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Moon Daehyun solo había hablado con tres personas en su vida: su abuela, el niño con el que jugó en el parque y consigo mismo. Cuando se sentía solito en el ático, ya sin poder escuchar las conversaciones que entablaba su abuela con la gente que la visitaba, se sentaba frente al espejo que estaba en un rincón y fingía tener una larga e interesante conversación.

Algunas veces era un rey de la dinastía Moon, otras veces un corriente chico que asistía por primera vez a la escuela. Sin embargo, quien más le gustaba ser frente al espejo, era ese chico con el que jugó en el parque. Porque, a pesar de los años, seguía pensando que ese día había sido el mejor día de su vida, incluso mejor que sus cumpleaños cuando la abuela cocinaba un pastel y lo llenaba de besos diciéndole bonito y que lo amaba tanto, tanto, tanto que le dolía en el corazón al pensar en él.

Por eso, cuando ya no pudo oírse nunca más así mismo pronunciar el nombre de su amigo, dicho nombre quedó enterrado y empolvado en una parte de su inconsciente, en un rincón olvidado y escondido en su memoria, a la espera de que una brisa corriese por el lugar y desempolvase ese viejo recuerdo.

«Mi nombre es Jong Sungguk, oficial Jong», leyó en los labios, saboreando el nombre en su propia lengua como si le perteneciera a él, a Moon Daehyun. Y es que en cierto punto lo hacía, o así al menos Moon Daehyun lo creía.

Por eso al principio no lo notó, no lo recordó, el recuerdo todavía enterrado bajo llave. Pero mientras vigilaba la entrada al tercer piso, más de una década después, pudo recordar esa risita un tanto aguda como si la estuviese oyendo otra vez. Y eso lo confundió, porque hace mucho tiempo que Daehyun había dejado de pensar en sonidos, ya eran recuerdos tan alejados que solo lograba alcanzarlos en sueños, donde dormía abrazado por los ruidos de la calle y la voz rasposa de su abuela diciéndole bonito.

«Eso es, bonito».

Bonito.

Entonces se recordó así mismo llorando y afirmando su rodilla lastimada por lanzarse con demasiada fuerza desde el tobogán.

—¿Estás bien? —alguien preguntó.

Daehyun no alcanzó a responder, el chico ya le examinaba la herida.

—Vas a sobrevivir —aseguró con una sonrisa de conejo formándose en sus labios—. Créeme, tengo experiencias en heridas —entonces lo ayudó a ponerse de pie y a sacudirse su ropa empolvada—. Mi nombre es Jong Sungguk, en el futuro seré oficial Jong y te ayudaré cuando lo necesites, como hoy.

«Jong Sungguk», volvió a saborear Daehyun en esa lengua ahora madura, aunque igual de torpe.

Se lanzó al cuello del oficial Jong, abrazándolo con los trece años de anhelo que tenía ese recuerdo.

Bonito.

Moon Daehyun volvía a ser bonito.

Moon Daehyun volvía a ser bonito

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Still with you/me (Novela)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora