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—Bien, Roko, despídete de tus hermanos por unos días.

Sus perros Tocino y Mantequilla ladraban en el asiento trasero del coche de Seojun, mientras que las gatas Pequeña y Betsy lloraban en la caja transportadora en el auto de Jaebyu. Roko, si bien era el más desordenado y desobediente de la manada, era el único que se quedaría en casa por unos días. Como Daehyun tendría que atravesar demasiados cambios las próximas horas, decidieron que lo mejor sería que no conociera al resto de los animales de golpe. Si Roko se quedaba, era solo porque Daehyun ya lo conocía.

—Va a ser extraño no tener a Tocino siguiéndome al baño —musitó Namsoo.

—O a Betsy atacándome en las escaleras al subir —siguió Eunjin.

—Solo serán unos días —les recordó Sungguk mientras los tres contemplaban la partida de ambos autos.

—¿A qué hora irás por Daehyun? —quiso saber Eunjin.

Comprobando la hora en su celular, contestó:

—De hecho, ahora mismo.

Sungguk fue en búsqueda de la bolsa con ropa que Eunjin le ayudó a elegir el día anterior. En vista que a Daehyun le gustaron los suspensores que le habían regalado, le compraron un par más junto a unas corbatas coloridas ya que Sungguk había notado su fascinación por las corbatas extrañas. El conjunto terminaba con unos zapatos sin talón, al desconocer su número de calzado ninguno de los dos quiso arriesgarse a uno cerrado que le pudiese quedar pequeño.

—Papá no estará hasta el anochecer—comentó a la rápida Sungguk lanzando la bolsa en el asiento de su camioneta—. Y hoy tendremos una cena como una familia normal, ¿está bien?

—Eso díselo a tu perro, la última vez intentó subirse a la mesa para robarnos la caja de pizza —se quejó Namsoo.

Roko, el culpable, se quedó sentado a los pies de Eunjin con la lengua afuera.

—Solo seamos civilizados por un día —pidió Sungguk, apretando el acelerador. Mientras se alejaba, gritó—. ¡Y ordenen la casa!

Porque ese hogar que recibiría a un nuevo inquilino se encontraba un tanto desordenado. Mientras Eunjin y Sungguk compraban ropa el día anterior, Namsoo quedó a cargo de la limpieza, limpieza que para él constó en lavar la loza y luego salir corriendo a un turno corto en el hospital. Sungguk solo esperaba que Daehyun no fuese un maniático de la limpieza como lo era de lavar la ropa porque de lo contrario estallaría tremenda crisis.

Al estacionar en el hospital, Sungguk pensó que le habría gustado estar junto a su amigo Minki para que le llenase la cabeza con comentarios innecesarios. En el pabellón de Daehyun, se encontró con gran parte del personal médico enfilado fuera de su cuarto. Creyendo que algo le había ocurrido, se abrió paso entre ellos encontrándose a un triste Daehyun sentado en el borde de la cama.

—Te vamos a extrañar —decía una enfermera.

Solo se estaban despidiendo de él.

Más tranquilo, se acercó a Dae que permanecía en bata de hospital y oliendo a champú y jabón, en tanto el personal salía del cuarto dejándolos solos.

—Hola —dijo Sungguk, esperando escuchar otro saludo torpe y seco producto de una voz sin uso. Daehyun le sonrió chiquito, jugando con el celular entre los dedos, parecía dividido entre la ansiedad y la tristeza.

Decidido a animarlo, Sungguk alzó la bolsa que dejó en su regazo.

—Es tu ropa —explicó.

Daehyun escarbó dentro, jadeando en admiración al encontrar una corbata oscura con corazones rojos y amarillos, un jean, una camisa blanca, suspensores, un abrigo y zapatos. No parecía ser el conjunto óptimo para un chico de diecinueve años, pero Eunjin había insistido en que Dae debía sentirse cómodo más que ir con ropa propia de un adolescente.

Still with you/me (Novela)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora