35. Ese tonito

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T R E I N T A   Y   C I N C O

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LEER BAJO SU PROPIO RIESGO.

DANIEL RICHMOND.

16 de diciembre de 2019.

Su boca se abría y cerraba cada determinado tiempo, su mirada estaba igual de gélida que la última vez y su postura seguía siendo como la de una maldita diosa.

—¿Qué se supone que estás haciendo, Richmond? —fue lo único que oí.

Admirarte como la muñequita rusa que eres.

—Escuchar tus indicaciones —contesté.

Creo que hacía mucho que había dejado de hablar, de hecho, me miraba con el ceño fruncido y en su rostro se denotaba la molestia.

—Hace como diez minutos que dejé de hablar —informó—. Ponte a trabajar, sino quieres una amonestación.

Asentí y comencé a leer los documentos que me había dado. Eran sobre el cadáver que encontraron en el jardín de niños, al parecer había sido amordazado por las marcas en tobillos y muñecas, tenía los hombros dislocados como si la hubieran dejado colgada de algún lugar sobre sus manos.

Su muerte fue por ahogamiento, lo peor de todo fue saber su nombre, Aria Parker.

Ella era una de las chicas que trabajaban en Toppy's coffee, recuerdo que la última vez que la vi fue en agosto, creo. Me daba mucho pesar darme cuenta de que la muerte estaba rondando muy cerca de mí, casi respirándome la nuca.

Había fotos, descripciones, estatus médico y conexiones familiares en la carpeta que leía, pero nada de eso estaba siendo de ayuda, porque estaba igual que con Abigail, no se sabe nada. Incluso había un apartado de la pequeña huella que encontraron; decía "Insuficiencia de cromosomas. Huella no identificada. Perfil desconocido".

Era frustrante, no me imaginaba lo que sería para sus padres que la policía no diera con el responsable, pero realmente, estábamos haciendo lo posible para que eso sucediera. Solo que, el asesino era muy listo.

La puerta sonó, apenas la persona se asomó, Eliana sonrió de boca cerrada, una sonrisa que muy pocas veces le veía.

—Te traje información de calidad —canturreó Coppola. Casi ruedo los ojos por la estupidez.

Casi.

Ella palmeó su escritorio y él fue como un insecto, arrastrándose a sus encantos. Se veía ridículo.

—Gracias, Ross —habló sonriente sin mirar mucho la información nueva, toda su atención estaba en él.

Ok, creo que eran suficientes miradas entre ambos.

Me levanté un poco para alcanzar el marca-texto que, casualmente, estaba entre la vista de ellos y, casualmente, tuve que tomar para subrayar cosas importantes, porque, casualmente, en ese momento lo necesitaba.

Se despidieron con la mano, pero antes de que él pudiera salir, ella lo llamó.

—Oye, dile a Bennet que necesito otro pizarrón.

—Son máximo dos por oficina, tú ya tienes dos, Beaumont. No podemos darte otro.

Uh, eso no le gustó.

—Los dos los he llenado, por eso te estoy diciendo que le digas que me dé otro.

Él negó con la cabeza, decidido, así que Eliana se levantó disgustada con los documentos que Coppola le dio y le señaló ambos pizarrones.

El misterio de un amor  |  Nueva versiónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora