40. Buena chica (Parte I)

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C U A R E N T A

ODETTE FITZ.

21 de diciembre de 2019.

Estaba sola.

Después de tantos años luchando para no estarlo..., me quedé sola.

Había llamado tantas veces a mi padre que a la llamada veinte me bloqueó, mamá ni siquiera se molestó en hacerme gastar mi tiempo, pues me contestó a la primera regañándome por hacer un berrinche.

—Odette, eres fastidiosa, arruinas mis vacaciones en el Caribe —dijo y colgó.

Preferí no llamarla para no estorbar.

Y terminé marcando a Chloe que tampoco contestó, solo me mandó un mensaje.

Chloe <3:

No me llames, no te voy a contestar. Fastidias mis vacaciones

Odette:

Perdón, no quise molestar.

Chloe <3:

Lo haces

Aventé mi teléfono al otro lado de la cama, esperaba que se rompiera o algo, ya no me importaba. Mis opioides se habían acabado, no me quedaba casi nada de cocaína y no soportaba la idea de que aquello se acabara.

Mi departamento estaba hecho un asco, había destruido parte de mis cosas en un arranque de ira. Tiré algunos jarrones y rasgué algunos de mis vestidos; solo me había puesto ropa que Daniel dejó, oler su aroma me era satisfactorio, a pesar de que él ya no iba a volver.

Entró el viento por la ventana, azotándola, eso hizo que mi cuerpo se moviera al punto de casi caerme de la cama. Mis manos no tenían mucha fuerza y mis piernas tampoco, mi cara estaba demacrada y ojerosa.

Esta era Odette Fitz.

Sin muchos ánimos la cerré, pero de nada servía si las puertas del balcón se encontraban abiertas. Tocaron a la puerta y casi resbalé con una de las tantas fotografías impresas que tenía de Daniel junto a mí, recogí varias en el camino y las medio miré.

No le gustaba que le tomaran fotos o... Bueno, no le gustaba que yo le tomara fotos. Su Instagram estaba repleto de fotos que otras personas le tomaban, solo unas cuantas conmigo que, ese mismo día de la discusión, desaparecieron.

Su sonrisa de medio lado era parte de su atractivo principal.

Escuché los golpes más bruscos y me apresuré.

—¡Ya voy! ¡Un momento!

Estaba por abrir cuando una carpeta manila se deslizó por debajo de la puerta y los sonidos de pisadas se hicieron lejanos.

Preferí no abrir ¿De qué servía si ya se había ido?

La tomé mirándola con curiosidad, el frío volvió a colarse haciendo que mi piel se erizara. Cuando estuve por abrirla y dejar el misterio, una fuerza irracional me golpeó la espalda, fue tan duro y certero el golpe que tuve que tomarme del pomo de la puerta, casi quedando de rodillas.

Me quejé en voz baja, una parte específica de mi espalda comenzó a dolerme como el demonio. Todo empeoró al correr los minutos, comencé a sentir algo líquido deslizándose por mi espalda y por el suéter.

Lo toqué con mi mano temblorosa, sintiendo lo espeso y como en cada roce de mi yema con el suéter, dolía; al mirarlo, solo vi rojo.

¿Era sangre?

El misterio de un amor  |  Nueva versiónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora