24. Abigail Wilde.

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V E I N T I C U A T R O

DANIEL RICHMOND.

10 de noviembre de 2019.

Al fin, en casa.

Necesitaba un abrazo de mi mamá, necesitaba que Melissa me dijera "Te amo de todas formas", las necesitaba mucho.

A ellas no les hacía daño.

Cuando más quieres algo, la vida más se empeña en no dártelo. Lo único que pedía era paz y no la tuve.

Apenas abrí la puerta, todo el lugar estaba hecho un asco y los gritos en el pasillo no se hicieron esperar. Dejé de pensar en todo y me apresuré hacia allá.

Si algo les había sucedido en mi ausencia no me lo iba a perdonar.

Choqué de frente con Melissa, quien respiraba agitada y sus ojos se encontraban dilatados, demasiado dilatados. Extendió los brazos como si pensara "aquí estás".

—¡Wow! Acaba de llegar el mejor hijo del mundo, el intachable Daniel Richmond —habló con amargura. Se giró para ver a mi madre al final del pasillo—. ¿Ves, mamá? Llegó tu hijo perfecto, ¡el que comete errores y se los perdonas! ¡Le perdonas putas todo! —gritó.

—Melissa, hija... —intentó hablar mamá.

—¡Cierra la maldita boca, Meredith! —gritó.

—Tú cierra la maldita boca y modera tu tono —ordené al instante.

—Jódete —dijo en mi cara, para girarse de nuevo hacia mi madre.

Melissa en ese momento no estaba pensando con claridad, ni siquiera sabía si estaba pensando. Estaba alterada, fuera de sí misma y no me imaginaba hacía cuánto tiempo había estado así como para que la casa se encuentre tan desarreglada.

—Melissa, no estás bien. Solo déjame ayu- —intentó de nuevo mamá.

—¡No! ¡Nos jodiste la vida, mamá! —habló con demasiado enojo—. Tú tienes la culpa de tener hijos tan jodidos. ¡Eres la única culpable! ¡Tú! —le apuntó.

—Ya fue suficiente, Melissa.

Me dio una mirada por encima de su hombro que no me gustó. Caminó rápido hacia mi madre y en el proceso tomó uno de los bordes de un jarrón para tirarlo al suelo. Quedaron cara a cara por lo que yo también intervine entre las dos.

En estos episodios, ella podría ser capaz de golpearla y no quería que eso sucediera.

—Meredith —siseó el nombre de mamá como asqueada—. Acéptalo, nos jodiste. Primero creyendo que el papá de Daniel se quedaría contigo, patética —susurró lo último—. Segundo, dejando entrar a una bestia a tu casa haciéndolo mi padre. ¡Y eso es tu culpa! ¡Por tu culpa estoy así! ¡Eres una mala madre! —gritó.

—Te vas a arrepentir de decir eso, te lo prometo. Cuando esto acabe...

—¿Cuándo esto acabe? —preguntó incrédula—. Sé perfectamente lo que digo y estoy segurísima de que nunca en mi vida había dicho tantas verdades en tu puta cara.

—¡Ya, basta! —le grité.

—¡Ya basta ustedes! —gritó de vuelta apuntándonos. Su cabello rojo estaba totalmente descontrolado, supongo que se lo había jalado algunos ratos—. Eres peor que mamá —dijo aquel título de forma burlesca—. Y tú —volvió a ella—, tú siempre has sabido lo que él hace, pero te niegas a aceptarlo.

» ¡Tu hijo es un criminal! No lo supiste criar, al igual que a mí. ¡No sabes hacer nada bien! —soltó.

—No te va a gustar como va a terminar esto ni siquiera recuerdas la última vez que pasó —le informé.

El misterio de un amor  |  Nueva versiónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora