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Y cómo despertar de un largo sueño, despertar y sentirse completamente descansada, abrió los ojos  viendo aquel cielo repleto de nubes.

Se sentó recargando sus manos sintiendo de inmediato la textura del pasto, miró a su alrededor encontrando una gran área verde, observo a su alrededor viendo a lo lejos una gran mansión.

Amaris camino con tranquilidad hacia la mansión, no había rastro de tristeza, de dolor, todo era tan relajado y su cuerpo jamás había estado tan ligero.

— Jamás creí ver esa cabellera rubia de nuevo. – la chica paro de caminar y espero a que el hombre llegará a su lado.

— Supongo que debe estar feliz, ¿No? – respondió viendo al barbón que sonreía.  — No le tengo odio, más sin embargo no puedo creer lo egoísta que fue desde que Harry llegó a Hogwarts.

— Lo que no comprendo bien, es que haces aquí Amaris.

— ¡Uy no!, señor Dumbledore. – se burló mostrando una sonrisa. — Tan inteligente y parece que no se ha percatado que está muerto, por lo tanto yo también.

— ¿Que le hiciste a tu regalo de cumpleaños? – pregunto mostrando evidente preocupación.

— Creí que usted lo sabía todo. – respondió mirando hacia la mansión.

— Amaris no estoy bromeando, no hay razón alguna para que estés aquí. – la seriedad del hombre era una que Amaris jamás había recibido de su parte.

— Debe estar tirado por algún lado y derramado por ahí. – le resto importancia. — Por favor, Dumbledore, ya me mori deje de molestar, de todos los muertos usted es al menos que quiero ver, lo único que quiero es dejar de estar metida en problemas. Ya estoy muerta no puedo hacer nada y no quiero hacer nada. Y esta mansión es de mi familia así que ahí hay gente que si deseo ver.

El hombre se quedó perplejo viendo a la chica entrar a la mansión, aquellos no eran sus planes, lo que menos quería era que Amaris muriera a esa edad.

Por su parte Amaris abrió cuidadosamente la puerta escuchando el tintineo de copas y unas cuantas risas, la chica camino por la mansión, busco la cocina, pues había ido algunas veces a la mansión de los McKinnon pero no sé había tomado el tiempo de mirarla a detalle.

Abrió la puerta encontrando una extensa mesa con gente reunida, una sonrisa se formó enormemente al ver a el hombre de ojos grises que se le borro la sonrisa.

— Sirius. – la chica camino a paso rápido para abrazar al hombre que parecía segundos antes haber contado algún chiste y esa la razón de estar parado. La chica se aferró al cuerpo del hombre con una sonrisa que no había tenido en mucho tiempo.

— No... – dijo con un nudo en la garganta. — No, Amaris tú no tienes que estar aquí. ¿Dón... dónde está Dumbledore? – comenzó a buscar al anciano pero Amaris pronto vio aquella mujer rubia que sonreía tiernamente al verla.

La chica camino hacia su madre para abrazarla y está vez al abrazarla poder sentir los latidos de un corazón.

— ¿Tú también te vas a molestar porque me encuentro muerta? – pregunto sintiendo su madre alejarla un poco para mirar su rostro con una sonrisa.

— No me parece que estés aquí pero tú no elegiste morir, ¿Quieres comer? – ofreció mientras pasaba un mechón rubio por detrás de la oreja de su pequeña hija. — No, no, espera primero te debo presentar. – sonrió señalando la mesa.

Amaris giro encontrando a un hombre sintiendo que veía a Harry, este le sonrió enormemente y logro que la chica recordara que esté la odiaba y no le había obsequiado na sonrisa así en años.

𝓐𝓵𝓮𝔁𝓲𝓽𝓲𝓶𝓲𝓪 [ʜᴇʀᴍɪᴏɴᴇ ɢʀᴀɴɢᴇʀ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora