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Cuando el último laboratorio cerró, Minho volvió a visitar a Moon Sunhee. Mientras notaba que Daehyun asomaba la cabeza por la escalera para volver a esconderse, no pudo evitar sonreír y sorprenderse por lo mucho que había crecido.

—Él... ¿está bien?

En el pasado, Minho jamás preguntó por Daehyun, solo esperaba como un desesperado a que Lara lo mencionase en sus visitas esporádicas. Por eso, era extraño que fuese Minho quien empezase aquella conversación.

—¿Daehyun? —Sunhee sonreía ante su sola mención—. Ya se le soltaron los dientes frontales.

Minho se observó las manos, al continuar su voz albergaba duda.

—¿Es inteligente?

—Tú lo eras, pero él lo es más. Ya sabe escribir y leer. Habla muy bien y mucho —su madre soltó una carcajada—. Algunas veces pasa horas contándome cosas.

Minho tragó saliva, de pronto cayendo en aquel hecho.

—¿Qué tipo de cosas? —comprobó a su alrededor—. ¿Qué te puede contar un niño que nunca ha salido de casa?

Sus palabras hicieron que Lara frunciese el ceño.

—¿Vas a comenzar de nuevo con eso? Pensé que lo habías olvidado.

—Los laboratorios ya cerraron, mamá. Él podría salir de aquí. Como respuesta, Moon Sunhee se limitó a recordarle el límite que él mismo trazó con su nacimiento.

—¿Ahora te preocupas por Daehyun?

No supo cómo contestar, así que el silencio se prolongó por casi un minuto. De algún modo, pudo continuar:

—Daehyun podría ir a la escuela.

Su madre se puso de pie.

—Es hora de que te vayas, Minho.

—Daehyun no necesita seguir encerrado.

—Vete.

Minho también se puso de pie, sus rodillas temblaban de nervios. Porque en los laboratorios, cada vez que insistió con algo, terminó mal. Por eso se cubrió el estómago con miedo cuando habló:

—Es mi hijo.

—¿Ahora lo es?

Siempre lo ha sido, quiso decir. Solo que no pudo.

Nunca podía decirlo.

En el presente, ese mismo niño que Minho nunca pudo llamar hijo, se tocaba el vientre con ambas manos. Sus dedos largos estaban extendidos sobre su piel, la cual palpaba y observaba con el entrecejo fruncido.

—¿Qué haces? —apoyándose sobre el codo, Sungguk lo agarró por la cintura—. ¿Estás preocupado?

Faltaban dos horas para que Daehyun fuese internado en el hospital de Daegu para su operación: tras año y medio de espera, por fin tendría sus implantes cocleares. Su plaza en la universidad de Seúl había descuadrado por completo la planificación que tenían para Dae, obligándolos a adelantar el procedimiento y retrasar por lo menos cuatro semanas su ingreso a la universidad.

Pero ese no es el problema, pensó Sungguk.

El problema era que Daehyun todavía no estaba enterado sobre su pronta partida a la capital. Si bien había transcurrido un mes desde la noticia, Sungguk no tuvo el valor de contárselo. Y los intentos de Seojun de preguntarle a Dae si le gustaría vivir en otra ciudad siempre terminaban con la misma respuesta:

Still with you/me (Novela)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora