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Hace muchos años Daehyun escapó de casa. Aquella aventura comenzó con sus manitas pequeñas, que apenas rodeaban la manija de la entrada principal, intentando saber si estaba abierta o cerrada como lo hacía de vez en cuando. Y por primera vez desde que Dae tenía memoria, el picaporte vibró en sus palmas: estaba sin llave. Con el corazón latiéndole tan fuerte que lo podía sentir en sus oídos, se volteó esperando ver a su abuela salir de la cocina. Sin embargo, por mucho que Daehyun esperó, aquello no ocurrió. De pronto recordó que la abuela estaba lejísimo y que no llegaría hasta que el reloj de la cocina estuviese posicionado sobre el número uno.

Así que solo dudó unos instantes.

Empujó la puerta, que crujió de tan vieja, y divisó el porche, el antejardín que rodeaba la casa, la calle inexplorada y un auto que rompía el silencio de la cuadra.

Secándose las palmas con la ropa, tragó saliva, sus ojitos nerviosos se movieron de un extremo a otro. No sabía qué hacer. El miedo lo paralizó, le decía que debía regresar, que su abuela se pondría furiosa si descubría que había salido. Justo cuando tomó la decisión de volver, un chico pasó corriendo por la calle gritando a todo pulmón:

—¡Amigos, vamos al parque, vamoooooos al parqueeee!

El parque, pensó Dae.

Él nunca había ido al parque, solo una vez escuchó a unos niños discutir fuera de su casa sobre juntarse ahí luego de la escuela.

Pero Dae no iba a la escuela.

Y tampoco tenía amigos.

¿Podría acaso...?

Sus piernas se movieron antes de que hubiese tomado una decisión. Sus pantalones cortos dejaron al descubierto sus rodillas regordetas mientras corría tan rápido como podía. La garganta la sentía seca y rasposa, sus piernas avanzaban lento y el corazón parecía querer escapársele por la boca. Daehyun escuchó a lo lejos un ruido metálico acompañado de risas infantiles.

Afirmándose las costillas que le punzaban, continuó avanzando con cada vez más dificultad. De pronto, tras haber perdido al chico, Dae se encontró en una intersección sin saber a dónde ir.

—A la derecha —alguien respondió a sus pensamientos.

Y al alzar la barbilla, Daehyun se encontró con un hombre alto, delgado y de cabello ondulado.

—Quieres ir al parque, ¿cierto?

Dae se quedó observándolo sin pestañear.

—El parque está detrás de aquella casa roja —continuó el desconocido como si Dae le hubiese contestado.

Sus piernas se movieron hacia donde el hombre le señalaba con el dedo.

—Ve —lo animó—, deben estar esperándote.

Al cruzar la casa roja, se encontró con unos juegos que Daehyun solo había visto en las películas que trasmitían por televisión. Y en el medio del parque, saltando bancas y escondiéndose detrás de unos arbustos con lo que parecía una pistola de colores demasiado genial, un chico con sonrisa de conejito gritaba a todo pulmón:

—Soy el oficial Jong, y estoy a su servicio.

Escondiendo una carcajada nerviosa detrás de su puño, Dae finalmente fue hacia los juegos.

Desde lejos, ubicado en la banca más alejada del parque, el hombre alto y de cabello oscuro no apartaba la mirada de Daehyun.

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Still with you/me (Novela)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora