HARRY
Caminaba las solitarias calles de Paris, con el único propósito de cumplir con el último deseo de Claire, después de tantos años finalmente puedo hacerlo realidad, finalmente puedo ser libre, aunque sea muerto pero libre, estando muerto tendré la oportunidad de estar con mi Mate por siempre, finalmente esta carga sobre mis hombros se ha vuelto un poco más ligera y llevadera, sentía que finalmente podía ser la persona que tanto quería ser, pero por desgracia no iba a ser posible porque después de cumplir mi promesa con Claire, iba a tener que morir de manera tal que no iba a poder cumplir mis sueños y metas de ser alguien en la vida en lugar de un asesino controlado por un poderoso veneno que no mataba pero si causaba daños irreversibles en quien tuviese ese veneno dentro de su sistema.
Respiré profundo pensando en que al dejar en manos la información sobre el veneno y las sedes de los Cazadores Nazi, mis penas y arrepentimientos se irían como un río sobre una roca, el agua fluye y sigue fluyendo hasta que finalmente encuentra su destino que es el mar, el océano que nos brinda a cada uno de nosotros la tranquilidad que tanto buscamos debido a que el océano es el único lugar en el mundo en el que uno puede sentir la tranquilidad y frescura del mismo mar. Pero sin embargo para algunos siempre habrá un lugar diferente al océano en el que sientan seguridad y tranquilidad absoluta.
Miré hacia el horizonte y pude ver claramente la Torre Eiffel desde la distancia, lucía tan majestuosa e imponente que hasta un simple edificio de 12 pisos era poca cosa a lado de la Torre. Cerré los ojos un momento y volví a respirar tratando de calmar el intenso ardo que tenía en el pecho, que me hacía respirar con dificultad sabía que era el maldito veneno haciendo esto, porque esa puta sustancia está diseñada por igual a destruir a todo aquel que intente o traicione a la Asociación de Cazadores Nazi. Por eso crearon el veneno para este tipo de casos, sí alguien llegaba a tratar de traicionarlos entonces el veneno se encargaría de matar al traidor, había visto morir a gente que había tratado de escapar, de ser libres por un momento, un sólo segundo, pero por desgracia jamás pudieron disfrutar lo suficiente de dicha libertad.
Sin embargo eso me hizo darme cuenta de que ya había llegado el momento de hacer algo y terminar con tanto dolor y sufrimiento que esos hijos de puta han causado desde hace más de diez años. Tantos años llenos de agonía y tristeza debían terminar a cómo diera lugar, afortunadamente la 'Diabólica', estaba tomando cartas en el asunto.
Al fin alguien había tomado el valor de hacerles frente a los Cazadores Nazi y tenía que decir que Claire, tenía razón Eliane, desde llegó a la Asociación hace tanto años se convirtió en la esperanza que cada uno de nosotros había perdido desde el primer momento en que pisamos ese jodido sitio de mala muerte en el que literalmente hubo más muerte y sangre que vida y vitalidad por vivir.
La esperanza se había convertido en desesperación y miedo, y la voluntad de supervivencia se había transformado en una forma de seguir viviendo pero sin querer vivir, vivimos por obligación no por voluntad y deseo propio de ello. La vida para nosotros que somos cazadores es más que sólo un respiro que damos cada día para poder seguir funcionando como títeres que sólo se mueven cuando tiran de sus hilos a su antojo.
Sin embargo no ha pasado ni un sólo día en el que no haya pensado en cada persona que maté, a lo largo de los años, mi primera víctima fue una niña de 4 años que había perdido a su madre debido a una masacre que hubo, fue mi primera misión y siendo honesto muy en el fondo no deseaba participar en ella pero me obligaron usando ese puto veneno que lo único que provocó fue una terrible tragedia de la cual me arrepiento, y me he arrepentido con cada respiro y aliento de cada día de mi vida.
ESTÁS LEYENDO
La Cazadora De La Noche: Los Secretos De Un Traidor...
WerewolfHabían pasado diecinueve años desde aquel día que fue maldecido a vagar por el mundo como un alma en pena en busca de su alma gemela que nunca llegó. Había vagado por tantos países que ya había perdido la cuenta de cuántos había pisado, sentía que s...