Capítulo 9 "Sin Pistas..."

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DAMON

Tres semanas sin saber nada de mi hija, ni una pista nada de su paradero, era como si la misma tierra se la hubiese tragado, Eliana; estaba al borde la locura cada día que pasaba, no dormía, a veces ni siquiera comía, estaba desesperada y yo también pero no podía dejar que mis emociones me dominaran porque debía ser fuerte por mi familia, no debía desesperarme, tenía que ser fuerte por Eliana y mi hijo David.

Tiré de mi cabello frustrado, lancé un largo suspiro no sabía qué más hacer; había buscado en cada parte del país, del continente y nada, sin rastro alguno de mi hija. Por momentos pensaba lo peor y otra veces quería creer que mi hija seguía viva en donde quiera que estuviera, entonces antes de mandar todo al carajo vi a David entrando al estudio, llevaba puesta su pijama de dragón ball y estaba descalzo.

Se acercó y sin decir nada me abrazó, y también lo abracé, era como si él hubiese sabido que lo necesitaba porque en realidad era así, realmente lo necesitaba, le di un beso en la cabeza y lo abracé con más fuerza.

Estuvimos así unos minutos y en eso entró Eliana llevaba puesta una pijama gris del pantalón y una camiseta sin mangas blanca, su cabello estaba suelto y enredado, tenía ojeras debajo de los ojos y estaba pálida, había bajado de peso y eso hacía que su ropa le quedase un poco holgada, sonrió aparentando que todo estaba bien; pero veía en sus ojos una infinita tristeza y desesperación.

Se acercó a nosotros y acarició con suavidad el cabello de nuestro de nuestro hijo, este al ver a su Madre también la abrazó, se soltó de mi agarre y la abrazó, pude notar que caían lágrimas de los ojos de mi esposa, acerqué mi mano y con el pulgar limpié sus lágrimas, ella tomó mi mano reconfortándome.

Después de unos minutos David se quedó dormido en los brazos de su Madre y lo llevó a la cama, la acompañé y dejamos a David en ella, lo arropamos y salimos de su habitación sin hacer ruido alguno para no despertarlo. Nos fuimos de ahí y llevé a Eliana a la cama, porque realmente ella necesitaba dormir, no podía verla así pese a que ella decía que estaba bien que no me preocupara pero su aspecto y semblante me preocupaban.

Temía que llegara a enfermarse ya que al ser híbrida era más propensa a ello y sobretodo siendo mitad licántropo y mitad bruja blanca.

—Damon, estoy bien. Lo único que quiero es salir y buscar a mi hija, no descansaré hasta encontrarla.—Abracé.—N-No puedo... no puedo más...—Comenzó a llorar. La consolé acariciando su cabello con ternura, ella se aferró a mí y siguió llorando.

La llevé a nuestra habitación no quería que David se preocupara por su Madre más de lo que ya estaba.

Al llegar a la habitación Eliana se acostó en la cama por su cuenta y luego de unos minutos se quedó profundamente dormida luego de tanto llorar. Me acosté a su lado y la abracé por detrás.

Cerré los ojos rogando a la diosa Luna que cuidara a mi niña y que la mantuviera a sana y salva. Y me diera la fuerza para continuar y así encontrar a mi hija.

(***)

ELIANE

Abrí los ojos mirando a mi alrededor preguntándome qué había sucedido y por qué estaba en la cama con una intravenosa en el brazo, me quité la intravenosa y me di cuenta de que estaba en la enfermería. Mi cabeza daba vueltas sin parar cuando traté de levantarme de la cama.

Después de unos minutos la puerta se abrió y vi entrar a una mujer de cabello rizado oscuro atado en una coleta de caballo, llevaba puesta una pijama quirúrgica azul cielo  y una bata blanca encima, alrededor de su cuello llevaba un estetoscopio. Al verme despierta ella abrió los ojos en grande sorprendida, era como si hubiese visto un fantasma porque pasó de ser una mujer morena a una muy pálida, por un momento creí que había cambiado el color de su piel por otro más claro.

Sus grandes ojos negros me miraban con sorpresa y alivio, yo no entendía por qué. Lo único que quería era largarme y regresar a mi habitación en donde podía la paz y tranquilidad que dentro de una enfermería no podía tener.

Quise irme pero ella me lo impidió, rodé los ojos y me acosté en la cama nuevamente, la morena doctora comenzó a examinarme. Me hizo inhalar y exhalar tres veces mientras oía mi corazón y pulmones con su estetoscopio. Después de eso me tomó la presión sanguínea y volvió a colocarme la intravenosa con fluidos.

Suspiré pesadamente y antes de poder decir algo, el cara dura de Klaus entró y vi en su rostro un inmenso alivio, por lo visto verme despierta le fue un gran alivio, supongo que alguien no quiere que nada malo me suceda y tiene muerto de miedo a Klaus, supuse.

Pero no dije nada porque me parecía más divertido ver a Klaus con miedo y no quería perder esa perfecta imagen de él asustado, además... ese tonto era mi única diversión en este patético lugar.

En fin... simplemente me quedé quieta esperando a que me dijeran que podía irme y seguir con lo mío, realmente quería irme y estar en mi habitación sin que nadie me fastidiara.

—¿Cómo está?—Preguntó Klaus por mí. Muy lindo de su parte, ¿verdad?

—Ella está bien, sólo tuvo un sobre esfuerzo al entrenar sus instintos de una manera tan apresurada. La niña es fuerte y gracias a su resistencia es que pudo resistir hasta el último momento.

—Entonces... ¿Ya me puedo ir?—Pregunté con cinismo.

La doctora se rió.

—Si Eliane, ya te puedes ir. Pero procura descansar para que recuperes toda fuerza y energía. ¿De acuerdo?—Asentí en respuesta y la doctora me quitó la intravenosa, me puso una cinta esterilizada en el brazo y me levanté de la cama.

Pero antes de poder cruzar la puerta, el aguafiestas de Klaus me detuvo de un brazo.

—¿A dónde crees que vas?

—Hacía la libertad.—Respondí.

—No tan rápido enana.

—Enano tú, apenas logras alcanzar a Zoé.—Zoé era una cazadora de alto nivel que siempre fastidiaba a Klaus con su altura. Klaus apenas medía un metro setenta y cinco y Zoé casi un metro ochenta.

Klaus, gruñó en respuesta y le sonreí moviendo las cejas burlona.

—¡Lárgate ya!—Señaló la puerta y me fui.

Mientras caminaba por el pasillo al dar vuelta en una esquina me tropecé con una pelirroja de pelo alborotado y ambas caímos al suelo de trasero.

—¡Ay!—Exclamamos las dos.

Levanté la vista y ella también hizo lo mismo.

—¿Estás bien?—Preguntó ella.

—si estoy bien, ten más cuidado.—Se levantó del suelo y me ayudó a levantarme.

—Me llamo Gretel, ¿Y tú?

—Eliane.—Respondí.

—¿A dónde vas?

—Lo más lejos posible de Klaus.—Gretel, se rió.—Te entiendo es un patán, pero tienes que admitir que es lindo.—Hice una mueca de asco. Ambas nos reímos.

—¿Quieres ir a comer algo?—Lancé un largo suspiro.

—La comida de aquí es un asco.

—Lo sé, pero sé dónde conseguir buena comida.

—Soy toda oídos.—Respondí.

Algo me decía que la tal Gretel y yo nos íbamos a llevar bastante bien.

La Cazadora De La Noche: Los Secretos De Un Traidor...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora