Capítulo 38 "Una Nueva Eliane"

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DOS DÍAS DESPUÉS...

ELIANA

Pasaron apenas dos días cuando Eliane volvió a recaer, dos días para que todo se fuera al carajo. Dos días habían bastado, sólo eso y nada más. Ya no sabía más qué hacer, por momentos me quería volver loca. Esa niña se había escapado otra vez, pero en lugar de que fuera un día fueron dos. Dos días, y después de ese tiempo apareció.

No dijo a dónde había ido, nada. Por más que le preguntamos jamás nos respondió. Pero una mañana Eliane no quiso bajar a desayunar por más que le había insistido, y ni siquiera le importó que hubiesen venido Max y Sofía.

Bajé las escaleras con resignación, levanté la vista y vi a Max saliendo de la cocina con una gran sonrisa que muy pronto se borro al verme y en cambio su mirada mostró preocupación hacia a mí.

—Eliana, ¿Está todo bien?—Negué con la cabeza. Lanzó un largo suspiro.—¿Sigue igual?—Asentí.—Iré hablar con ella.—Lo detuve.—Max, gracias. Pero... no sé si sirva de algo, ya intenté hablar con ella, Damon también lo intentó e incluso sus amigos que la animaron un poco pero... ellos están igual o peor que ella.

Él sonrió y dijo:

—No digas nada más, lo sé, pero ella es mi ahijada y debo hacerlo. ¿De acuerdo? Todo estará bien.—Asentí confiando en que mi hija no fuera a arrojarlo literalmente por la ventana porque lo hizo una vez y no quiero que vuelva a ocurrir.

(***)

ELIANE

Solo quería que me dejaran en paz, no quería hablar con nadie, pero mi Madre me insistió tanto que al final le pedí que me dejara sola y lo hizo pero vi en su mirada que estaba triste y resignada. Estaba acostada en mi cama aún en pijama que era un pantalón un poco holgado color gris y una camiseta blanca sin mangas, estaba sin hacer nada, así que me puse la cobija en la cara, cuando oigo que alguien toca la puerta, no hice caso la primera vez pero la segunda vez fue más insistente.

Así que lancé un largo suspiro y abrí la puerta con magia.

—¿Puedo pasar?—Oí la voz de Max hablándome.

—Adelante...—Respondí.

Max caminaba con cautela hacia mí, como si tuviese que cuidar su espalda de mí; era comprensible pero no tenía deseo alguno de hacerle algo horrible. Realmente no tenía energías ni ánimo para hacerlo, sólo quería estar sola en mi habitación conviviendo con la oscuridad y mis propios demonios.

Entonces Max se acercó a mí y se sentó en el borde de la cama. Aún seguía vistiendo su oscuro traje de Cazador como era su costumbre antes de irse a una misión.

—¿Por qué no quieres bajar a desayunar con tu familia?—Me preguntó. Max era muy directo, no se andaba con rodeos, simplemente lo decía.

No respondí, apenas lo miré lancé un largo suspiro y seguí sin decir nada.

—Haber... Eliane... sé que esto es difícil para ti, volver a casa es difícil para ti porque durante tres años estuviste secuestrada yendo de un lugar a otro, hasta que finalmente te rescatamos tus Padres, Sofía y yo.—Puso su mano sobre la mía.—Eliane... yo te entiendo, sé lo qué es ser separado de la gente que uno ama; yo lo sé.—Reí con ironía.—¿Cómo lo sabes?—Pregunté incrédula.—Tú no sabes lo que viví estando en ese maldito sitio.—Él se rió.

—Créeme que lo sé, porque fui secuestrado a tu edad y viví lo mismo que tú, pero con la única diferencia de que maté a mi carcelero con mis propias manos y escapé. Después de eso viví una situación muy complicada y no confiaba en nadie, ni siquiera en la Diosa Luna confiaba, pero todo cambió cuando llegué por pura casualidad a un Castillo que creía que estaba abandonado, pero cuando entré en él me di cuenta de que no era así. En ese castillo hubo alguna vez vida y yo con mis propias manos me encargué de darle vida nuevamente y eso hice, luego de un par de años viajé de un lado a otro reclutando gente, consiguiendo aliados, amigos, y luego de casi diez años conocí a tu Madre, una niña de tan sólo 8 años que había escapado de su Padre y hermano de una muerte segura, ella era como tú pero luego de muchos años conoció a alguien quien pensó que sería su pareja de por vida, pero no fue así y ya sabes el resto.—Asentí recordando la historia de Mamá y de ese vampiro Stefan del cual jamás se supo más nada.

—Ahora dime... ¿Quieres venir conmigo a estar con tu familia?—Lo pensé un momento y asentí, tomé su mano y salí de la cama, fuimos hacia la puerta y mi corazón latía como loco, estaba nerviosa, las manos me sudaban pero Max supo reconfortarme y me ayudó a continuar.

Salimos de mi habitación y nos dirigimos a las escaleras, las bajé con cierta cautela y discreción no quería estar ahí pero debía hacerlo. Fueron sólo dos minutos, los dos minutos más largos de mi vida; para ir al comedor donde todos esperaban a que apareciera.

Entramos al comedor y fue tal la sorpresa de todos que incluso mi Padre dejó caer su taza favorita color plata con café humeante sobre la mesa, pero nadie prestó atención a ello. Toda la atención estaba enfocada en mi presencia, nadie creía que iba a salir de mi habitación, ni yo tampoco. Miré el piso de madera color chocolate lancé un largo suspiro, caminé a la par de Max y me sentó a lado suyo sin decir más.

Todos incluyendo a Sofía y su hija, estaban sin palabras, no decían nada pero sus caras decían más que mil palabras y no los culpaba por ello, yo también tendría esa misma expresión en su lugar. Elizabeth que era muy parecida a su Madre, no dijo nada pero sonrió feliz de verme y le devolví la sonrisa, al hacer eso Mamá sonrió aliviada y le agradeció con la mirada a mi Padrino, y este solo asintió sin darle tanta importancia al asunto.

Entonces el primero en hablar fue David.

—Hermanita, es bueno verte fuera de tu habitación. Realmente te extrañé.—sonreí en respuesta. Pero él se puso un tanto nervioso, rodé los ojos.—No voy a golpearte, a menos de que me des un buen motivo hacerlo.—Respondí con evidente sarcasmo. Todos se rieron excepto David.

—Ya volvió...—Murmuró entre dientes Papá y recibió un buen codazo por parte de mi Mamá que no dejaba de sonreír disimulando su deseo de cerrarle la boca metiéndole un corcho.

Entonces le dijo algo que no logré entender pero suficientemente para que mi Padre dejara de decir comentarios sarcásticos. Continuamos conversando durante todo el desayuno hasta la hora de la comida.

La Cazadora De La Noche: Los Secretos De Un Traidor...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora