Su mirada permanecía perdida, pero sus ojos transmitían una sola cosas cómo su expresión, no había más que odio, un odio tan puro e inexplicable.
Lo que sentía ella era a lo que ya se había acostumbrado, aquel zumbido en los oídos, la presión en el pecho que le lastimaba, la irritación de ojos, la boca seca con aquella dificultad de respirar pero nada que no fuera controlable.
- Amaris. -sintio la mano de alguien en su hombro y giro a mirarle con aquel odio que la dominaba, el hombre miró el suelo y miró con sorpresa a la chica, quitó de inmediato su mano y relamio sus labios mirandola ahora con lástima. - El señor tenebroso requiere de tu presencia.
- ¿Dónde está Draco? - fue lo único que pregunto sintiendo un ardor en su garganta, paso saliva tratando de humedecer su garganta. El padre del chico negó encogiéndose de hombros.
El hombre estaba por hablar pero la chica ya se había convertido en un humo negro volando por el cielo estrellado.
En cuanto aterrizó metió su mano a sus bolsillos, cerró los ojos tratando de controlar el gran dolor de cabeza que sentía, abrió los ojos sacando sus manos vueltas en puño y las puso por detrás de su espalda entrando al lugar aún con su dolor.
Harry y sus dos amigos corrían hasta desminuir su paso siendo silenciosos para llegar al mismo lugar en donde se encontraba el mago tenebroso y su seguidora.
Hermione no sabía cómo explicar lo que sentía, pues le alegraba escuchar nuevamente aquella voz, era no era la misma, era más apagada de lo que alguna vez lo fue.
- Ha llevado acabo magia extraordinaria con esa varita, mi señor, tan solo en las últimas horas. - decía la chica viendo al mago moviéndose con su serpiente.
- No. - soltaba en alto pero no llegaba al grito ni a el odio. - No, yo soy extraordinario, pero la varita...se resiste a mi.
- No hay varita más poderosa, el mismo Ollivander lo dijo. Hoy cuando Potter venga, la varita no le fallará, puedo asegurarlo. - decía con tranquilidad la chica mirando fijamente los ojos rojos del mago tenebroso que ya había llegado delante de ella, con una cercanía menos de un metro. - Le responde a usted...y solo a usted. - comentó la chica viendo a Voldemort mirándole fijamente y con interés, sabía que intentaba adentrarse en su mente de manera discreta.
- ¿Segura? - hablo con aquella voz de serpiente, Amaris frunció levemente el entrecejo tomándole aquella pregunta por sorpresa.
- ¿Mi señor? - pregunto sin comprender. El silencio permaneció mientras aquellos tres escuchaban con atención.
La extrañesa que demostraba en su voz, hacia que Hermione se preocupara y tuviera el corazón en la mano.
Voldemort rodeo lentamente a la Snape quien no se movió de su lugar.
- La varita...¿De verdad me responde a mí? - la chica no confiaba al tener al mago a sus espaldas, se giro sin demostrar su inquietud para no perder de vista al mago. - Eres una chica astuta, Amaris.
Hermione, trato de moverse para poder ver lo que pasaba y no solo escuchar, le preocupaba el tono de ambos mestizos, pero no sé ponía a pensar en el riesgo que correría si se movía rápido y soltaba algún sonido, por suerte Weasley logró tomarle de la muñeca para evitar que la chica los delatara.
- Debes entenderlo. - seguía hablando sin parar de darle vueltas al cuerpo de Amaris que seguía confundida e inquieta. - ¿A quién le da su lealtad en realidad?
- A usted...por supuesto, mi señor. - respondió sin dudarlo aún con sus manos detrás de su espalda, estás comenzaba a sudar.
- La varita de saúco. - hablo deteniéndose para mirar a Amaris, la chica mostraba tranquilidad y seguridad, pero no era nada de lo que sentía, la chica miró a la serpiente con atención y a Voldemort que ya se encontraba a una distancia considerablemente lejos de ella. -....no puede servirme bien porque no soy su verdadero amo. - le explicó.
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𝓐𝓵𝓮𝔁𝓲𝓽𝓲𝓶𝓲𝓪 [ʜᴇʀᴍɪᴏɴᴇ ɢʀᴀɴɢᴇʀ]
FanfictionPronto estará corregida, en cuanto termine de escribir la historia. Subiré dos capítulos por día, con hora indefinida. Espero que les guste.