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— ¡Oye! – Amaris se detuvo cerrando los ojos fuertemente al ver qué si intento fue fallido al tratar de evitarle. — ¿Que haces aquí tan noche? – Amaris abrió los ojos mientras relamia sus labios.

— ¿Que haces tu despierta tan noche, linda? – pregunto la pelinegra sonriendole a la chica que ya se encontraba delante de ella.

— Pregunté primero, ¿No? – le sonrió a Amaris de manera divertida y la Slytherin negó con una sonrisa.

— Iré a ver a Draco, quiero ver cómo va. ¿Tú? – cuestionó, decía la verdad, al menos quería tratar de mentirle lo menos posible en esa última plática, su corazón se hacía tan pequeño.

Se acercó a la castaña dejando su mano en la mejilla fría de la Gryffindor, Amaris sonrió sintiendo pesadez al respirar, sus ojos le ardían y mordía el interior de su mejilla.

— Ayudo a Harry. – respondió para inesperadamente abrazar con fuerzas a la chica, hundiendo su rostro en el cuello de Amaris.

— ¿A Harry? Amor, creo que te estás volviendo loca. El miope no está aquí. – se burló acariciando con delicadeza la cabeza de su novia.

— A salido con Dumbledore, pero el tiene un mal presentimiento. No necesariamente debo ayudarlo el estando aquí, puedo ayudarle de lejos.

— Vale...no sucederá nada, y si así fuera entonces tendré que protegerte. – murmuró tomando las mejillas de la chica haciendo que le mirará. — No permitiría que te pongan un dedo encima. – depósito un beso en la frente de la castaña quien respiró hondo obteniendo el aroma de su novia, sin saber que quizá tardaría para volver tenerlo.

— Solo ten cuidado...no confíes en tu amigo. – Amaris sintió su corazón estrujarse, saber que en quien no debía confiar Hermione era en su novia, la novia que le había estado mintiendo.

La chica que se había enamorado profundamente de la chica que en algún momento le parecía insoportable...pero se lo había dicho...se lo había dicho a todos...les había advertido que no confiaran en ella, porque ni siquiera ella misma confiaba en si misma.

Se odiaba por hacerlo aquello a Hermione, la chica solo se preocupaba por Amaris cuando ella sería la causa de su alerta, y por más que llevaba casi un año mentalizandose en como debería ver la decepción de Hermione no lo había logrado, no quería ser la causa de su decepción, tristeza y molestia, pero sabía que eso sucedería de alguna u otra manera al igual que su mejor amigo.

— No subas...– susurro antes de dejar un beso en los labios de la castaña e irse...dejando confundida a Hermione.

Amaris camino firmemente, sintiendo una lágrima resbalando por su mejilla, la quito y saco su reloj mirando la hora, no tardó en caminar más y más hasta toparse con el rubio que no parecía encontrarse bien, ninguno lo estaba.

Snape miró fijamente los ojos grises del chico, no decían nada pero al parecer entre ellos se decían todo, al mismo tiempo asintieron y entraron a la sala de menesteres.

En cuanto ambos vieron aquella puerta, entraron sin hablar si quiera un poco, Amaris se detuvo y Draco siguió caminando hasta llegar delante de aquel armario.

Amaris siguió mirando delante de aquella puerta en busca de...nada...la chica tenía la mirada perdida, entonces cerro fuertemente los ojos sintiendo sus lágrimas resbalar.

¿Entonces ya has elegido tu bando? – le pregunto mirando fijamente los ojos azules de la chica quien negaba mordiendo su labio inferior.

— Yo no elijo bandos. – respondió firme y con seriedad, encontrando al anciano apretando los labios mientras asentia.

𝓐𝓵𝓮𝔁𝓲𝓽𝓲𝓶𝓲𝓪 [ʜᴇʀᴍɪᴏɴᴇ ɢʀᴀɴɢᴇʀ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora