Capítulo 15 "Deseo"

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MARY

¡Maldita mocosa! No sé qué diablos le había hecho a Stefan para que se comportara de esa manera y lo que menos comprendía era por qué le importaba tanto esa niña, no lo entendía y por si fuera poco el maldito de Stefan me golpeó sólo por decir la verdad, él realmente había cambiado, ya no era el mismo de antes.

Además no estaba de humor para seguir pensando en ello, sentía mucho coraje pero no podía hacer nada porque yo sólo era un instrumento más, que sólo era necesario cuando el otro no funcionaba bien y usaban como reemplazo del otro. Entonces lancé un largo suspiro y entré a mi habitación, cerré la puerta con seguro porque no quería que nadie me molestara. La habitación estaba oscura porque era de noche no tenía deseo alguno de encender la luz, además de que las ventanas estaban cubiertas por las cortinas oscuras que colgaban de las ventanas.

En ese momento me tiré a la cama y lancé otro suspiro mirando la oscuridad que me rodeaba.

—Necesito desestresarme...—Murmuré.

Entonces tomé mi celular e hice un par de llamadas. Y mientras esperaba aproveché y me despojé de mi ropa quedando como la diosa me trajo al mundo. Luego de unos minutos oí que tocaban la puerta, me levanté y me cubrí rápidamente con mi bata negra de encaje.

Abrí la puerta y lo primero que vi fue a una mujer de pelo rojo rizado a la altura de los hombros de ojos azules grandes, ella era muy bonita y llevaba puesto un vestido rojo sangre que enseguida me excitó. Ella entró a la habitación llevando consigo un maletín negro con cosas para divertirnos., cerré la puerta y puse el seguro nuevamente.

La pelirroja se quitó el vestido y quedó completamente desnuda, se acostó en la cama y fui hacia ella. Me tiré sobre ella y comencé a lamer y morder su cuello, comenzó a jadear y gemir, después dirigí mi boca a sus enormes senos y ambos los lengüeteé y chupé. Su cara estaba roja de placer, intentó cambiar de posición y negué con la cabeza, entonces me quité la bata y la arrojé al suelo de la habitación, pese a que estaba oscuro podía ver perfectamente en la oscuridad.

Sus ojos se dilataron al verme desnuda y dejé que me atrajera hacia ella, comenzó a menear las caderas y no pude evitar follarla con mis dedos en ese momento. Ella gimió todavía más y luego de unos minutos la volví a torturar y después me alejé un poco y miré con curiosidad su vagina entonces la tomé de las caderas e introduje mi lengua en su interior, no solo gimió también gritó excitada.

Me suplicó más y más, por supuesto que accedí porque realmente necesitaba esto, podía haber pedido a un hombre pero no quería eso por el momento.

Seguí excitándola hasta el punto en el que se corrió unas cuatro veces y quedó sin aliento, quedó exhausta pero yo no y quería más. Ella se dio cuenta de lo que quería y se puso a ágatas y también la follé por detrás, luego de unos segundos mi estrés se esfumó y claro que le iba a dar su recompensa a la pelirroja.

La tumbé a la cama y ella se puso boca arriba esperando a que hiciera algo más con su cuerpo y tenía que decir que esa pobre chica era demasiado sumisa y complaciente, veía claramente en sus ojos azules que quería que la volviera a follar e incluso se masturbó para mí y eso me hizo pensar en otra forma de sentir placer.

Tomé el maletín de ella y lo abrí, dentro de este había un vibrador con forma de pene color azul, lo miré detenidamente y lo dejé en su lugar, seguí buscando y encontré un lubricante para mujer sabor menta, entonces lo tomé y puse un poco en mi mano; lo esparcí en todo el cuerpo de la pelirroja y comenzó a excitarse nuevamente y el resto del lubricante lo introduje con mis dedos cubiertos del producto y al rozar con su vulva ella se estremeció, me miró pidiendo permiso para hacerme lo mismo e intercambiamos de lugar.

Me acosté en la cama boca arriba y la pelirroja tomó el lubricante y se puso un poco en la mano no dudó y lo introdujo en mi interior.

—¡Ahhh! ¡Mmm! ¡Sigue, sigue! ¡Ahhh!—Grité muy excitada.

Ella sacó su mano y después de eso tomó más lubricante y lo esparció en mis senos y en mi abdomen, comenzó a lamer y chupar mi abdomen y después mis senos, no dejó de chuparlos por casi dos minutos.

Entonces llegó a mis fosas nasales un extraño aroma a zorro rojo, miré a mi alrededor aún excitada y no vi ningún zorro rojo, así que la única posibilidad que quedaba era la tipa que estaba chupándome los senos de una manera increíble.

Dejé que siguiera haciendo lo suyo y esperé a que hiciera un movimiento, luego de unos minutos lo hizo sacó de su boca una pequeña hoja de navaja discretamente e intentó "besar" mi cuello. Entonces al darme cuenta la tomé del brazo y se lo doble poniendo mi rodilla sobre su espalda ejerciendo presión sobre ella.

—¿Creíste que no me daría cuenta?—murmuré en su oído. Ella miró y se sonrió.

—Vaya... fuiste muy lista, pero... te faltó un pequeño e importante detalle.—Fruncí el ceño y ejercí más presión sobre su espalda y ella soltó un quejido.

—¿En serio? No me digas...

Ella comenzó a reírse y negó con la cabeza.

—No te sirve de nada reírte hermosa, no viniste aquí solamente a darme tus servicios, viniste por aquel objeto. Pensaste que al ponerme el lubricante de menta me excitaría a tal grado en el que desearía más y tú me ibas a torturar para que te diga la ubicación de dicho objeto. Pues déjame decirte algo... el collar del zorro de las nueve colas... no lo tenemos nosotros, te dieron mal la información linda.—Ella se frustró e intentó soltarse de mi agarre, pero no pudo.

—No te recomiendo escapar porque hay muchos lobos en este lugar y pueden acorralarte en menos de un minuto, ustedes los zorros pueden ser más rápidos pero nosotros los licántropos somos astutos y sabemos cuando hay que atacar.

Ella dejó de luchar y su cuerpo se relajó, dejó de tensarse y finalmente se rindió.

—¿Qué quieres para que me dejes ir?—Ahora yo me reí.—Mmm...—Pasé mis dedos por su tersa espalda pálida y después le pasé mi lengua, haciendo que ella se estremeciera.

—Definitivamente sabes a zorro...—Me miró aterrada, la di vuelta y dije:

—Ya que viniste aquí por voluntad propia, ahora serás mi nuevo juguete.—

Empecé a lamer y chupar su cuello, ella no pudo evitar gemir y dejarse llevar.

Entonces supe que esa pequeña zorra debía ser mi nuevo juguete, claro hasta que me cansara de jugar con ella y después la dejaría irse. Aunque no sabía si dejarla ir viva o muerta... ya lo iba a decidir después, ahora debía complacer mi necesidad de sexo otra vez.

La Cazadora De La Noche: Los Secretos De Un Traidor...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora