7. Algún día (parte 1).

11 1 0
                                    

S I E T E

ELIANA BEAUMONT

1 de septiembre de 2019.

Estaba acostada en el sillón largo de mi oficina con un horrible dolor de vientre. Odiaba tanto el maldito periodo, me daban ganas de arrancarme el útero, por más sangriento que se escuché.

—¿Me estás escuchando? —preguntó Brown.

—No, estoy demasiado concentrada planteándome por qué nací mujer.

Se lo pensó un momento. Últimamente venía con algunas ojeras supongo que, Delberg se levantaba en las noches por antojos o yo que sé.

—¿Hay algo que pueda hacer por ti? Porque no creo que decirte "tomate algo" —hizo comillas en el aire— funcione, así que mejor pregunto.

—No hables tan alto, me duele la cabeza. Es más, susúrrame lo que sea que estabas diciendo —murmuré masajeándome las sienes.

Se acomodó mejor y decidió sentarse mejor en el piso cerca de mí para poder escucharle. Relató todo lo que antes había dicho. Me mostraba los documentos, las fotos y algunas pequeñas evidencias.

Fue fácil entender todo.

Al parecer habían apuñalado a Odette Fitz más de cuarenta veces, lo peor fue que eso sucedió después de haber muerto, post mortem. El niño era esa pieza que no encajaba en ningún escenario en mi cabeza, no tenía idea de dónde salió ni por qué lo mataron ni quién era.

—Tengo una teoría —advirtió y me interesó, así que se acercó para secretearlo—. Si Odette Fitz por alguna extraña razón llevó a ese niño ahí, quiere decir que solo estaba en el peor momento, ¿no?

Alcé la ceja hacía él y encogió los hombros.

—Eso es una pésima teoría.

—Sí ya sé, pero fue lo único que se me ocurrió —bufó frustrado y se talló la cara—. Definitivamente, Scooby Doo miente, los misterios no se resuelven en días.

Algo pasó por su mente y me miró entrecerrando los ojos. Estaba pensando.

—Ah, algo hizo clic, cuéntame —le pedí.

—Scooby Doo... —repitió lentamente.

—Jamás he visto Scooby Doo, me lo pones difícil —susurré.

—El programa lo veía con mi hijo —se apuntó hacía sí mismo. Seguí sin entender—. Mi hijo... padre e hijo...

—¿Madre e hijo?

Asintió con obviedad.

No podía ser cierto. Eso quería decir que Odette le ocultó un bebé a Richmond, ¿no se supone que eso buscaban? Ellos querían una familia... bueno, ella más que él.

Desde hace casi 5 años ocultando un bebé, no tenía lógica. ¿Y que ahora aparezca muerto junto con su madre?

—¿Es hijo de Daniel Richmond?, ¿hay coincidencias en la genética de ambos cadáveres? —pregunté.

—Creo que necesitamos que hagan ese análisis. —Se lo pensó un poco más y habló—: aunque no creo que Dan sepa de ese bebé, capaz y no es de él.

—Esto es muy loco. —Revisé cada documento y arrugué el ceño— ¿Cuándo te llegó esto?

—Ayer. Campell te debió de enviar al correo lo mismo, a mí me lo dio mi esposa. A él le tocaba dártelo a ti, ¿no te lo dio?

—Ni siquiera lo he visto desde el día que estuvimos en la casa Fitz. Clinton... no me han dado ninguna información de nada.

—¿Cómo? —se sorprendió, incluso se le salió una risa incrédula—. No puede ser, este es el segundo informe que me mandan a mí. Claro que el primero no era mucho, este está más detallado.

El misterio de un amor  |  Nueva versiónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora