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Cuando Sungguk tenía seis años un contingente policial se presentó en su escuela. Con sus trajes azules y gorras de la misma tonalidad, a Sungguk le pareció lo más fascinante que había visto en su corta vida. Su decisión fue inmediata: quería ser oficial de policía.

Tras aquella decisión, el pequeño Sungguk se tomó atribuciones que no le correspondían. A los meses de la visita fue llevado a la dirección de la escuela por comportamientos extraños, ahí le explicaron al papá de Sungguk que su hijo tenía complejo de héroe, que se dedicaba a custodiar los pasillos del colegio como si fuese su misión, con ambas manos a la espalda vigilando que todo fuera normal. El problema llegó cuando ese trabajo fue un poco más allá y quiso quitarles un paquete de cigarrillos a los del último curso. Recibió una paliza tan grande de parte de los estudiantes que hasta el presente recordaba.

Pero esa paliza no se comparaba con el golpe emocional que recibió al encontrar a ese chico encerrado. Comprender que no podía comunicarse con él por su sordera, le hizo querer estrellar su cabeza contra la pared por no haber tomado el curso de lengua de señas cuando estuvo en la academia de policías.

—¿Estás seguro, Sungguk? —preguntó Seojun.

—Sí.

—¿Puedes notar si es parcial o total?

Esperando a que estuviera distraído, Sungguk dio un grito agudo con toda la fuerza de sus pulmones. Recibió una mirada ladeada del chico, como si estuviera preguntando que qué le ocurría. No parecía asustado, solo extrañado.

—¡¿Qué demonios fue eso?! —gritó Seojun por la radio.

Sungguk le sonrió al muchacho para tranquilizarlo. Todavía volteado hacia él, el chico hizo rodar la mirada hacia una esquina de la habitación. Parecía querer decir algo mientras se mordía con suavidad el labio. Después, sacudió con ligereza la cabeza y regresó a lo suyo.

—Es parcial —informó Sungguk por radio.

—¿Y el grito?

Eso lo hizo sonrojarse.

—Para comprobar —explicó, sintiéndose algo tonto.

—Sungguk, estuve a nada de mandar un contingente policial a rescatarte.

Bien, tal vez debió avisar antes.

—Lo siento.

—Tuvieron que afirmar a Minki para que no ingresara a la casa.

Y como si estuviera pegado a Seojun para saber lo que ocurría, se escuchó la voz quejosa de su amigo.

—¡Idiota infeliz, casi me matas del susto! Date cuenta de que, si yo muero, Jaebyu también morirá de pena, ¿lo entiendes? Ocupa esas dos neuronas de conejo que tienes y...

La transmisión se cortó.

Tras unos segundos, la trasmisión regresó.

—Sungguk-ah —era otra vez Seojun—, entonces dices que su sordera es parcial.

—O sea, no soy doctor, Seojun —balbuceó—, pero se giró a mirarme cuando grité.

—Debe ser sensible a los sonidos agudos —hubo una pausa—. Necesito que lo bajes, debemos llevarlo al hospital infantil.

—Hyung, no es un niño —aclaró Sungguk—, debe tener unos dieciocho años.

Otra pausa.

—Bien, bien, esto es peor de lo planteado. ¿Podrías describírmelo? Realizarán una búsqueda de adolescentes perdidos que tengan edad cercana.

Still with you/me (Novela)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora