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Arrodillado a un costado de la cama, se encontraba la cuarta persona que Moon Daehyun conoció en su vida. Llevándose una mano a los labios, le pidió silencio con ese simple gesto. Todavía adormilado, Daehyun se apoyó en los codos para observarlo mejor. El hombre buscó algo a sus pies y le mostró lo que parecía un pompón oscuro con manchas café por el estómago y hocico.

Era un perrito.

Con los ojos abiertos de par en par, Dae observó al hombre dejar el pompón peludo sobre el enredo de sábanas. Con sus patitas pequeñas y con torpeza y tropiezos, avanzó por el colchón para acercarse a la mano estirada de Daehyun.

—Su nombre es Moonmon —leyó en los labios del hombre—. Te acompañará para que no te sientas solito.

El hombre se puso de pie y, despidiéndose desde la puerta, salió del cuarto dejándolo con el cachorro que se rascaba una oreja. Con el corazón acelerado, Daehyun movió los dedos frente a él. El perrito captó el movimiento y se lanzó hacia adelante, enterrando sus pequeños dientes en la mano del chico. Este lo apartó lejos con el corazón latiéndole con fuerzas. Y es que Daehyun ya no quería jugar con él, tocarlo, abrazarlo, acariciarlo ni tomarlo.

Moon Daehyun no lo quería.

Con las manos temblando, lo dejó en el suelo y se hizo un ovillo en la cama, arrastrando las sábanas para taparse hasta la cabeza.

Pero de pronto se destapó y miró hacia abajo, el pompón negro lo esperaba sentado en sus cuartos traseros, su diminuto hocico se movió al verlo reaparecer. Su cola, no más grande que un fósforo, se movía de izquierda a derecha con emoción y felicidad, su cuerpo temblaba de emoción.

Tragó.

Dae volvió a agarrarlo con cuidado y a dejarlo sobre su pecho. El perro se hizo un ovillo y se quedó inmóvil. Y Daehyun sintió el mismo terror de hace un tiempo. Cerró los ojos con fuerza y deseó que su abuela se lo llevase lejos de él para enterrarlo en el patio trasero como aquella vez.

Por eso, cuando el cachorro se movió otra vez, su corazón parecía querer alcanzar a ese diminuto cuerpo sobre él, que lo observaba con esos ojos redondos y oscuros, con su pelaje disparado hacia todas direcciones y viéndose terriblemente descuidado y pequeño con ese collar cruzando un cuello tan ancho como un dedo de Daehyun.

Era pequeño.

Muy pequeño.

Y él no lo quería.

Que se lo llevasen lejos de él porque Daehyun era malo e iba a matarlo y...

El perrito tiró del borde de su pijama, justo ahí donde terminaba su muñeca. Intentó detenerlo apartándolo con su brazo libre, pero insistió jalando y mordiéndole la ropa.

El chico intentó decir su nombre bajito, pero no podía escucharse y las palabras no salieron realmente de su boca hasta que pronunció un monosílabo corto y preciso que pasaría a ser la única palabra que Daehyun intentaría decir por años.

—Moon.

Y otra vez.

—Moon.

Daehyun amó a ese pequeño animal con la fuerza que solo una persona privada de libertad podía sentir. Moon se volvió su amigo, su único amigo. Y por fin Dae pudo desplazar ese recuerdo del único chico con el que habló en su vida, mandándolo a esa caja fuerte de memorias olvidadas y no usadas. Ya no lo necesitaba, porque, escondido en el ático mientras su abuela salía, él podía sentar a Moon en un banco y fingir que conversaban, aunque en la realidad ninguno de los dos lo hiciera.

Still with you/me (Novela)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora