si algo esperaba con ansias era a qué la Snape entrara al colegio como alumna, las dudas le llegaban por saber a qué casa pertenecerá, pues sus padres son de casa rivales, más sin embargo aquella niña tenía mucho de las otras sobrantes.

Por supuesto que la rubia le recordaba mucho a su ex alumna, parte de su comportamiento era como el de la McKinnon, más sin embargo Dumbledore observaba mucho a la niña y sabía perfectamente que Amaris tenía una manera de hablar que le era muy parecida a la del profesor de pociones.

— Si me permiten debo retirarme. – hablo son aquel tono frío mientras caminaba hacia la pequeña que seguía leyendo en espera de su padre. — Vamos Flo, tienes que comer.

— ¿Debe ser ahora? – pregunto con una pequeña mueca mientras el hombre asentía. — Pero estoy por entrar en un tema muy interesante, ¿No podemos quedarnos un poco más?

— No, Amaris. Guarda las cosas y nos vamos, ya es tarde. – indico viendo a la niña cerrando los libros, está se quedó quite un momento mirando la nada, logrando la preocupación de su padre. — ¿Ama?

La niña corrió con dificultad al tener la pesadez de los libros.

— ¡Amaris vuelve ahora! – grito su padre negando levemente, creyendo que la niña se escondería en el castillo, lo cual sería extraño pues la Snape obedecía las órdenes de su padre, pero está se detuvo en frente del director quien sonrió tiernamente, bajando mucho la mirada y la niña levantándola al tener a alguien tan alto.

𝓐𝓵𝓮𝔁𝓲𝓽𝓲𝓶𝓲𝓪 [ʜᴇʀᴍɪᴏɴᴇ ɢʀᴀɴɢᴇʀ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora