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Sungguk se despertó con el ruido metálico y estridente de las ollas. Su primera reacción fue tocar a Dae, pero se encontró con una sábana desarmada y fría. Tomó asiento con el corazón acelerado. Inspeccionó a su alrededor; efectivamente; no había nadie más en el cuarto. Se puso de pie y salió corriendo a la cocina sin darse cuenta de que iba desnudo.

Ahí lo recibió el apocalipsis.

Ollas tiradas por el suelo junto a un par de huevos, la encimera central blanca por la harina y una pila de tazas en el lavamanos que Sungguk había dejado limpias la noche anterior. En el medio de todo el desastre encontró a un chico con un remolino en la nuca. A excepción de una mancha todavía húmeda en la mejilla, estaba cubierto de masa seca. Sostenía un bol que batía con el entrecejo fruncido y la lengua afuera mientras miraba concentrado el celular morado.

—La masa debe estar esponjosa —dijo un hombre desde el teléfono.

¿Ese era Seojun?

Sungguk atinó a moverse para no ingresar en el ángulo de visión que capturaba la cámara frontal, evitando así que su amigo quedase traumado ante la visión de su entrepierna desnuda.

—¿Seojun? —cuestionó al notar que Daehyun hablaba por videollamada.

Daehyun giró y casi volteó el contenido del bol sobre Sungguk.

—¡No! —exclamó, su vista recorrió primero a Sungguk y luego a la ventana. Recién estaba amaneciendo.

—¿Qué haces? —quiso saber Sungguk, comprobando la fuente, que tenía una masa pegajosa y con grumos. ¿Sería su pastel de cumpleaños?

—Este chico siempre arruinando todas sus sorpresas —protestó Seojun desde el celular.

—Yo nunca arruino nada —se defendió—, son ustedes los que no saben esconder las cosas.

Dae dejó el bol en la encimera y lo empujó con ambas manos manchadas.

—Debes ir a la cama —pidió.

Le permitió a Dae que lo sacase de la cocina. Una sensación cálida y poderosa burbujeaba en la boca de su estómago. Al cruzar la entrada de la cocina y estar fuera del campo visual de la cámara, agarró a Dae por las mejillas y lo atrajo para un beso.

—Te quiero —susurró.

Los ojos de Daehyun se abrieron enormes. Con timidez, se mordió el labio.

—Eres lindo —respondió.

Lo agarró otra vez por la barbilla y le dio ahora un beso corto y sonoro.

—Vete —insistió Dae, ahora sin tanta convicción. Sungguk lo besó nuevamente entre risas.

—Sungguk, ya —pidió, empujándolo para separarse.

Con los labios húmedos, Dae se giró para regresar dentro del desastre que era la cocina.

—Estaré en la cama por si te quieres unir.

Dae se paralizó.

—¡Jong Sungguk, estoy escuchando todo! —avisó Seojun.

—¿Y qué?

—Tu hermana está a mi lado.

Sungguk decidió regresar al cuarto sin emitir otro comentario. A los minutos, tras tomar una ducha y revisar los cincuenta mensajes de audio de Minki (¿ese hombre nunca se cansaba de hablar?), la cabaña quedó en completo silencio. Agudizó el oído para captar algún movimiento. En ese momento, una cabeza castaña se asomó por la entrada del cuarto.

Still with you/me (Novela)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora