36. Coincidencia

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T R E I N T A Y S E I S

ELIANA BEAUMONT.

16 de diciembre de 2019.

Delberg parecía estar muy encismada en lo que explicaba, lo hacía con mucha potencia y sus manos sobre explicaban lo que su boca decía. A eso le llamaba amar su trabajo y hacerlo con pasión. Me impresionaba que no había tantas ojeras debajo de sus ojos o las ocultaba muy bien.

Lástima que no la estaba mirando a ella, sino a Daniel.

¿Cómo pudo generarme un sueño húmedo? Es decir, era un imbécil que tenía un bonito rostro y cuerpo, no era tan feo, tampoco era el diablo en persona, pero nunca alguien iba a catalogarlo como un santo. Es que él era así. Daniel era... Daniel.

Desvié mi mirada, ahora así, hacia Delberg dando los últimos detalles de su experimento y casi puedo afirmar que era Daniel quien tenía su vista en mí, quise sonreír por ello.

—Va así —comenzó señalando a uno de los practicantes— Duncan, Eagle, Boris, Fauvel, Dawson, Brown, Campell, Beaumont, Coppola, Richmond y de último, yo. Podemos agregar a Bennet, si puede y a su hija, si quiere.

—Eso sería nuestro grupo, ¿no?

—Sí, primero comenzaré con ustedes y después iré con el grupo B, el C, el D y el E, seguiré con la academia de policía, los oficinistas, empleados de limpieza, cocineros —siguió diciendo—. Pediré permiso para poder tener ayuda de los agentes del F.B.I que están aquí, aparte de Coppola, claramente —se dirigió a él— ¿Estás de acuerdo en que te tome en cuenta?

—No tengo problema.

Pude notar por unos segundos como Richmond tuvo el descaro de poner los ojos en blanco y una cara de asco que podrías jurar que se comió la mierda de un bebé con diarrea.

—Qué bueno porque ya nos hemos retrasado demasiado con sus permisos innecesarios hasta para ir a cagar, como nos han negado muchas partes de un procedimiento que es básico para un homicidio, pero nada en contra tuya, Coppola —habló Brown.

Si la atmosfera era pesada, ahora más, ese ambiente denso que se sentía por parte de todos que Delberg rompió dando un pequeño aplauso dando por comenzada la ronda de experimentos raros.

En palabras no científicas, teníamos que golpear un maniquí con toda la fuerza que tengamos y con la menor fuerza que tengamos y, todo esto tenía que hacerse en las salas de entrenamiento de armas. Raro.

Pasaron uno por uno con estrictas instrucciones extra de Delberg. Fauvel estaba en el escritorio y le ponía los artefactos a cada persona en el brazo, tuve la oportunidad de burlarme de Boris cuando pasó. Vi como miró a otro lado cuando Fauvel le puso unas pegatinas circulares cerca del cuello, incluso tragó saliva; me fascinaba la forma en la que el mejor amigo de Dan trabajaba. Quería que fuera parte de mi equipo, pero no se podía, yo tenía a Eagle y a Boris.

—Pégale con poca fuerza, fuerza media y mucha fuerza, después pasamos al otro brazo —le palmeó el hombro mientras le sonreía.

Sí, tenía bonita sonrisa.

Miré hacia Dawson, pensé en encontrarme con un semblante triste y decepcionado, pero estaba pegada a su móvil. Se lo arrebaté y lo primero que leí fue:

Veámonos hoy en la noche, a las 20, te mando ubicación.

—¿No que gustabas de...? —susurré. Dirigí mi vista a Fauvel.

—Sí, pero es imposible tengo que ver otros horizontes.

—¿Sabes que no hay necesidad de tener pareja todo el tiempo? Puedes darte un tiempo para ti, no es malo.

El misterio de un amor  |  Nueva versiónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora