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Con un puchero en el rostro, Daehyun observaba uno de los tantos videos que Sungguk le enviaba por día. Osito salía en primer plano, mientras que su novio le contaba que a Jeonggyu le comenzaba a salir su primer diente, por lo cual el pobre se la pasaba llorando. Es un digno hijo mío, pensó, porque el último tiempo Dae solo parecía saber llorar. En ese mismo instante tenía ganas de hacerlo, se contuvo porque estaba en la biblioteca de la universidad.

Dando un largo suspiro, continuó con su vida, que parecía un bucle sin fin.

Pero estaba bien.

Porque lo había hecho por él, por su bienestar.

Debo hacerlo por mí, se recordó. Él necesitaba eso, Dae necesitaba la experiencia, necesitaba crecer para ser un mejor padre para Jeonggyu y para ser realmente una pareja para Sungguk, una que caminase a su lado y no una que tuviese que arrastrar.

Y por eso Daehyun estaba bien. Pero bien no era precisamente un sinónimo de felicidad. Extrañaba a Sungguk y era incapaz de dejar de hacerlo. Extrañaba su cariño, sus caricias siempre bonitas y sus palabras cálidas.

Lo extrañaba demasiado. Mucho.

Pero, dentro de todo, Daehyun seguía estando bien.

O por lo menos intentaba estarlo, porque no podía retroceder, no quería que Seojun volviese a recordarle que debía seguir en Seúl para superar la dependencia emocional que tenía por Sungguk.

Su codependencia.

¿Cuándo dejaría de sentirse así?

¿Algún día dejaría de sentirse así?

Daehyun lo creía difícil de lograr porque, cuando finalmente llegó el día en el que se encontró esperando a Sungguk y a Osito en la estación de Seúl, pensó que la ansiedad podría asfixiarlo. Al verlos a la distancia, lo llamó a gritos y comenzó a correr hacia ellos. Sungguk logró dejar a Osito en su coche antes de que Dae llegase a su lado y saltase sobre él, besando todo el rostro de Sungguk con este riendo contra su audífono. La gente los observaba y murmuraba cosas a su alrededor.

¿Pero podía importarle eso? ¿Podía importarle cuando Sungguk lo abrazaba con fuerza y luego alzaba a Jeonggyu en sus brazos? El resto daba igual porque eso, ese sentimiento, esa emoción, era la felicidad. No podía importarle que la gente hablase porque, al llegar la noche, Jeonggyu se durmió en sus brazos, después lo dejó descansar en una cama y Dae pudo buscar a Sungguk bajo las sábanas, riéndose suavecito y bonito mientras se terminaban de quitar la ropa, entrelazaban las manos y se besaban con urgencia. Lamentablemente la felicidad se esfumó con su partida. Y entonces Dae volvió a estar solo bien. Y a pesar de que hizo todo lo que la gente le decía que debía hacer para estar mejor, ¿por qué entonces seguía sintiendo un sabor agrio?

Porque soy un estorbo para Sungguk, pensó.

Por eso Dae se esforzaba para estar bien, y cuando no lo estaba, se quedaba en silencio y le mentía a Sungguk porque no quería que él se preocupara.

Todo estaba bajo control hasta que llegó su primer ciclo de calor.

Daehyun no era un experto en eso, por lo que no analizó que su obvia falta de apetito no se debía al helado caducado que se comió. No supo que se acercaba hasta que se despertó esa mañana del sábado con las entrañas ardiendo. Su primer instinto fue buscar a Sungguk debajo de las sábanas, pero solo encontró una cama vacía. Entonces, recordó que Sungguk estaba en Daegu y él en Seúl.

Pasó por su cabeza la loca idea de llamarlo para que lo ayudase con eso, con lo que sea, pero descartó ese pensamiento de inmediato. Él no podía ser así de necesitado. Se había ido a Seúl precisamente para dejar de depender de Sungguk, ¿y lo primero que pensaba era en pedirle ayuda cuando él podía solucionar las cosas por sí solo?

Still with you/me (Novela)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora