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— Cuéntame más sobre ti. – sonrió la mujer mirando con un brillo en los ojos a la chica.

— ¿Disculpe? – preguntó Amaris confundida mirando a su alrededor sin comprender ni un poco, ni siquiera reconocía el lugar.

— Cuéntame más sobre ti, Flo. – repitió y Amaris frunció el entrecejo tratando de reconocer el lugar, pero era inútil, estaba muy segura de que no había estado ahí, jamás. — ¿Cómo te sientes?

— ¿Bien? – preguntó sin saber muy bien que responder, pues estaba más entretenida en saber dónde estaba que en la plática.

— ¿Jamás te dijeron que era malo mentir? – le pregunto con una sonrisa alzando una ceja, esperando que la chica le mirará y dejará de examinar cada rincón del lugar en el que se encontraban.

— Mentir es una excelente opción en cualquier momento, ¿Dónde estoy?

— ¿Te parece bien mentir sobre como te sientes? – la chica siguió restandole importancia, ¿Por qué no recordaba que sucedió antes de de estar ahí? ¿Y dónde estaba?

— Usted no sabe nada sobre mí, ¿Dónde estoy? – Amaris se levantó caminando por el lugar, observando cuadros de pinturas, la casa se veía muy linda, estaba iluminada, el lugar se sentía cálido.

— ¿Por qué mejor no te sientas y dejas por un momento a un lado tu escudo de defensa y amenaza?

— ¿Cómo se supone que lo haga si estoy con una completa desconocida? Y en un lugar desconocido...

— De eso se trata. – hablo la mujer pasando a un lado de la de ojos azules, Amaris camino a paso largo hacia la puerta, al tratarla de abrir esta permanecia cerrada y casi imposible de abrir. Amaris saco su varita y apunto a esta, pero simplemente seguía igual. Siguió intendo con distintas cosas, pero nada cambiaba, tratado de hacer una aparición pero no podía. — ¿A tu edad puedes hacer una aparición?

— A mi edad, estoy muy idiota. – respondió caminando hacia un mueble buscando algo puntiagudo y que no fuera muy grande.

—Que lenguaje...– dijo y se sentó en una silla delante de la mesa. — ¿Prefieres el té, cierto?

Amaris siguió buscando, ignorandola para buscar lo que necesitaba.

— ¿Cuál es tu insistencia con huir? ¿Por qué no te sientas y charlas? También te puedes calmar con un té. – sugirió mientras en la habitación se escucha a el sonido de la pequeña cuchara moviéndose dentro de la taza que confía líquido.

— ¿Y arriesgarme a qué se trata de Voldemort? Escuché, no sé quién es, ni sus intenciones, pero realmente no me interesa ninguna de las dos, he tenido suficiente con lo que sucedió hace unos meses y...

— ¿Y te interesa solo huir en lugar de enfrentarte a lo que te pasa? Siéntate Amaris, jamás te haría daño.

— ¿Si? Porque realmente escuché varias veces eso venir de la misma persona, y tal vez fue quien me hizo más daño. – hablo con un tono de ironía, en cuanto encontró lo que buscaba camino a la puerta, frunciendo el entrecejo al no ver cerrojo.

— Veo que realmente no te quieres ir, relájate un poco, Amaris. – sugirió la mujer mirando a la chica que le seguía dando la espalda. — No lograrás nada si estás desesperada por huir. ¿Por qué no me miras?

— ¿Qué quiere?– preguntó con irritación Amaris mirando por fin a la mujer. — ¿Le ha mandado Dumbledore? ¿O tal vez Lucius? ¿A ese idiota no le basto con que no me metiera con él? ¿O Snape?

— Definitivamente ninguno de los tres, mucho menos Lucius Malfoy. – respondió con una mueca negando. — ¿Por qué el cabello negro?

— ¿Qué?– pregunto frunciendo el entrecejo.

𝓐𝓵𝓮𝔁𝓲𝓽𝓲𝓶𝓲𝓪 [ʜᴇʀᴍɪᴏɴᴇ ɢʀᴀɴɢᴇʀ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora