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La Snape acomodo su túnica y al salir vio a toda la gente, miró a la derecha encontrando a su Dragon nueve metros.

— Se ve jodidamente sexy. ¡Vamos Amaris! – grito Draco, la chica bajo. — Si no fuera como mi hermana, mira esa idiota camina hasta con estilo aún estando delante de un dragón.

Observo el huevo de hora encontrándose en medio de el lugar en lo alto.

Saco su varita escuchando los gritos de ánimos de los Slytherin, incluyendo a varias casas, y sorprendentemente entre ellas se encontraban los Gryffindor.

Camino tranquilamente hacia una piedra dado que su dragón se encontraba distraído, busco una manera de subir sin necesidad de recurrir a su plan con ese dragon.

— Se le olvidaron sus canicas...– murmuro Harry viéndolas en la camilla, aunque en realidad se preguntaba que era lo que hacía con las canicas, es que realidad eran demasiadas.

Y lo de jugar con el dragón parecía muy enserio pues no había señal de sarcasmo.

Severus Snape sentía que su corazón se saldría de su pecho, su hija se encontraba muy tranquila caminando observando al huevo de hora como si se tratara de sembradíos y ver cuál se encuentra mejor.

— Ella estará bien, es muy inteligente, su tranquilidad quiere decir que sabe perfectamente que hacer. – le dijo Albus Dumbledore a el profesor de Pociones que demostraba su nerviosismo.

— ¿Quieres callarte? Si ella está ahí es porque tú mismo la metiste. – le dijo entre dientes mostrando su mal humor, la sorpresa impacto en aquella persona que se encontraba justamente pasandoj unto de aquellos hombres.

— Creí que lo habías dejado pasar, además que deberías prestarle más atención, ¿Has visto sus manos? – Snape giro a mirarle confundido al anciano pero este solo sonrió negando, sin apartar la vista de la Slytherin.

La chica por su lado sintió que el suelo se le movía, levantó la vista encontrando a su dragón que parecía por fin darse cuenta de la presencia de la chica, claro que al ver a la chica mirando sus huevos le había marcado como enemigo.

Lass escamas rugosas, una cresta de puntas a lo largo del lomo y la cola terminada en forma de flechas. Con sus ojos son de color púrpura, Amaris jugo con sus manos nerviosamente, abriendolas y cerrandolas.

Se escondió detrás de una roca que suplicaba su tamaño, no hizo falta mirar, con tan solo sentir el calor le basto para saber que el dragón ya había hecho su primer ataque.

Metí su mano en su bolsillo y se maldicio internamente al no encontrarlas, cerro los ojos fuertemente al recordar que las había dejado en la camilla.

Jugo con su varita y Theo rodó los ojos, solo estaba haciendo tiempo a la misma vez que pensaba, pues la punta de su lengua se asomaba, esa era la señal cada vez que pensaba.

𝓐𝓵𝓮𝔁𝓲𝓽𝓲𝓶𝓲𝓪 [ʜᴇʀᴍɪᴏɴᴇ ɢʀᴀɴɢᴇʀ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora