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La habitación de Moon Daehyun en el hospital, era un cuarto doble que fue modificado para que fuese individual. Cuando Dae contó una semana despertando en la habitación blanca demasiado iluminada del hospital de Daegu, dos personas ingresaron a su cuarto empujando una camilla. Él no se inmutó, seguía afirmando sus piernas contra el pecho y apoyando la barbilla en las rodillas flexionadas mientras notaba que, tapado bajo sábanas ordenadas, dormía un joven de cabello rubio.

Detrás de los desconocidos, ingresó su amigo Seojun quien se sentó en su cama y le pidió que lo observase, algo que a Dae realmente le costó porque los desconocidos le parecían más interesantes en ese momento. De reojo, Dae leyó que el joven rubio se llamaba Lee Minki, que estarían juntos unos días y que debía ser comprensivo porque Lee Minki estaba triste.

Triste.

Esa palabra desconcertó a Dae.

Triste.

Dae había estado triste, muy triste, tan triste que lloraba siempre. Sin embargo, esos días encerrado en el ático esperando a que esa tristeza se extinguiera, parecían tremendamente lejanos.

Pero recordaba.

Sabía lo que se sentía estar triste.

Y él no quería que nadie más estuviese así.

Así que prestó atención cuando Seojun le explicó que Minki acababa de perder a su bebé.

¿Perder?, se preguntó Daehyun, ¿a qué se refería con «perder»? ¿Acaso el bebé se había escondido en alguna parte y no lo encontraban? ¿Ese perder? Pero si a ese perder se referían, ¿por qué Lee Minki estaba triste? Dae se había escondido de su abuela un montón de veces de pequeño y ella nunca estuvo triste por eso. ¿Sería que Lee Minki no lograba encontrar el escondite de su bebé?

Seojun continuó explicándole:

—Lee Minki es un amigo de Sungguk y también puede ser tu amigo.

Lee Minki es amigo de Sungguk, pensó. Entonces, ¿podría ser su amigo también? Dae quería, definitivamente quería. Si Lee Minki era amigo de Sungguk, él sería su amigo, porque a Dae le gustaba Sungguk, quien era amable y siempre le traía regalos que lo hacían muy feliz.

Regalos.

Dae podría compartir uno de sus chocolates con Minki porque ayer, cuando se comió uno de esos dulces color rosa, podría jurar que así sabía la felicidad.

Cuando todos abandonaron el cuarto y lo dejaron solo con Lee Minki, sacó su bolsa de chocolates del cajón y derramó todo sobre el colchón. Escogió uno de envoltorio rosa pálido que tenía un árbol de cerezo y ponía: «Sentirás la felicidad de la primavera en tu boca».

Felicidad.

Sí, Dae iba a darle ese chocolate, encontraría al bebé y así Lee Minki sería bonito otra vez.

Dejó la barra de chocolate a un lado de la cabeza de Minki y volvió a guardar el resto en la bolsa. Agarrando su celular por si recibía un mensaje de Sungguk, se puso las pantuflas y, tal como le enseñaron a moverse para ir al baño, descolgó la bolsa de suero del gancho y se la afirmó contra el hombro con la ayuda de los suspensores que Jong Sehun le regaló.

Al llegar a la puerta, giró el picaporte con cuidado como lo hacía en casa y asomó la cabeza fuera del cuarto. Si Dae tuviese que esconderse en un hospital, ¿dónde lo haría? Lo meditó por unos segundos, pero no llegó a ninguna respuesta. Tal vez él no fuese el indicado para encontrar al bebé de Lee Minki, después de todo era la primera vez que se encontraba fuera de casa.

Still with you/me (Novela)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora