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A Sungguk jamás le gustó la escuela ni mucho menos estudiar. Fue de esos alumnos que estaban más cerca de la parte inferior de la lista, cuando entregaban las calificaciones ordenadas de sobresalientes a desastres, que de los que la lideraban. Y al terminar el colegio, fue partícipe del grupo de estudiantes que corrieron por los pasillos como animales enjaulados, quitándose la corbata y bailando sobre una mesa porque no tenían que estudiar más.

Luego, tocó la escuela de policía y aprender una infinidad de leyes que lo hacían quejarse una y otra vez. Pero hace seis meses había egresado de la academia y, por fin, pudo decir adiós al estudio... o eso creía él.

Al ingresar a trabajar se dio cuenta que leer era una de las principales actividades que realizaba. Esa vida imaginaria, en donde se la pasaba resolviendo crímenes y deteniendo a villanos, era ficticia porque pasaba la mayor parte de su tiempo haciendo papeleo. Y todavía no se había acostumbrado a eso cuando llegó lo último.

Moon Daehyun.

Si alguien le hubiese comentado hace un par de años que iba a pasarse una tarde de domingo estudiando lengua de señas en YouTube, se habría reído. Pero ahí estaba, haciendo lo mejor que podía para comunicarse de manera más fluida con Daehyun. En tanto, en un milagro concebido, Eunjin, Namsoo, Jaebyu y Minki le gritaban a la televisión. Sus equipos favoritos de fútbol eran rivales. Jaebyu y Minki por un lado, Eunjin y Namsoo por el otro. ¿Y el de Sungguk? El de él había quedado eliminado en octavos. A pesar de eso, podría estar con ellos en la sala bebiéndose una cerveza, pero sus prioridades habían cambiado hace una semana.

En cierto punto, lo hacía por culpa. Consideraba que lo mínimo que podía hacer, tras ser el culpable de su dificultad para comunicarse, era aprender lengua de señas. Aunque en el fondo también lo hacía porque quería saber más de Daehyun y entenderlo a fondo.

Sin embargo, el estudio nunca fue su fuerte. Tras dos horas de estar metiendo información a su cerebro, se rindió. Pensó que lo mejor sería lavar ropa porque, de hecho, no había podido quitarse el pijama ante la escasez total de prendas limpias. Estaba en eso, cuando el celular vibró en el bolsillo de su pantalón de tela.

Era una videollamada.

Y de Moon Daehyun.

¿Sería un error?

Todavía en el cuarto de lavado con su canasto de ropa sucia a los pies, se acomodó el cabello, carraspeó y aceptó. De inmediato apareció el rostro de Moon Daehyun. Lucía concentrado, aunque luego sonrió sorprendido. Por detrás de la cabeza del chico estaba Seojun.

—Hola —Sungguk pronunció despacio, no teniendo idea si con la conexión a internet que tenía Daehyun sería capaz de leer sus labios.

Con su mano libre, Daehyun movió la muñeca al costado de su cabeza.

Ah, le entendía. Bien.

Entonces la pantalla quedó en blanco.

—Está buscando su pizarra —comentó Seojun—. Para escribirte.

—Ah.

Se rascó la nuca, no sabía qué más agregar. La videollamada lo había pillado desprevenido. Todavía tenía lagañas en los ojos.

—Esta mañana estuvimos hablando... Bueno, ya me entiendes. Y pensé que sería una buena idea hacer algo así para ir adaptándolo a la vida actual.

Hyung, estoy en pijama —se quejó Sungguk—. Podrías haberme avisado para lavarme los dientes.

—Daehyun no podrá olfatear tu mal aliento, Sungguk.

—Pero podría haberme peinado.

Seojun no logró contestar porque alejó la cámara para dar un mejor ángulo de visión. Apareció Daehyun con su pizarrita. Tenía una letra preciosa, cada hangul hecho a la perfección, como un estudiante practicando caligrafía. Se sonrojó al leer el texto.

Still with you/me (Novela)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora