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Se movía ágilmente y con tranquilidad, intentando hacer la menor cantidad de daños posibles, sus ojos se abrieron inmensamente en pleno duelo.

Busco con inquietud aquel chico Slytherin, olvidando por un momento defenderse, pero afortunadamente su padre estaba ahí para defenderle.

- Por está razón te dije que te fueras. Eres débil y no sabes defenderte. - Amaris cansada todo los ojos y comenzó a caminar

- No pienso tener una pelea contigo mientras otros mueren a nuestro alrededor. - se quejo mirando los ojos negros del hombre que caminaba a su lado.

- Estás a tiempo de irte cómo algunos otros lo están haciendo.

- A diferencia tuya yo no soy cobarde. Te ofende que lo digan pero eso has sido, egoísta, inútil y un cobarde eh, ni siquiera serviste para matar a tu hija, no pudiste hacerlo tú, tuviste que decirle a alguien más, ¿Por qué no te atreviste a asesinar a tu propia hija? Maldito cobarde, por eso nunca fuis...

La Snape solto un leve quejido al sentir su espalda golpeando el muro, su padre apuntándole con fastidio. Y cómo era de esperarse, aquella sonrisa arrogante se expandió lentamente por los labios de la pelinegra.

- No pienso permitir que me hables de tal manera, soy tu padre.

- ¿Ah si? - alzó una ceja. - Pues dime cuándo carajos regreso porque se fue, me dejó en el momento que más le necesitaba. - su rostro era nuevamente serio, la chica se soltó bruscamente del agarre de su padre, dejando de estar contra la varita y la pared.

- ¡Por dios! ¡Deja ya de victimizarte! - soltó furioso siguiendo a su hija que emprendia camino sin rumbo.

- ¡Deja ya de hacerme menos! - dijo entre dientes enfadada, ¿Si a su padre le molestaba tanto su presencia porqué simplemente no dejaba de seguirla? - No te pedí que me defendieras, hubiera sido mejor para todos que esa maldición me diera, no debiste defenderme, te habrías alegrado tal vez. Ahora deja de seguirme, me estorbas.

Severus miraba los movimientos de Amaris, la chica caminaba molestan y aquella vena que se le remarcaba en la frente diciendo que estaba más que furiosa. El hombre estaba por hablar, cuando su hija sin pensarlo, cómo si de atrapar una bola de béisbol se tratase por una clase de reflejo. Termino con la vida de la chica que corría a matarla.

- ¿Que mierda Amaris? - cuestionó mirando sorprendido a su hija, encontrando que la chica no tenía expresión alguna, ¿Desde cuándo su pequeña podía estar tan tranquila luego de matar a alguien?

- Quién te entiende...primero me ofendes porque casi me matan y dices que no me se defender, pero mato a alguien y te sorprende, ¿Qué es lo que te sorprende? Tal vez debiste ponerme más atención, reacciona, te quedaste muy atrás, ya no tengo once años.

El hombre se quedó quieto, reaccionando más de lo que ya lo había hecho, por supuesto que sabía que Amaris ya no tenía once años, ya se había percatado de ello, sin embargo, que ella se lo recalcara, eso sin duda le cayó como un valde de agua fría.

Amaris, por su parte, no se fijo en su padre, siguió caminando dejando de sentir la presencia del hombre. La chica tenía una misión, no la de Dumbledore, no la de Harry, no la de su padre, la de ella, y en verdad no sabía si al final del día seguiría con vida. Pero si de algo se encontraba segura, era que no moriría sin antes vengar el asesinato de Marlene McKinnon.

La chica estaba cegada, no le importaba a quien lastimaría de por medio y no parecía que hubiera algo para lograrla hacer cambiar de opinión, cabía la posibilidad de que se arrepintiera, o que tal vez no sintiera ni un poco de arrepentimiento.

𝓐𝓵𝓮𝔁𝓲𝓽𝓲𝓶𝓲𝓪 [ʜᴇʀᴍɪᴏɴᴇ ɢʀᴀɴɢᴇʀ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora