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A la mañana siguiente, Sungguk despertó cuando unos dedos se aferraron a su brazo y un gemido de dolor se coló en su sueño. Moon Daehyun estaba a su lado hecho un ovillo. Sungguk agarró el audífono de Dae, que reposaba en la mesita de noche, y le ayudó a colocárselo, activando el botón que quedaba en la parte posterior de la oreja.

—¿Qué sucede? —le preguntó preocupado.

—Duele —dijo afirmándose el estómago.

—¿El estómago?

—Y la cabeza.

Sungguk suspiró aliviado, Dae estaba sufriendo las consecuencias de su primera resaca. Más relajado, se le acercó para darle un beso en la frente. Le hizo cariño en el estómago mientras se reía entre dientes.

—Pobre bebé.

—Sungguk, no es gracioso.

—Solo tienes resaca.

—¿Tú... no?

—No, porque soy un hombre experimentado.

—No es justo —se quejó Dae, su aliento le acariciaba la piel.

—¿Tener resaca?

Como respuesta, Daehyun frunció la boca.

—¿Quieres vomitar? —preguntó Sungguk, alarmado. Comenzaron una loca carrera hacia el baño. Nada más ingresar y encender la luz, Dae se arrodilló frente al inodoro. Su garganta emitió una arcada terrible, que le hizo a Sungguk fruncir la nariz. Dae, al percatarse que lo observaba, alzó la mano hacia él intentando cubrirse de su vista.

—Sungguk, no mires.

El cuerpo de Dae se curvó al vomitar. Menos mal lavé el baño antes de irme a dormir, pensó Sungguk al tomar asiento en la tina.

—Sungguk, no... —una arcada— mires —repitió.

—Vomita tranquilo —bromeó, acariciándole la espalda y apartándole el cabello de la frente, que empezaba a pegotearse por el sudor.

Dae intentó replicar, pero su expresión se contrajo y luego otra vez se inclinó sobre el inodoro.

—No beber... más.

—Yo dije lo mismo la primera vez. Y ahora mírame lo bien que lo llevo.

—Nunca más —insistió.

Por fin dejó de vomitar. Agotado, Dae se limpió la comisura de la boca con papel y apoyó la frente en la rodilla de Sungguk.

—¿Quieres subir? Dae negó despacio.

—¿Y si vamos al sofá? Así alcanzas a llegar al baño si vuelves a sentirte mal.

Sungguk lo observó llevarse la mano a la frente, Dae era tan melodramático como Minki.

—Estoy... tan, tan débil.

—Pobrecito —susurró Sungguk siguiéndole el juego—.

¿Tendré que llevarte en brazos?

El chico dio un suspiro de falsa modestia.

—Si Sungguk insiste...

Afirmándole el rostro por las mejillas, que ahora estaban más abultadas, lo acercó a él y le mordió la nariz. En compensación, Dae se lanzó en sus brazos casi tirándolo dentro de la tina. Sungguk alcanzó a afirmarse de la cortina, de paso rajándola y quedándose con la mitad de ella tendida en el suelo y la otra colgando de los rieles y la barra.

Still with you/me (Novela)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora