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Todo lo que Moon Daehyun conocía del mundo exterior era lo que alcanzaba a divisar por la ventana del altillo, en donde pasaba horas enteras escondido detrás del visillo blanco contemplando hacia afuera. Cuando era pequeño, el cartero transitaba todos los días a las nueve de la mañana por su calle; con los años, ese anciano hombre de ojos pequeños, dejó de hacerlo, dándole paso a diversas empresas de transporte. Daehyun también sabía que la vecina de al frente tenía un pequeño perro de orejas alargadas, al cual sacaba a pasear cada tarde. Cuando Daehyun cumplió quince años, dejó de ver al perrito y su vecina no volvió a pasear por la calle. Y, por último, también sabía que los niños regresaban a sus casas entre las cuatro y cinco de la tarde, con sus grandes mochilas golpeando en sus espaldas al corretear adelante o detrás de otro, pero finalmente esos niños crecieron al igual que él y dejaron de correr, ya demasiado distraídos en sus celulares.

Celulares.

Moon Daehyun siempre había querido uno.

Todas las tardes a las ocho, él se sentaba en el living con su abuela Lara a ver el episodio del dorama que estuviesen siguiendo. La gente en la televisión usaba celulares para escribirle a otras personas y mandar mensajes de amor. Él también deseaba que alguien le enviara un mensaje. Pero cuando le preguntó a su abuela, hace ya tres años, si podía regalarle un celular explicándole que lo necesitaba para que la gente pudiese escribirle y así decirle que lo querían, ella simplemente le contestó:

«¿Para qué? Me tienes a mí todos los días contigo, bonito».

«Bonito».

Esa era otra palabra que le gustaba.

En los doramas que seguía con su abuela, la gente se trataba de bonito, precioso, hermoso. Y siempre tenían a alguien que los amasen. La gente bonita tenía gente bonita que los quería. Su abuela decía que él era precioso, ¿por eso él tenía a su abuela? Pero ya no la tenía, se recordó. Él llevaba meses sin ser bonito, había estado muy enfermo y por eso su abuela se había ido para siempre. No era bonito, entonces no tenía a alguien bonito que lo quisiera hasta que unos ojos preciosos como los de un corderito lo observaron por la puerta abierta de la trampilla. Y Moon Daehyun volvió a sentirse otra vez bonito porque alguien precioso había ido por él.

 Y Moon Daehyun volvió a sentirse otra vez bonito porque alguien precioso había ido por él

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Still with you/me (Novela)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora