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Es bueno tener a mi compañero de rondas de regreso, pensó Sungguk mientras Minki se acomodaba en el asiento de copiloto para comenzar una nueva semana de trabajo. Las mejillas rechonchas de su amigo se fruncieron en disgusto al notar que su uniforme azul se ensuciaba de pelos de Roko.

—¿Cuántas veces te he dicho que no sientes a tu perro en mi asiento? —se quejó Minki.

Bien, ¿había dicho que lo extrañaba? Se arrepentía de sus declaraciones.

—Estuviste fuera dos meses, ¿y regresas para quejarte? ¿Yoon Jaebyu te saturó o qué?

Minki puso los ojos en blanco y se ajustó el cinturón de seguridad.

—No, es solo que... ¿sabes cuánto tardo en sacarle los pelos a la ropa? Una eternidad.

—Tengo tres perros y dos gatos, te lo recuerdo.

—Solo tres perros porque tus gatos continúan conmigo. ¿Cuándo piensas llevártelos, ah?

—Cuando Seojun dé su visto bueno.

—¿Y cuándo sería eso?

—Qué se yo, pregúntale tú. Yo lo he hecho un millón de veces ya.

Minki tomó aire.

—Tengo mi casa bañada en pelo, creo que hasta mi ropa interior tiene pelo de gato.

—Lo sé mejor que tú.

Su amigo escaneó el cuerpo de Sungguk con las cejas alzadas.

—Y créeme que se nota.

Sungguk se cepilló la ropa, estirándola a pesar de que se encontraba perfecta.

—Le diré a Daehyun que te quejaste de su lavado.

Eso le sacó una sonrisa malévola a esos labios que ahora se veían un tantísimo más anchos porque Lee Minki había subido un par de kilos en su encierro. A Sungguk le parecía enormemente tierno volver a encontrarse con esas mejillas. A veces Minki estaba tan delgado que olvidaba que existían.

—Así que... ya son un matrimonio —se burló Minki.

—Creo que te prefería detrás de un escritorio.

Si bien Lee Minki había regresado hace dos semanas al trabajo, luego de que la licencia se alargara producto de la depresión que vivió, había sido asignado solo a trabajo de escritorio hasta esa tarde.

—Ambos me parecen muy tiernos, ya cásense —y de la nada, agarró el brazo de Sungguk y lo sacudió—. ¡Podríamos casarnos a la vez! Una boda doble, ¿qué te parece?

—Me parece que el encierro te dañó el cerebro más de lo que ya lo tenías.

Minki puso mala cara.

—¿Por qué? Ya han pasado tres meses desde que lo encontramos. Es tiempo suficiente.

Sungguk hizo tamborilear los dedos sobre el manubrio, estaban estacionados a un costado de la calle a la espera de que sus radios interceptaran algún comando de orden. Mientras, solo les quedaba conversar, y tras dos meses patrullando únicamente con sus pensamientos, casi era un alivio escuchar ese ilógico parloteo de Minki.

—Porque sí, no seas ridículo —se quejó Sungguk.

—Ya, pero ¿avanzaste con Dae o no?

No iba a responder esa pregunta, se negaba a hacerlo...

—Solo nos hemos besado.

Minki sacudió la cabeza con incredulidad.

—Entiendo, entiendo —aceptó jadeando—. Debes avanzar lento con él... bueno, aunque tampoco es tan malo, la lengua consuela mucho... oh, espérate, eso sonó muy feo...... no, no, retira eso de feo, porque es cierto, la lengua sí consuela.

Still with you/me (Novela)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora