22. Muñequita (parte 2)

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V E I N T I D O S

ELIANA BEAUMONT.

8 de noviembre de 2019.

Muy pocas veces hacía caso a mis impulsos, sin duda este momento de impulsividad valía cada jodido segundo. Sentí su tristeza envolverme como una manta acolchada con la que te arropas por el frío, su fragilidad me golpeó de una forma impresionante, nunca iba a olvidar el momento en el que extendí mis brazos y la abracé.

Me apretó hacia ella, sabía que toda su vida había necesitado aquello, un abrazo sincero. No por disculpas, por arrepentimiento, por compromiso, por dolor o por sexo; un simple maldito abrazo.

Soltó lo que tenía atorado en el pecho, le dio rienda suelta a sus lágrimas. Su cuerpo temblaba mucho por los espasmos de su llanto, sus sollozos retumbaban en las paredes de mi mente sin penetrar ese muro indestructible. Miré de reojo a Dawson y se limpiaba unas lágrimas de forma disimulada.

Yo no lloré, ni grité, ni nada, me quedé ahí como una estatua.

—Él te hace mucho daño —le murmuré cuando se calmó un poco.

—Lo amo —contestó de vuelta. Suspiré en respuesta.

¿Qué se podía hacer ante eso? ¿De qué forma le ayudaba si ella no quería? No me gustaba verla así, podré no conocerla de años, pero con verla sabía que ella era alguien que nunca se ha encontrado, al contrario, ha ido cada vez más al fondo de su oscuridad.

Se sentó en una silla, con su ostentoso vestido era una tarea complicada que Dawson y yo logramos superar. Ella le tomó una mano y yo le tomé la otra.

—Todos dicen cosas horribles de él, pero a veces no es tan malo. Me quiere, yo lo sé, no importa si ella estuvo primero, yo soy suya ahora —dijo pensativa.

Se me hizo extraño el hecho de que no se alteró tanto por Abigail Wilde.

—¿Lo sabías? —arrugó el ceño hacia mí—. ¿Sabías de Abigail?

Se puso nerviosa, terminó asintiendo con algo de temor.

—¿Aceptaste ser el reemplazo? —preguntó Nina, incrédula.

—Es que yo lo quiero, él-

—¡Odette! —reproché su nombre—. ¿Qué carajos?

Había algo más. Ella no podía aceptar tan fácil a Daniel solo por amor o necesidad, tenía que haber algo más.

—Solo quiero irme de aquí —susurró con la voz entrecortada—. Quiero olvidar todo, quiero volver a cuando él llegaba y dormíamos juntos, cuando se iba temprano porque tenía clases —murmuró con dolor—. Esos días en los que me admiraba pintando lo que sea, sus ojos me decían que sí había sentimientos —finalizó, esperanzada—. Sé que sí hay algo, lo sé.

Dawson me miró con pesar y después a Odette, las dos sabíamos que ella estaba mal.

—Si algún día quieres ayudarte de verdad, estaré para cualquier cosa que gustes —se ofreció ella.

—Y yo conozco muy buenos psicólogos y psiquiatras, también podría conseguirte un lugar lejos de aquí para vivir en paz —terminé por decir.

Iba a ser imposible separarla de Daniel justo ahora.

De forma distraída observé mi alrededor, todo estaba destrozado con algunas balas incrustadas en la pared. El cuerpo inerte de Travis Linford. Entrecerré mis ojos hacia él, me di cuenta de que sangraba de la entrepierna.

¿Le reventó los testículos?

Tenía algo en la boca como un pedazo de carne, pero había tanta sangre que no identificaba qué era. Me di cuenta de otra cosa y mis alarmas se encendieron.

El misterio de un amor  |  Nueva versiónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora