45

116K 14.2K 41K
                                    

45

Diecisiete años transcurrieron desde la última vez que precipitó agua nieve y casi veinte desde que los habitantes apreciaron una nevazón lo suficientemente abundante para cubrir las calles de blanco. Era un fenómeno de la naturaleza extraño para un lugar ubicado tan abajo de Corea del Sur como lo era Daegu.

Cuando el 24 de diciembre comenzó a nevar a las once de la noche, Sungguk no se dio por enterado. Acurrucado contra el cuerpo cálido de su novio, dormía plácidamente en los brazos de Dae, quien, por cierto, lo sostenía con demasiada fuerza. Por eso, cuando alguien lo movió por el hombro e intentó despertarlo repitiendo su nombre, solo pudo soltar un ronquido.

—Sungguk.

Medio reaccionó, medio siguió durmiendo.

—Vamos, Sungguk, despierta.

Musitó algo incoherente. Abrió un ojo para notar que el rostro somnoliento de Namsoo flotaba sobre él.

—Está nevando.

Sungguk sintió que Dae se apegaba más a su cuerpo, la nariz del chico le hacía cosquillas en el cuello de lo cerca que estaba. Contra su cadera, Sungguk sentía el borde de ese vientre ya más abultado.

—¿Qué? —balbuceó con su mente aún en sueños.

—Está nevando, despierta a Dae.

Namsoo había corrido las cortinas de la ventana dejando entrever el vidrio congelado. Por la dirección en la que apuntaba el cuarto de Sungguk, la luz de la calle iluminaba tenuemente los copos de nieve que caían del cielo negro.

—Comenzó a nevar hace unas horas, ya hay una capa delgada.

Sungguk se movió para sentarse en la cama y así observar el paisaje. Tal como le había contado su amigo, un manto suave y aparentemente esponjoso escondía tejados y jardines.

—Despierta a Dae —insistió Namsoo—, creo que querrá verla. Voy a preparar chocolate caliente para cuando regresen, hace mucho frío afuera.

Sungguk bostezó a la misma vez que Dae se quejaba por no encontrarlo bajo las sábanas.

—Creo que es mejor que yo haga el chocolate caliente, hyung. No es que quiera ofender tus habilidades culinarias, pero es un hecho que quemas todo.

—No puedo refutar lo obvio —le restó importancia.

Salió del cuarto dejando la puerta entreabierta; Sungguk pudo divisar a Roko pasear por el pasillo a la espera de que saliese. Acarició la cabeza de Dae para despertarlo.

—Dae, despierta.

Volvió a quejarse, sus labios se fruncieron un poco más.

—Está nevando.

Los ojos del chico se abrieron de golpe. Todavía un poco desconcertado por el sueño, aunque a la vez enormemente atento.

—¿Ah?

—Está nevando.

Un segundo bastó para que se sentara en la cama y se girase para apoyar las manos en el vidrio congelado.

—¡Es verdad!

Desesperado, se movió entre el desorden de mantas para bajarse de la cama. Su cuerpo delgado estaba cubierto solo por ropa interior y una camiseta que se alzaba dejando al descubierto su vientre. Sonriéndole, Sungguk lo vio agarrar a toda velocidad calcetines, pantalón y camiseta. Seguía balbuceando cosas sin sentido.

—Abrígate bien —pidió también poniéndose de pie para vestirse.

Dae rebuscó en el ropero su chaqueta más gruesa, tirando al suelo de paso la ropa que le molestaba. Hizo un gran desastre hasta que encontró también una bufanda y un gorro.

Still with you/me (Novela)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora