STEFAN
Los tiempos pasados no se relacionan con nada que nunca antes haya visto o experimentado, los tiempos pasados no son nada comparado con los tiempos presentes que son más crueles y despiadados que el mismo pasado, a pesar de que es cruel y sin límite alguno, pero cuando coopera con el pasado este se vuelve más fuerte y despiadado. No hay nada que se pueda comparar con lo que llaman los humanos "culpa", la culpa es la principal aliada de ellos, que se encarga de que todos y cada uno de nosotros sienta dicha emoción.
Cada que cierro los ojos, las preocupaciones y los miedos vuelven con más fuerza. No hay forma o manera de evitarlo, las noches son mi tormento y mi agonía, e incluso la luna y las estrellas se han negado a iluminar mi camino desde que mi Eliane se fue hace tantos años, la soledad y la oscuridad han invadido cada centímetro de mi alma y de mi consciencia, hasta el punto en el que no he podido conciliar el sueño.
He perdido muchas cosas entre ellas perdí a mi familia, a mis dos mejores cazadores y peor aún a la mujer que me importa más que a nada en este mundo. La penas más grandes que cualquier ser que puede sufrir es el de perder a las personas más importantes en esta vida.
Pero sin embargo no podía derrumbarme, debía levantarme del suelo y seguir adelante, porque ante todo mi voluntad de hierro no podía ser derrumbada tan fácilmente, nadie podía derrumbarla y mucho menos un par de traidores que sólo sirven para atormentarme, ellos no valían nada para mí ahora.
Sin embargo no podía dejar a ese par impune, pero antes debía ir a Vallentuna. Porque hay alguien que intenta acabar con todo lo que he construido, y por supuesto que no lo dejaré pasar. Entonces tomé mi daga y la guardé dentro de mi bota con su funda puesta, salí de mi habitación y lancé un largo suspiro pensando en que pronto vería a Eliane nuevamente, pero mientras tanto debía irme a la provincia de Estocolmo, Vallentuna y buscar al maldito que está haciendo estragos en todas sedes de la asociación, para después ejecutarlo yo mismo.
(***)
Llegué a la provincia de Estocolmo Vallentuna, con otros Cazadores a mi lado y en poco tiempo encontré a esa persona, estando en una reserva natural que era oscura y apenas podía ver lo había frente a mí mientras corría tras el traidor, sus movimientos, sus pisadas, su postura a la hora de atacar me eran familiares pero no lo pensé, porque en ese momento aquella figura que no lograba definir si era mujer o hombre, era difícil de decir porque dicha figura se movía muy rápido y no podía distinguir del todo su figura, pero de algo estaba seguro... quien quiera que fuese enfrentaría su destino por haberse atrevido a meterse en donde no debe.
Así que con los demás Cazadores que quedaron de pie, fuimos tras esa misteriosa figura, pero sin embargo no logramos alcanzarla era muy rápida, ágil y veloz, pero sobretodo astuta, características que me eran conocidas y a la vez tan lejanas. Entonces uno de mis subordinados mientras corría dijo:
—Es muy rápido, sus movimientos se parecen mucho a los de la 'Diabólica'.—En ese momento pensé en que realmente se trataba de Eliane y por un instante creí que era realmente ella, estuve a punto de parar la persecución pero algo me detuvo.
Miré hacia el frente y aquella figura; levantó un arma y de ella se disparó, aquel sonido me paralizó por un momento y en consecuencia recibí el disparo en mi hombro izquierdo, la herida no dolía, quemaba como el mismo infierno en el que vivía, no había sonido alguno, no podía oír nada, no podía sentir, sólo podía ver el cómo se iba esa mujer que me había disparado, en ese momento me di cuenta de que era una mujer la que estaba persiguiendo y en su lugar ella me disparó.
Sin embargo uno de mis subordinados intentó dispararle pero lo detuve y en su lugar le disparé con la poca fuerza y energía que me quedaban, entonces ella huyó sosteniendo su herida que estaba sangrando mucho, la oí quejarse y el sonido de su voz me era familiar pero no podía recordar exactamente en dónde la había escuchado y después de unos segundos lo recordé.
Ella me había traicionado, ella me traicionó... ¡Ella me traicionó!
(***)
ELIANE
A veces cometer traición es lo único que puedes hacer para poder sobrevivir, para poder vengarte, para proteger aquellos que amas, aquellos que te importan, pero cuando caes en el abismo de la traición te das cuenta de que no hay salida, no hay alternativa, nadie puede salvarte de ese abismo, la única salvación que existe es seguir en ese abismo, seguir adelante y esperar a poder sobrevivir una vez o simplemente morir, más sin embargo nadie puede asegurar que morir sea la única alternativa aunque por desgracia muchas veces es la única alternativa que queda, cuando te ves acorralado o acorralada en un intento de escapar de las garras de la muerte.
Soy una traidora, soy una mentira, soy una vergüenza, soy la salvación y a la perdición de aquellos que me conocen y buscan mi ayuda, la doy pero aquellos que acuden a mi pueden vivir o morir, les doy a elegir y ellos eligen seguirme pese al riesgo corren a mi lado. Soy peor que el diablo mismo, soy peor que la muerte, soy peor que el mismo infierno en que vivimos de mundo, soy la definición de lo que es la traición, soy... la 'Diabólica', aquella que es tan perversa, maligna o astuta que parece hecha o inspirada por el diablo mismo.
Cierro los ojos y sólo veo oscuridad, sangre, muerte y desesperación, he estado tan acostumbrada a ello que ni siquiera me hace cosquillas el ver o sentir eso, pero cuando eres tú quien recibe esa herida te das cuenta de cuánto sufrimiento pasan aquellos que se convirtieron en tus víctimas, ahora lo estaba experimentando al haber sido herida por un cazador cuyo rostro no pude ver, era oscuro y de noche, apenas podía ver mis propias manos y pies moverse como figuras oscuras, sombras para ser más precisas, eso eran sombras.
Había llegado a la reserva natural Bromseby en Vallentuna, una provincia de Estocolmo; cuando sentí venir a alguien así que corrí, corrí tan rápido como pude tratando de escapar pero mi parte licántropo quería tomar el control y protegerme pero no podía dejar que lo hiciera porque eso iba a implicar que alguien me viera y me descubriera. Y lo peor que podía hacer en ese momento era transformarme y que un humano imprudente me viera, porque a pesar de que estaba en una reserva natural en la que aparentemente no había nadie pero podía oler a un par de kilómetros a un humano, era una niña de unos seis años, esa niña tenía mi misma edad de cuando me secuestraron y cada vez que veo a niños y sobretodo niñas de esa edad, siento una sensación o necesidad de asegurarme de que no les pase nada malo y más de una vez lo impedí, por suerte todos esos niños ahora viven sus vidas con normalidad y sin complicaciones.
En fin... dejando eso de lado, después de unos minutos la niña se fue rápidamente y me sentí aliviada, ella no sería una víctima de la crueldad de los Cazadores Nazi. Así que continúe corriendo pese a que tenía una herida por el disparo de una herida de bala y vaya que dolía, porque la bala era de plata y lo sabía porque conocía esa sensación y ese ardor que quemaba en lo más profundo de mis entrañas.
Pero sin embargo no me detuve y seguí corriendo hasta que ya no pude más, no sabía cuánto tiempo había pasado; sólo me detuve debajo de un árbol y me dejé caer al suelo, se me dio por mirar mi herida, podía ver y sentir el olor de la sangre que era un olor penetrante, olor en sí como el metal, el agujero en el que yacía la bala en el costado izquierdo de las costillas parecía ser el agujero de un cráter profundo y oscuro, además de estar cubierto de sangre. Dolía mucho y no sabía qué hacer, no podía moverme más aunque lo intentase no podía hacerlo, había perdido mucha sangre, entonces no pensé en otra más que en Dimitri, mi Mate, mi compañero, ya que él era el único que podía ayudarme, así lo llamé antes de perder la consciencia.
ESTÁS LEYENDO
La Cazadora De La Noche: Los Secretos De Un Traidor...
WerewolfHabían pasado diecinueve años desde aquel día que fue maldecido a vagar por el mundo como un alma en pena en busca de su alma gemela que nunca llegó. Había vagado por tantos países que ya había perdido la cuenta de cuántos había pisado, sentía que s...