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Les tomó horas quedarse dormidos. Cuando Jeonggyu comenzó a llorar a medianoche, Sungguk sintió que solo alcanzó a dar un pestañeo. Preparó el biberón con el cerebro atontado y medio dormido le cambió el pañal, mientras Daehyun se reía somnoliento y le avisaba que se lo había puesto al revés.

Demasiado rápido, las semanas corrieron y con ello llegó un cansancio que se sentía como una manta pesada sobre sus hombros. Las ansias con las que se despertaban al inicio para preparar el biberón desaparecieron y se volvió una lucha entre Dae y Sungguk por recordar cuál de los dos había atendido a Osito por última vez. Fue así como, simplemente, comenzaron a tomar la decisión jugando a piedra, papel o tijera.

Y por alguna razón, Sungguk casi siempre era el perdedor.

A Dae le bastaron unos días para entender que no era culpa del cerebro dormido de Sungguk que siempre sacase piedra, sino que lo hacía a propósito para dejarlo descansar. Por eso, también con el tiempo, si Sungguk pasaba una mala noche o le tocaba despertar temprano para cumplir turno, Daehyun perdía con una tijera. Sungguk se lo agradecía medio dormido y Dae se levantaba tras darle un beso para atender a Jeonggyu.

Su hijo, quien crecía tan precioso y amado. Amado.

Muy amado.

Y con la misma fuerza con la que Dae lo quería, se preocupaba de que ese amor no se volviese asfixiante como el que recibió él. Era difícil controlar esas emociones que lo acompañaban hacía tantos años. Pero lo intentaba, siempre lo intentaba.

Por eso, a solo dos meses del nacimiento, Dae aceptó que Sehun se llevase a Jeonggyu. Bastó que la puerta se cerrase para que Dae quedase devastado.

—Podemos ir por él —dijo Sungguk con voz preocupada—. Estás sufriendo, tal vez fue demasiado pronto.

Dae se abrazó a sí mismo y negó con la cabeza yendo por Moonmon.

—No —dijo con convicción, aunque también con mucho dolor—. Osito merece conocer el mundo y no le voy a quitar la oportunidad.

—No le estarías quitando nada, solo debes darte algo de tiempo para acostumbrarte. Estás siendo demasiado estricto contigo, Dae.

Volvió a negar.

—Jeonggyu necesitará a un papá que esté a su lado, no uno que lo esconda. Yo necesito entender y aprender que Osito es mío, pero también se pertenece a sí mismo.

Sin embargo, Daehyun tal vez intentaba crecer y madurar demasiado rápido, saltándose cuadros completos por llegar a la meta. Y, por eso, había olvidado partes enteras de su pasado por un futuro que se le acercaba deprisa y sin compasión.

La vida iba rápido.

Y no estaba tratando bien a todo el mundo.

Con las semanas Minki fue perdiendo peso. Esa noche en la comisaría, Sungguk lo observaba jugar distraído con un lápiz. Al alzar el mentón tras revisar un par documentos, solo se encontró un escritorio vacío. Había un silencio inquietante en el recinto, que Sungguk intentó espantar encendiendo la radio.

A los minutos, Minki seguía sin regresar.

Sungguk fue a la oficina de Eunjin, quien cumplía turno esa noche con ellos.

—¿Has visto a Minki? —preguntó.

Eunjin estaba en una llamada telefónica. Solo le negó con el dedo antes de girarse en su asiento para darle la espalda. Sungguk salió del despacho y fue a la cocina.

Nada.

—¿Minki? —lo llamó paseando por los corredores vacíos.

Entonces, un llanto contenido.

Still with you/me (Novela)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora