T R E S
DANIEL RICHMOND
25 de agosto de 2019.
La música sonaba de forma suave y elegante, algunos hombres a mi alrededor tenían a mujeres en sus piernas o incluso algunas en el suelo como sumisas, yo era uno de los pocos que no encajaba con el ambiente, solo era un maldito empleado.
Me dejó de importar cada acción que hacían aquellos hombres y mujeres; si su diversión era ser lastimados o lastimar por placer, adelante.
La mujer frente a mí surcó una sonrisa ladina en tanto veía sus cartas, pero la disimuló o al menos lo intentó.
Todos en la mesa estaban seguros que yo había perdido el juego. Mis expresiones corporales y gestos fáciles demostraban frustración y desespero por un milagro, pero lo que no sabían es que demostré lo que querían ver, no lo que realmente estaba pasando en el juego.
Varios ya habían dejado de apostar, daban poco para lo que yo quería. Así que un incentivo los iba a despertar; lleve todo al centro de la mesa. Claro que, no olvidé mostrar nerviosismo moviendo mi pierna y mordiendo mis uñas.
Miré a Dagmar pasar por detrás de esa mujer, tan serio e imponente que podrías decir que era un simple empresario bebiendo una copa de vino. Me miraba con intensidad, esperando.
—Póquer —comentó ella sonriendo triunfante.
Su mirada era de ambición pura, tenía una gran certeza que nadie más iba a ganar, nadie más que ella, excepto que...
—Royal flush.
Toda la mesa miró hacia mí mientras pronuncié esas palabras. Quedó un silencio que solo lo llenaba la música. Su rostro se contrajo de rabia e hizo puños sus manos para que unos segundos después sonriera hipócrita.
—Enhorabuena.
No le puse atención porque mis ojos estaban en Dagmar quien alzó su copa hacia mí en un claro "no estuvo mal". Me dieron más instrucciones sobre las fichas que había ganado, aunque realmente ese dinero yo jamás lo iba a tocar, todo era de y para él.
Llegué a la barra y desistí de tomar esta noche. A los pocos segundos llegó con su usual vino tinto.
—Este vino es exquisito, su aroma me encanta y su sabor... —tomó un poco y disfrutó—, magnifico como todo debe ser.
—¿Ya me vas a dejar hablarte sobre lo que quiero? —pregunté.
Me hizo una seña con su mano mientras tomaba lo que restaba de la bebida y exigía que le rellenaran la copa.
—¿Puedes conseguir esto? —Le pasé el sobre que Eliana me había dado.
Frunció el ceño y lo abrió. Sus ojos trazaban la escritura y no sé si fue mi imaginación, su cuerpo se tensó, pero al terminar me miró serio y tenía una mirada de advertencia que no me gustaba.
—¿Quién te dio esto? Esta no es tu letra, Danito y no me gusta que se metan en mis asuntos.
—Es importante —desvié la respuesta—, ¿puedes dármelo o no? De verdad lo necesito.
Se lo pensó un tiempo, mirando como la yema de su dedo marcaba el borde de la copa hasta que sonrió de forma siniestra.
—Si me impresionas esta noche en una última ronda de... —miró a su alrededor, pero no señaló ningún lugar— de la mesa o cualquier lugar dentro que quieras, tenemos un trato.
Sus tratos no eran sencillos, uno era más difícil y peligroso que el anterior, y yo ya había hecho muchos con él.
—Quiero esto —sacó una nota de su saco y me la entregó—, consígueme eso y te doy toda la información que requiere este sobre, solo si me impresionas.
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El misterio de un amor | Nueva versión
RandomNuestro alrededor a veces nos da señales de cosas que no vemos a simple vista, pero eso no quiere decir que no nos sucederán en un futuro. Ellos vivían en su burbuja. Un amor único, demasiado melosos. Su matrimonio era lo que los unía, junto... al...