58. Equivocado

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C I N C U E N T A   Y   O C H O

ELIANA BEAUMONT

6 de febrero de 2020.

Solo quería llegar a la parte en donde le decíamos que Lauralei y William fueron los malditos hijos de puta que asesinaron sin corazón a los Wilde.

—A lo que queremos llegar es que Matthew fue la segunda ancla de Laura y habíamos dicho que él pudo haber impedido que sucediera sobre los Wilde, llevándose al asesino —aclaró Brown.

—Ordenaron llevar a Mathew McGregor con información falsa —expuse—. Si existió un Matthew que era traficante de blancas y fue encarcelado hace dos años, Matthew Gagnon, no McGregor.

Desvió la mirada hacia sus manos y me callé unos segundos dándole tiempo de entender lo que eso quería decir.

Mató al Matthew equivocado.

—Él iba a llevarse a Laura para ayudarla lejos de su familia, Darío lo supo y movió sus hilos para que no pasara —continué—. Daniel, lo siento —murmuré y levantó la mirada conectándola con la mía. Me valía un carajo que los demás me miraran raro—. Laura y William fueron los responsables de la muerte de Abigail y Theo.

Creí que no podría verlo peor de lo que ya lo he visto, pero me equivoqué.

Se levantó y caminó a la puerta.

—Todavía no hemos terminado —dijo Brown.

No le contestó salió dando un portazo y pensé que sería yo la que iría.

—Fauvel, verifica que esté bien.

Cuando se fue se me quedó mirando por un largo rato.

—¿Qué? Teníamos que dejar el rodeo, solo le dije lo que debía escuchar —planteé.

—Y no te estoy regañando —Aysha a su lado tenía una pequeña sonrisa en sus labios y le susurró algo a Brown. Él estuvo atento a lo que le dijo y volvió a mirarme—. Ve, mantenlo en calma y lejos de su té.

Antes de irme fue Aysha la que habló.

—Si no quieres que nadie se entere no dejes que nadie lea tu expresión corporal.

—Siento que me perdí de algo —murmuró Boris y dejé de escucharlo cuando fui por Daniel.

Estaban discutiendo, mejor dicho, él hablaba y Fauvel se mantenía callado, esperando su momento para hablar. Se veía delicado el asunto. Supongo que le reclamó no haberle dicho antes o puede que haya sido otra cosa.

Fauvel también tomó la palabra y así sucesivamente se insultaban, se indignaban, se decían miles de cosas, desde maldecir hasta escuchar que se les cortaba la voz, hasta que se empujaron entre sí.

—¡Hey, Fauvel! —llamé. Lo alejé de Dan, haciéndole dar unos pasos atrás—. Y tú no te atrevas a hacer algo —le ordené. Volví mi vista a Fauvel—. Continúa con tus labores, yo me hago cargo.

No se fue se mantuvieron con la vista fija en el otro, ambos serios.

—Yo no te he mentido, pero eso es lo que haces —lo apuntó—. Te aíslas y no dejas que nadie entre, finges que todo está bien cuando no es así —expresó Brice—. Se supone que somos mejores amigos y trato de ayudarte, pero me concentró más en ti, que tú en mí. Ya me cansé porque a mí también me dolió saber eso, a mí también me dolió lo que a ti te duele, pero ni siquiera se te ocurre preguntar.

» Y aunque me gustaría mandarte a la mierda, no lo voy a hacer.

Tenía derecho a enojarse, a él también le ha afectado y por eso lo dejaron fuera del caso.

El misterio de un amor  |  Nueva versiónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora