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El viento removía el cabello castaño de Daehyun, su rostro se repletaba de luces y sombras cuando el sol le pegaba de frente. Con los ojos cerrados, estiraba una mano fuera de la ventana del auto como si quisiese tocar el cielo. Y si bien Sungguk sabía que aquello era peligroso, lo dejaba estar pues ya habían abandonado la carretera. Además, tras tres horas de viaje con un impaciente e imperativo Dae preguntando...

—¿Ya llegamos?

...cada cinco minutos, Sungguk no podía negarle a Dae el pequeño privilegio de sentir la brisa de verano. Verlo así de feliz llenaba a Sungguk de buenas energías pese al susto de las últimas semanas. A pesar de que habían instalado en casa un equipo de seguridad, los instintos de policía de Sungguk le decían que la tranquilidad tras el asalto era anormal, más aún porque todavía desconocían la identidad del delincuente. Lamentablemente las huellas, que con tanto esfuerzo había guardado, le pertenecían a Eunjin y a él mismo. Después de ese fiasco, Sungguk tuvo que aceptar que la vida no funcionaba como las series de televisión. Por eso, alejarse de la ciudad unos días se sentía como un regalo.

—¡Sungguk, Sungguk! —gritó Dae sacándolo de sus cavilaciones—. ¡El mar! ¡Huele! —jadeó maravillado—. Debe ser por el dimetilsulfuro.

Descendió la velocidad y comprobó rápidamente el GPS para ver cuánto faltaba.

—Ajá —respondió como si entendiera lo que Dae hablaba.

—Sungguk no lo sabe, ¿verdad?

—Por supuesto que sé —Dae se volteó hacia él con las cejas alzadas—. Es como, mmm, ¿la magia del mar?

Los siguientes minutos Dae los acaparó con una extensa explicación científica. Sungguk asintió cada vez que el chico se detuvo para tomar aliento y volver a continuar con otra hilera de ideas. Dae parecía decidido a hablar todo lo que no había hablado durante veinte años. Es lindo, pensó Sungguk. Moon Daehyun era lindo.

Justo cuando Daehyun comenzaba una explicación sobre algas y feromonas, Sungguk estacionó. A un costado se divisaba una cabaña ubicada en lo alto de una meseta con una hermosa vista al mar.

—Voy a bajar —dijo quitándose el cinturón. A pesar de que no le había preguntado, se quedó a la espera moviendo las rodillas con impaciencia.

—Ve —Dae se bajó a toda velocidad y sacó a Moonie de la jaula—. ¡No entres al agua con el audífono!

Sungguk no supo si alcanzó a oírlo, Dae ya bajaba la larga escalera que lo llevaría hasta el mar, por suerte no tardó en alcanzarlo. Dae no tenía buena condición física, sus músculos aún eran débiles y su capacidad pulmonar se podría denominar como mediocre. Así que en cuestión de pasos se lo encontró en un descanso tomando aliento y afirmándose las costillas. Estaba sonrojado por el esfuerzo. Adelante de Dae se divisaba el océano y una playa de arenas no muy finas. Sungguk sacó el celular para tomarle una foto.

—Tranquilo —Sungguk le entregó una sandalia negra que Dae había perdido a medio camino—. El mar no va a desaparecer.

—Pero, Sungguk... —quiso debatir, mas se quedó sin aliento.

A los minutos continuaron su camino con más calma, una que duró solo hasta que alcanzaron la arena. Las sandalias de Dae volaron. Se estremeció cuando sus pies desnudos tocaron la arena, los brazos recogidos contra el pecho aplastando un poco a Moonie. Sus ojos eran enormes al mover las piernas y enterrar los dedos.

—Es...

—Un poco áspera —lo ayudó Sungguk.

—Sí, y es...

Still with you/me (Novela)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora