[54]

1.4K 120 4
                                    

— Así que te aburrió. – Amaris asintió bajando con una mano dentro su bolsillo.

— Sí, ¿Te parece si está vez esperamos a Draco? – le sugirió, Theo frunció el entrecejo sin comprender pero termino asintiendo.

— ¿Qué sucedió con aquel chico?

— No tengo la menor idea, era extraña su manera de comportarse. – respondió sin mucho interés, Theo asintió observando a todos irse, haciendo que el ruido comenzará a dejar de oírse.

— Amaris, nos terminarán poniendo un castigo, es bastante tarde, ¿Y si no nos dejando entrar al castillo?

— Relájate Theo, nos dejaran entrar. – la chica sabía bien que a su amigo de vez en cuando le importaba la puntualidad, y quizá en ese momento era una de las veces. — Hagamos algo, yo lo espero, y tú te vas, te alcanzo en el gran comedor, además que ni siquiera me he cambiado y tú ya. Anda. – el chico hizo una mueca, ¿Qué le sucedía a su mejor amiga? Por su cabeza pasaban bastantes preguntas pero termino por asentir.

— No se que mierda te sucede, pero no te metas en problemas. – sugirió mirándola con advertencia para terminar caminando hacia un carruaje.

Amaris se quedó sola, la chica miró un pequeño muro y se sentó en este esperando ver al rubio que extrañamente no salía del tren.

Se quitó el anillo y lo miró, aquel chico era importante para ella, como el chico que se había subido en el carruaje, haría lo que fuera por esos dos. Y lo estaba dejando muy en claro.

El anillo tenía un gran significado, así como cada joya que traía en el cuerpo, su madre, su padre, Draco, Hermione, Theo, y Sirius. Se trataba de las personas que amaba, amaba su padre por más que su error fuera imperdonable.

Amaris haría lo que fuera por esas seis personas, pero por obvias razones la cantidad se reducía a cuatro. La chica no estaba bien, pero quizá la mejor manera era fingir que era así, que las vacaciones le habían hecho bien, que había superado todo, Amaris quería de vuelta a Sirius, pero no quería estancarse, quería estar para las personas que estaban vivos, por los que aún podía salvar y hacer todo.

Aunque realmente la chica sentía que no hacía mucho por los que amaba, sentía que hacía tan poco y que estos no se daban cuenta. Lamentaba haber tenido quince años para matar a alguien, ni siquiera hubiera querido matar a alguien en toda su vida, pero el destino no lo quería así.

— ¿Me esperaste? – preguntó sorprendido el rubio que aún traía su traje negro, Amaris dejo sus pensamientos a un lado y miro al chico asintiendo.

— No termino de comprender porque has tardado en salir del tren. – la chica se bajó y camino hacia el castillo. — ¿Cómo te sientes?

— ¿Qué? – preguntó frunciendo el ceño con rapidez, sin comprender la pregunta de su amiga.

— Que como te sientes, no es tan difícil de comprender. – dijo mirando el suelo por un momento y después levantar la mirada.

— Sabes, no se cuándo fue la última vez que me preguntaron eso, y creo que fuiste tú. – murmuró el chico, Amaris sonrió ligeramente y tomó la iniciativa de tomar la mano del chico en manera de apoyo. — Y no lo sé, creo que mal. Mi padre está en Azkaban, mi casa parece un maldito cuartel de mortifagos, mi abuelo está muerto, soy un mortifago y tengo que matar a un anciano, parece que todo se a acumulado.

— Nos hemos alejado, deberías añadir eso a la lista, no tenerme a mí es un gran sufrimiento. – le dijo dándole una sonrisa pequeña y este rodó los ojos con una sonrisa. — Pero sabes que de cualquier manera estaré ahí.

𝓐𝓵𝓮𝔁𝓲𝓽𝓲𝓶𝓲𝓪 [ʜᴇʀᴍɪᴏɴᴇ ɢʀᴀɴɢᴇʀ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora