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Sungguk no recordó que estaba durmiendo en el suelo de su habitación y que Dae ocupaba su cama, tampoco recordó que se fue a dormir solo y que no tenía pareja, por tanto no debía serle normal sentir ese calor que desprendía el cuerpo pegado al suyo.

Con la mente aún nublada por el lento despertar, solo se guio por el instinto, ese mismo que se sentía reconfortado, ese mismo que le hizo deslizar las manos por una pierna y tirar de ella, reduciendo el espacio para que fuese mínimo, insignificante.

Soltando un quejido placentero, hundió su rostro en la clavícula del otro, su nariz hizo contacto con el hueso y lo acarició. Sus manos fueron hacia abajo, afirmando la cadera un tanto huesuda y enterrando los dedos en ella. Apretó, sintiendo, palpando, tocando porque se moría de ganas de explorar, de hundirse ahí, de ser uno, y no dos cuerpos independientes que dormían juntos.

Sungguk jugó con el borde del pijama, tentando la piel de la espalda que dejó al descubierto.

Sintió un suspiro suave, bonito, bajito e involuntario.

Una sonrisa adormilada bailó en su boca, estirando los labios para besar el hueso de la clavícula, la ropa del otro le hizo cosquillas en la barbilla. Sintiendo su entrepierna tensa por la erección, tiró y se apegó, queriendo aumentar el contacto para aliviar el calor.

Y en ese momento, lo sintió.

Un bulto restregándose contra el de él.

El corazón de Sungguk se detuvo y luego subió a su garganta. La consciencia regresó a él como un balde de agua fría.

Abrió los ojos.

Moon Daehyun, con la cabeza hacia atrás, exponía su largo cuello y clavícula. Sungguk lo soltó como si quemase y se lanzó hacia atrás, su nuca estrellándose contra el ropero.

—Qué demonios...

El golpe resonó en su limitado cerebro, su cráneo ardía de dolor. Daehyun, igual de dormido, pestañeó desorientado hacia él.

Uno.

Dos.

Y los ojos de Daehyun se abrieron en horror. Se colocó de pie con tanto impulso que de paso golpeó con el codo el estómago de Sungguk. Después corrió fuera del cuarto, encerrándose con un portazo en la otra habitación contigua.

Sungguk se permitió perder la cabeza unos segundos y después, a pesar de la hora, agarró su teléfono tirado en el suelo e hizo una llamada:

—¿Aló, Seojun? Tenemos que hablar.

Daehyun continuó encerrado en su cuarto mientras esperaba a Seojun. Como Sungguk no quería ni pretendía ingresar imponiendo su autoridad por sobre la decisión de Daehyun, estuvo golpeando su puerta y llamándolo sin resultados. Si el chico no quería abrirle, bien, Sungguk debía respetarlo.

—Está encerrado en su cuarto —informó Sungguk al ver a su cuñado. Veinte minutos había tardado Seojun en llegar a la casa, siendo recibido por Roko que intentó romperle los pantalones cuando lo vio.

Estuvieron otros cinco minutos hablando de la situación. Sungguk le contó sobre el incidente. Y para su sorpresa, no recibió la reprimenda que se esperó, solo un largo suspiro y una expresión cansada.

—Vendrá un especialista para ayudarme —explicó Seojun—. Y creo que será mejor que salgas de la casa por unas horas.

—Pero, hyung, son las siete de la mañana de un domingo. ¿Dónde voy a ir?

—No sé, búscate un lugar. Una cafetería, quizás, eres policía. ¿Dónde desayunas cuando te toca trabajar de madrugada?

Sungguk se rascó el puente de la nariz.

Still with you/me (Novela)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora