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Había trascurrido una semana desde su viaje a la playa, cuando Sungguk se encontró a Dae sentado en el medio de la sala de estar. Todos los muebles habían sido acomodados contra la pared para dejar el centro libre. Había un caballete pequeño frente a Dae, quien observaba el lienzo con expresión concentrada a pesar de que se encontraba en blanco. Seojun estaba con el chico. Sungguk fue a acercárseles, pero su cuñado le hizo un gesto para que se detuviese, luego le apuntó fuera. Desconcertado, salió de la casa sin entender mucho. A los segundos, su celular vibró indicando un nuevo mensaje.

Seojun: Esto es importante, te avisaré cuando puedas regresar.

Sungguk terminó en la casa de Minki a pesar de las protestas de su amigo porque él sabía que, cuando Seojun y Dae tenían una de esas sesiones de pintura, podrían estar horas en eso.

No se equivocó.

Era casi medianoche cuando Seojun lo llamó.

—Ya puedes venir.

Se sintió intranquilo durante todo el camino hacia su casa. Roko fue el único que lo recibió al ingresar. En el centro de la sala todavía estaba el atril. La diferencia es que ahora el lienzo ya no estaba en blanco. Lo que al principio le parecieron manchas de tonalidad pastel, se transformaron en el rostro de una mujer mayor.

A pesar de que Sungguk solo la había visto una vez, pudo reconocerla de inmediato.

Era Moon Sunhee.

—¿Dae? —lo llamó preocupado buscándolo por el primer piso.

Al subir a su cuarto, lo encontró también vacío. Revisó también las habitaciones de Namsoo y Eunjin, pero nada.

Bajó nuevamente y se dirigió al patio trasero. Se encontró a Daehyun recostado en la hamaca que Sungguk instaló hace un tiempo. Tenía los brazos cruzados tras la cabeza y su camiseta se le había subido, dejando entrever un rastro de abdomen. Un pie estaba apoyado en la tela y con el otro se mecía. No parecía haberlo notado.

Al acercársele, Sungguk notó que tenía los ojos irritados y que observaba ensimismado las estrellas.

—Mi abuela me contó que esas siete estrellas —habló Dae alzando la mano para apuntar el cielo— siempre me ayudarían a regresar a casa. Pero yo solo veo un cometa.

Sungguk tomó asiento a su lado con mucho cuidado. Apoyó la cabeza en el brazo doblado de Dae.

—¿Y Seojun? —quiso saber.

—Ya se fue.

Se quedaron en silencio contemplando el cielo oscuro. Esa noche la luna apenas iluminaba el cielo y no hacía mucho calor. Sungguk meditó si debía preguntarle sobre el retrato de su abuela.

—Dae —comenzó diciendo.

—Seojun dijo que estaba bien.

—¿Sobre Sunhee?

Dae asintió, sus párpados escondiendo su mirada por unos instantes.

—Seojun dijo que Dae iba a extrañarla por mucho tiempo.

Sungguk se acomodó de costado para mirarlo mejor. Sus ojos recorrieron el perfil de Dae. Estaba tranquilo.

—Me dijo que posiblemente nunca deje de extrañarla.

—¿Y estás bien con esto?

Dae se quedó mirándolo unos instantes antes de contestar.

—No lo sé —admitió. Se movió hasta que apoyó la cabeza en el hombro de Sungguk.

—¿Te preocupa nunca dejar de extrañarla?

Dio un suspiro corto e inestable antes de continuar.

—Seojun dice que yo no sé si extraño a mi abuela o extraño tener una abuela.

Sungguk le acarició la mano, Daehyun se acomodó todavía más cerca suyo.

—¿Y tú qué crees, Dae?

El chico no respondió por tanto tiempo que Sungguk imaginó que no lo haría.

Pero se equivocó.

Sungguk muchas veces se equivocaba con Dae.

—Extraño tener una familia —confesó.

—Estoy yo. Lo sabes, ¿cierto?

Dae desvió la mirada, su atención otra vez en el cielo oscuro plagado de brillos blancos. Entonces, su susurro triste rompió la tranquilidad de la noche.

—No es lo mismo.

—No es lo mismo

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Still with you/me (Novela)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora