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Existe una palabra en coreano para describir distintos tipos de emociones: jeong, creada para definir un conjunto de sentimientos que inicia en el cariño, sigue con el afecto y termina en la profunda pasión de amar y ser amado. La primera vez que una persona experimenta el jeong es al ser sostenida por los brazos de su madre. Por eso, los expertos consideraban que su significado es incluso preverbal, antes de siquiera experimentar el lenguaje.

Jeong era una palabra que Moon Daehyun nunca experimentó antes del lenguaje, sino que lo hizo muchísimo después, cuando le entregaron un bulto de puños apretado. El amor y las lágrimas fueron instantáneas al ver el rostro pequeño y regordete de su bebé.

Ese mismo bulto precioso, cubierto con ropa blanca y decorada con la boina más pequeña del mundo, tras veinticuatro horas en cuidado intensivos, ahora dormía sobre las piernas de ese papá que experimentaba por primera vez el jeong. Y en su muñeca delgada, un brazalete que indicaba:

Moon Jeong Gyu

29 de abril, 15:21

Bajo su nombre, en una letra apretada y apresurada, una palabra que había definido la vida entera de Moon Daehyun.

M-preg

Era la cosa más diminuta que Moon Daehyun había tocado en toda su vida. Dae no podía dejar de acariciarlo y Sungguk no podía dejar de mirarlos. Al inclinarse hacia Osito, Sungguk le dio un beso sobre los mechones oscuros de cabello que a Jeonggyu se le ondulaban en la frente tal cual le ocurría ahora a Dae.

Era suyo.

Era de ambos.

Ese pequeñín que por meses llamaron Osito era Jeonggyu. Su hijo.

De ambos.

Y pensar que Sungguk casi se perdió su nacimiento pues estaba ocupado en un operativo al otro lado de la ciudad, en una exfábrica donde la señal de teléfonos apenas llegaba. Cuando Eunjin logró contactarlo, emprendió una loca carrera al hospital donde se encontró a su papá cargando el bolso preparado para el nacimiento de Osito. Alcanzó a ingresar al quirófano en el preciso instante en que el mundo le daba la bienvenida a Jeonggyu. Ahora ese mismo pequeño, que tantas preocupaciones le trajo, se acurrucaba muy feliz y cálido sobre las piernas de Dae que, a pesar del dolor, no dejaba de sonreír y tomarle los puños, soltando carcajadas sorpresivas cada vez que su dedo índice quedaba apresado por su hijo.

—Es precioso —repetía Dae una y otra vez—. Osito es bonito.

Son preciosos, pensó Sungguk.

En ese momento alguien ansioso golpeó la puerta. Era Minki con los ojos enormes y emocionados; primero observó con expectación a Dae y después al bulto que tenía en sus brazos.

—¿Puede el tío Minki conocer a su sobrino? —preguntó—. Como padrino les he dado su espacio y privacidad, pero estoy muriendo de ansiedad. Llevo esperando más de un día, tengan compasión por mi pobre corazón.

Dae le hizo un gesto para que ingresara y Minki no perdió la oportunidad. Al igual que Sungguk, todavía llevaba el uniforme de policía, el cual estaba bastante arrugado. Ambos iban a cumplir cuarenta y ocho horas ahí.

—La madrina ya viene —comentó Minki al acercarse.

La puerta volvió a abrirse e ingresó Jaebyu. Iba vestido con su uniforme de enfermero que resaltaba sus enormes ojeras. Su turno extenso había terminado el día anterior, pero fue incapaz de abandonar el hospital mientras se encontraban a la espera del avance de Osito en la sala de cuidados intensivos.

Still with you/me (Novela)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora