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Por primera vez desde que ambos compartían la misma cama, Daehyun no estaba abrazado, acariciando o besando a Sungguk. Recostado sobre su espalda y con las piernas fuera de las sábanas, el chico observaba su celular concentrado. Sus pies jugaban entre ellos como si buscase consolarse de manera inconsciente. Extrañado, Sungguk cambió de posición para apoyarse en su costado izquierdo y observar lo que hacía su novio.

—¿Qué ves? —quiso saber, su mano fue hacia el vientre de Dae y levantó su camiseta unos centímetros para descansar su palma sobre su piel.

Dae tarareó feliz.

—Cosas —respondió.

Los dedos de Sungguk jugaron con el borde de su ropa interior y se estiró para besar su hombro cubierto por la camiseta de dormir.

—¿Qué cosas? Debe ser algo importante si por esa razón me estás ignorando.

Ni siquiera esas palabras lo hicieron dejar el celular a un lado, continuaba tarareando feliz y leyendo concentrado.

—Estoy buscando un nombre para Osito.

La mano de Sungguk se paralizó ahora apoyada justo bajo el ombligo de Dae.

—Todavía es pronto para eso —dijo Sungguk en voz baja. Su novio simplemente se encogió de hombros.

—Quiero el nombre perfecto.

Sungguk suspiró y apoyó su frente en el brazo de Dae, recostándose sobre él para alcanzar a divisar parte de la pantalla.

—¿Y te ha gustado alguno?

Ahora era Dae quien daba un suspiro y dejaba caer el celular contra su pecho, volteando el rostro para observar de soslayo a Sungguk.

—Ninguno es perfecto.

—¿Por qué?

—Porque quiero que el nombre diga todo lo que siento cuando pienso en él.

Sungguk lo observó con los párpados caídos.

—¿Y qué es lo que sientes por él?

Daehyun jugueteó con los dedos de Sungguk, que estaban sobre su estómago.

—Amor —dijo suavecito.

—¿Lo quieres?

Una sonrisa igual de pequeña asomó en sus labios.

—Sí.

Horas más tarde, cuando se levantó a las cuatro de la madrugada para ir a trabajar, Sungguk pensó en esa conversación una y otra vez. A diferencia de Daehyun, él no podía hacerse la idea de lo que estaba ocurriendo.

Frustrado, se acomodó tras el volante. Minki dejó de enviar mensajes por su celular y lo miró por el rabillo del ojo. Había transcurrido algo más de una semana desde la cachetada que le había propinado. Todos aquellos días se sucedieron tensos. Y esa mañana, sin mucho movimiento, la tensión se sentía aún más cargada. Sentados en el coche policial a la espera de alguna llamada de la central, se mantenían cada uno en su mundo. Ambos estaban demasiado enojados con el otro para ser el primero en hablar.

No obstante, fue Minki quien cedió primero.

—¿Cómo lo está llevando Dae?

De haber sido una pregunta sobre él, Sungguk se habría limitado a responder «bien» seco y cortante. Sin embargo, no quería que la amistad entre Minki y Dae se viese afectada por su pelea, así que se obligó a dejar el rencor atrás y responder:

Still with you/me (Novela)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora