45. El misterio de un amor (Parte I)

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C U A R E N T A    Y    C I N C O

DANIEL RICHMOND.

27 de diciembre de 2019.

No había comido ni bebido nada más que mis tés. Apenas y pude bañarme porque todavía seguía durmiendo cuando mi madre llegó para ir hacia la central.

Me sentía como la mierda.

No me podía creer que dormí toda la puta tarde y sentía mi cuerpo cansado como si hubiera subido y bajado el Everest más de 20 veces. No tenía ganas de dar ni dos pasos, la espalda me estaba doliendo, mis ojos me ardían, mis labios estaban muy resecos y me dolían mis calcañales.

—¿Comiste pasta? —preguntó mamá, buscando una conversación.

Sí, el ambiente estaba tenso desde que nos sentamos en aquellas sillas de plástico esperando a ese señor, Jack Royal.

—Sí ¿Por? —contesté con naturalidad.

—Uhm, vi que sobró comida.

—Pues, no sé, no comí mucho —mentí.

Una de sus manos fue a mi cabello, acariciándolo.

—Cuando lleguemos a casa, lo primera que harás será comer y no quiero peros ¿Entendiste? —ordenó. Asentí sin mucho ánimo, así que tomó mi barbilla para que la mirara—. No te escuché.

—Sí, mamá.

Me soltó volviendo a acariciar mi cabello, estuvo así por un rato, como si tratara de reconfortarme con su muestra de afecto y a mí me gustaba mucho. Siempre he pensado que no me pudo haber tocado mejor mamá que ella, le agradezco a cualquier ser que nos creó por ello.

Su mano se detuvo cuando ambos observamos a Clinton Brown llegar por el pasillo, tenía una tableta en su mano izquierda y un juego de llaves en la otra.

—Meredith y Daniel Richmond—nos nombró—, lamento la tardanza, en un momento podrán pasar —informó volteándose para abrir la puerta frente a nosotros.

Era una de las salas de reuniones. Aquella sala iba a presenciar el momento más drástico de mi vida.

Miento.

Uno de lo más drásticos, porque he tenido bastantes y todos han sido malos.

Nos levantamos en el momento en el que nos indicó nuestros asientos y dijo que él sería el mediador junto con Eagle, entre ese señor y nosotros.

No podía fingir normalidad con mi mamá, se daba cuenta de mis nervios, de mi miedo, de todo y no me gustaba que se preocupara de más.

—Todo va a salir bien, cariño —habló suave—, él es bueno.

Se me formó una sonrisa sarcástica en los labios.

—Si hubiera sido bueno, no te hubiera prometido cosas que no iba a cumplir, tampoco te hubiera dado falsas esperanzas y menos, te hubiera abandonado —solté con amargura.

—Daniel, independientemente de lo que pasó, él es tu papá y no le puedes negar la opción de querer acercarse a ti —añadió seria—. Puede que no haya sido el mejor novio o compañero para mí en su momento, pero eso no quiere decir que va a pasar lo mismo con su título de papá.

La miré manteniendo mi molestia. Ella también estaba enojada, aunque eran motivos diferentes.

—Si quiere su título de "papá" —hice comillas en el aire— que se lo gane, porque yo no me voy a vender ni que me regale medio continente.

La puerta sonó y mi cuerpo se tensó, suspiré con alivio cuando me di cuenta de que solo era Clinton. Aunque su rostro me hacía entender que algo había pasado.

El misterio de un amor  |  Nueva versiónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora